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La Galerna

·12 de enero de 2024

Ni clásico ni leches

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Buenos días, amigos. El FC Barcelona tenía atravesada la semifinal de Supercopa cuando su futbolista Christensen tuvo a bien clavar su rodilla derecha en el lumbar del jugador de Osasuna que trataba de controlar la pelota. La falta era clara, pero el colegiado se abstuvo de señalarla y el VAR no le llamó la atención sobre ella. Lógico. Ahora se tienen que hacer públicos los audios de las deliberaciones entre árbitro de campo y árbitro de VAR. Mejor evitar el riesgo de tener que hacerlas públicas, lo que podría conllevar algún disgusto, con lo que se abstienen de intervenir.

Al espectador (¿y a la sala VAR?) se les priva de la toma más determinante de la jugada, que solo aparece al día siguiente. Procede aquí recordar que quien suministra dichas tomas, en el fragor del directo, es Mediapro, es decir Tatxo Benet, es decir, un miembro del consejo de administración de Barça Studios, filial (tatachán) del FC Barcelona.


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El hecho es que la jugada sigue sin que nadie señale la falta de Christensen y la cosa acaba en gol de Lewandowski. La prensa cataculé, obviamente, guarda celosamente la información relativa al origen de la jugada del gol. Si también la esconde Tatxo Benet, no van a ser ellos más papistas que el Papa y confesar que al Barça le han regalado un gol, como siempre.

Ya veis. La prensa cataculé articula la correspondiente omertà respecto a la jugada, y además, muy ufanos, dicen Sport y Mundo Deportivo que habrá “Clásico” y “Superclásico”, respectivamente. Negamos la mayor. No habrá “clásico”, ni mucho menos “superclásico”. Rechazamos frontalmente esa terminología.

La palabra “clásico” denota igualdad de grandeza y dignidad entre los dos contendientes. No hay tal igualdad, ni por asomo. No son rivales parejos los que van a enfrentarse el domingo en la final de la Supercopa.

Uno de los contendientes paga a la cúpula arbitral para garantizarse arbitrajes favorables (durante un mínimo de 20 años), se lleva de karaokes a los colegiados porque “el hijo del jefe” lo manda (estando el jefe en nómina culé), se garantiza impunidad al respecto con sus puertas giratorias y sus albertsolers, coloca a personas de la entidad al frente de las imágenes del VAR, coloca al frente del propio VAR a un tipo investigado por lucrarse obscenamente durante el negreirato, se convierte en vehículo de propaganda de una causa política concreta y, en general, no hace más que inspirar repugnancia por estas y otras múltiples razones.

El otro contendiente es el mejor club de fútbol del mundo.

Si pones a jugar a uno contra el otro no tienes un clásico, a menos que por clásico entendamos la sempiterna lucha entre el bien y el mal.

Ni clásico ni leches.

“Superrevancha “. “Ajuste de cuentas”. Son los titulares de la prensa madrileña, que no madridista. Pues tampoco, oigan. El Madrid no tiene la necesidad de vengarse de nada ni de ajustar cuenta alguna. El Barça, aka Negreilona FC, venció a los de Ancelotti en este torneo hace un año. ¿Y? La revancha ya llegó en Copa con un 0-4 en el Camp Nou, y después en liga con una victoria en Montjuic. Ni la Supercopa es torneo donde se diriman seriamente jerarquías, ni el Real Madrid tiene nada que dirimir con un club esencialmente tramposo e indigno al que el domingo se enfrenta porque le toca como rival, no porque haya nada que decidir respecto a la grandeza de uno y otro, en modo ni medida alguna. Eso está decididísimo. Siempre lo ha estado, y más aún desde que supimos que esta gente se compra sus títulos comprando el sistema.

El domingo hay en juego un título relativamente menor y la posibilidad para el Madrid de aumentar su inacabable cosecha de trofeos. El rival es el más pequeño y miserable de la historia del fútbol mundial, pero como no hay justicia sigue por ahí y de vez en cuando toca jugar contra él.

Esta es la uncía historia detrás del pésimamente llamado “clásico”.

Pasad un buen día.

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