Real Oviedo, más allá de lo futbolístico | OneFootball

La presión, las emociones, la intensidad…cuando se llega al fútbol profesional son muchos los factores que influyen a la hora de disputar un encuentro. Aunque habitualmente solo ponemos el foco en lo futbolístico, que es lo esencial, a veces hay otros elementos que inciden indirectamente en el resultado. El Oviedo parece bloqueado, con el estado de ánimo por los suelos y con un nerviosismo inusual a estas alturas del campeonato. Las altas expectativas creadas al inicio de liga y el bajo nivel mostrado hasta el momento son dos de los factores que explican esta situación. El pasado domingo tocaron fondo contra el Cartagena, Bolo no acaba de dar con la tecla y el equipo sufre. Pero su problema, visto lo visto, va más allá de lo futbolístico.

Una presión difícil de gestionar

“El problema está en las piedras que nos metemos en la mochila. Esa presión desde el primer día de que hay que estar arriba, jugar play off, ascender… hay que vivir el día a día.” Así hablaba Bolo en la rueda de prensa previa al partido. El técnico bilbaíno cree que esa presión “excesiva” pone nerviosos a sus jugadores y por ello “no estamos tomando buenas decisiones”, argumentó.

Lo cierto es que no es la primera vez que incide en el aspecto mental. También lo hizo la semana pasada, tras empatar frente al Lugo en un mal partido de los azules, dejando claro que el mal inicio de temporada le está pasando factura a su equipo en lo anímico.

Tomeu Nadal, uno de los capitanes del equipo y el jugador más destacado hasta el momento, también habló de esos problemas. “No están saliendo las cosas como esperábamos y puede ser que genere ansiedad a todo el mundo.”, dijo el guardameta. Sorprende la situación, sobre todo por las pocas jornadas disputadas y una posición en la zona media en la tabla, pero el equipo tiene mucho que mejorar, y ahora se le une el aspecto moral. Recuperarse mentalmente será clave para afrontar lo que viene.

El problema es que no será fácil. Los 68 puntos de la temporada pasada son difíciles de olvidar y los más de 20 años sin pisar la máxima categoría crean aun más ansiedad en la parroquia azul. Todos tienen que tranquilizarse para buscar el antídoto: la victoria.

Una enfermería que echa humo

Como se suele decir, “a perro flaco todo son pulgas”. El dicho ejemplifica muy bien lo que le pasa al Oviedo, a pesar de que su situación tenga difícil explicación. En apenas dos meses de temporada, el cuadro azul suma ya nueve lesionados. La cosa ya empezó mal cuando en la primera semana Costas dejó de saltar al césped. El gallego, piedra angular del proyecto, no disputó minutos hasta el pasado domingo. Su baja, muy importante, no fue la única. Bastón también se perdió tres semanas de la pretemporada, mientras que Miguelón y Pomares, dos de los nuevos fichajes, aun debutaron hace dos jornadas.

Las bajas se cebaron en todas las parcelas del campo, dejando al equipo sin jugadores importantes como Luismi y Viti durante varias semanas. En las últimas jornadas parecía que se iba dandole la vuelta a la situación y que se quedaría en algo anecdótico, pero nada más lejos de la realidad.

Borja Sánchez cayó en el partido frente al Ibiza; Koba Koindredi, el fichaje más destacado hasta el momento, pidió el cambio en Lugo; y antes de enfrentarse al Cartagena fue Dani Calvo el protagonista. Estos dos últimos apuntan a, como mínimo, perderse todo el mes de octubre. Una situación que dificulta aun más la tarea al técnico, que pierde a tres pilares del once en su momento más crítico en el banquillo azul.

El gran número de bajas ha impedido a Bolo tener continuidad con el once y con su idea, pues en todos los partidos hubo jugadores con los que no pudo contar. La pérdida de gran parte de la pretemporada, que es donde se recargan pilas, les está afectando a muchos, que aún no han alcanzado el 100% y el equipo lo nota en la presión y las disputas. El Oviedo, uno de los equipos que más duelos divididos ganaba la temporada pasada, no está imponiéndose este año. Tampoco destaca por la gran presión característica de los equipos de Bolo, y da la sensación de que andan justos de fuerzas en el tramo final de los encuentros.

Un estilo aun por definir

Al margen del aspecto moral y de las lesiones, al Oviedo también le falta fútbol, y mucho. El conjunto azul no ha encontrado su estilo en estas ocho jornadas y lo peor es que la solución no parece estar cerca. Bolo no ha repetido ningún once, una muestra significativa del problema del equipo. En todos los encuentros alineó un centro del campo diferente y en la mitad tuvo que realizar cambios al descanso para modificar su planteamiento.

Da la sensación de que el técnico bilbaíno no acaba de moldear al equipo y los problemas, en vez de solucionarse, aumentan. A la falta de gol del equipo se le une una endeblez defensiva notoria en las jugadas de estrategia. El oviedo ha encajado seis goles y cuatro han sido desde el balón parado. Especialmente doloroso fue este último partido, en el que el Cartagena repitió dos veces la misma jugada y ambas acabaron en gol.

Por si fuera poco, el Tartiere tampoco está siendo el fortín del año pasado y por increíble que parezca el equipo sufre cuando juega como local. Sin llegar ni a un tercio de la competición, el Oviedo ya suma más derrotas en casa (3) que en toda la temporada anterior (2).

El tiempo pasa y en el mundo del fútbol la paciencia brilla por su ausencia. Bolo tendrá una nueva oportunidad la próxima semana, aunque la tarea no será fácil y menos aun visitando La Romareda. Se le acaba el tiempo al técnico, que necesita dar un cambio drástico de guión si quiere continuar en el equipo carbayón.