MUNDO MILLOS
·11 giugno 2025
No más déjà vu, aprendamos del pasado

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·11 giugno 2025
Los hinchas de Millonarios tenemos memoria, y no es una memoria corta, como algunos creen. Recordamos cada noche mágica en El Campín, cada título sufrido, pero también cada cuadrangular donde se nos fue todo por detalles, por no cerrar un partido, por perdonar goles hechos, por no tener la cabeza fría cuando más se necesitaba. Y ahora, otra vez, la historia parece querer repetirse.
Empezamos ganando el clásico capitalino, gol de Falcao y fiesta total. Después vinieron dos empates que dolieron, no por los rivales, sino porque tuvimos con qué ganar. Contra Nacional fuimos superiores y dejamos vivo a un equipo que no perdona, en Manizales también tuvimos las más claras y no las metimos, esa película la conocemos.
Pero, ojo, esto todavía no se ha acabado, el cuadrangular está apretado, sí, el margen de error es mínimo, también, pero Millonarios depende de sí mismo si gana todo lo que queda en Bogotá y si se juega con el alma, con la concentración al tope y con el respaldo total de la hinchada, llegamos a definir todo en la última fecha, los demás, que hagan cuentas por su lado.
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A los pesimistas hay que decirles algo con claridad: este equipo no está eliminado, falta fútbol, faltan puntos, y sobre todo, falta El Campín, nuestra casa, nuestro refugio, ese lugar donde el equipo se transforma y la hinchada empuja como si jugara, lo hemos hecho antes, ¿por qué no ahora?
Pero también es momento de ser autocríticos y decirles a los jugadores que no podemos volver a perdonar, no se pueden fallar las que se fallaron en los últimos dos partidos porque ya no hay margen, cada gol perdido es una oportunidad menos, cada distracción, una amenaza. El camino es claro: hay que corregir y apretar los dientes, no queda otra.
Esto es un déjà vu, sí, pero también puede ser una revancha, ya sabemos lo que pasa si dejamos todo para el final, ya nos hemos quedado afuera por goles que no entraron, esta vez, que no sea por nosotros, que si no se da, no sea por falta de coraje, ni por falta de convicción.
La ilusión va despacio, sí, porque este camino no es fácil pero todavía va firme, este grupo ya ha demostrado que se levanta en los momentos más difíciles, y ahora, más que nunca necesita a su gente unida, sin divisiones, sin quejas, sin abandonar el barco.
PD: Nos vemos esta noche en la tribuna, con la voz ronca, la frente en alto y el corazón azul, esto no se ha acabado, esto apenas comienza.
Por César Rodríguez@donsumerce