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·9 de mayo de 2021
Tarde redonda: cumplió, clasificó y recuperó a la llave maestra para abrir partidos

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·9 de mayo de 2021
La necesidad tiene cara de hereje. La vieja frase siempre puede aplicarse al fútbol cuando un equipo está exigido y debe renunciar a ciertos postulados en pos del triunfo. En el caso de River, que arrastraba dos derrotas consecutivas en el plano local, que lo llevaron a la obligación de ganar o ver la Fase Final de afuera, se tradujo en olvidarse del equilibrio de Enzo Pérez y apostar a la frescura de Carrascal.
Claro está, el rival juega. Y Aldosivi, desde su último lugar en la tabla y los principios de Gago, no solo invitaba a atacar sino además le dio la mano de Schunke para que Montiel, devenido en excelso ejecutante de penales, resolviera lo que tanto le costaba. La solución de abrir el marcador le dejó la tarea de asegurarlo, pero el Tiburón ataca mucho mejor de lo que defiende y consiguió la igualdad que devolvía la impaciencia en el local, aunque Borré, tras centro de Angileri, evitó un entretiempo cuanto menos tenso.
Ya la segunda parte trajo la gran noticia para Marcelo Gallardo: Matías Suárez está de regreso y, con él, la posibilidad de romper partidos con un quiebre de cintura, una gambeta impredecible o un pase al vacío. Unos minutos antes que el cordobés había entrado José Paradela, el jugador que el Muñeco tiene decidido moldear a imagen y semejanza de Nacho Fernández, a punto tal de "amenazarlo" con sacarlo de la cancha si no cumple con su tarea asignada. No solo cumplió sino que se combinó con Suárez para poner el tercero y tomarse revancha de otro mano a mano fallado.
A pura clase, el 7 bravo puso el cuarto y fin de las especulaciones, los temores y la preocupación. River está en cuartos y si viene Boca, que venga. La tarde dominguera rompió sequías, devolvió al gol a Borré, sostuvo la maduración de Paradela y, especialmente, recuperó a Suárez, el futbolista que puede transformar a un equipo que domina y no lastima en uno que cuando huele sangre va por su presa.