Por si Rodrygo se va | OneFootball

Por si Rodrygo se va | OneFootball

In partnership with

Yahoo sports
Icon: La Galerna

La Galerna

·12 agosto 2025

Por si Rodrygo se va

Immagine dell'articolo:Por si Rodrygo se va

Reconozco que nunca he sabido exactamente qué hacer con Rodrygo. En qué cajón guardarlo exactamente. Esta última temporada me vi obligado a confesar a tumba abierta las dudas que quise mantener piadosamente ocultas desde el día de su llegada: había jornadas en que lo veía como un diamante brasileño y otras en que sospechaba que la joya no era más que bisutería aparente comprada en un mercadillo de verano, entre un puesto de gafas de espejo y un vendedor de sombreros panameños falsos. Su innegable talento siempre me inclinó hacia la indulgencia y el apoyo: bastaba un mes bueno para perdonarle la cara de indolente cuando, el desesperante resto del año, salía despedido tras cada cuerpeo con un defensa. Hasta que mi crédito, tan generoso al principio, finalizaba enterrado en pura desidia. Y, de repente, un par de golazos por la escuadra y vuelta a empezar.

Immagine dell'articolo:Por si Rodrygo se va

No es que uno se considere detentador de un inclemente criterio futbolístico, pero Rodrygo ha sido el jugador que, con diferencia, ha provocado más vaivenes a mi anhelante espíritu de hincha. Y que más ha complicado esa imposible pretensión del columnista, que persigue la coherencia y la rotundidad en el ámbito de sus textos de la misma forma que lo hace con la respetabilidad en su vida social —fracasando, a menudo, en ambos desempeños—. Rodrygo me obligaba a los jugueteos literarios menos honrados, aquellos en los que se esquiva a Orwell, sacrificando la claridad. Porque, sinceramente y para qué engañarnos: ni siquiera yo sabía del todo qué pensar del delantero.


OneFootball Video


Considero que ha sido el primer curso donde Rodrygo ha estado tan lejos del aprobado que ni siquiera hemos podido concedérselo aquellos que estábamos deseando hacerlo

De ahí que las metáforas empleadas para halagarlo compartieran un patrón común, vinculado al sí pero no: que si C. Tangana“yo era ateo, pero ahora creo”—, que si Oliver Sacks y la afición de nuestra mente a engañarnos con recuerdos falsos que encajen en los relatos construidos a posteriori… Todas eran, en realidad, coartadas y justificaciones que pretendían excusar mi impulsiva y exagerada ausencia de titubeos cada vez que Rodrygo hacía uno de esos goles en Champions que parecen escritos por un guionista con contrato vitalicio en el Bernabéu. Titubeos que acababan regresando al cabo de diez o doce encuentros de liga. En definitiva, una relación abocada a mantenerse en el estricto campo de la fe, la cual fue puesta a prueba de manera decisiva en este último annus horribilis, en el que no ha habido apenas trufas que llevarse a la boca. Considero que ha sido el primer curso donde Rodrygo ha estado tan lejos del aprobado que ni siquiera hemos podido concedérselo aquellos que estábamos deseando hacerlo.

Immagine dell'articolo:Por si Rodrygo se va

Y así hemos vivido, Rodrygo y yo, en un romance intermitente y tóxico. Un eterno péndulo que me enseñaba que uno puede amar y desconfiar al mismo tiempo. Hasta que ahora se oye ese rumor en este tórrido agosto, según el cual parece que podría irse a Inglaterra. Otra camiseta, otros himnos. Y yo, que este último año juré haberlo dado —¡esta vez sí!— por amortizado, descubro que me inquieta y escuece la idea. Acaso porque Rodrygo no sea solo un jugador, sino una suerte de proyección de mi montaña rusa personal. Una prueba de que el fútbol es, sobre todo, una sucesión de reconciliaciones. Una esperanza perpetua y ridícula de que todo se arreglará. Esa expectativa que nace todos los inicios de verano, y que nunca termina de cumplirse.

Su marcha supone dejar atrás un lugar donde los recelos queman, pero también donde se sueña con lo imposible. Implica despedirse de un pulso constante con la grandeza y con la incertidumbre. No sé si está preparado para cortar la cuerda. Irse del Madrid es, en cierto modo, irse de la vida; o, como mínimo, apartarse del epicentro de la vida que uno decidió abrazar, con sus heridas y sus alegrías, sus tormentas y sus milagros. Quizá, en esta hora del posible adiós, por una vez las dudas las tenga él, y no nosotros. Solo nos queda desearle suerte y el mayor de los aciertos.

Getty Images

Visualizza l' imprint del creator