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La Galerna

·22 de agosto de 2024

Los factores incontrolables empujan desde el primer día

Imagen del artículo:Los factores incontrolables empujan desde el primer día

El rendimiento de un equipo, entendido como el conjunto de títulos y victorias, pero también como el desempeño colectivo e individual dentro del campo, es una característica compleja que, si bien depende en gran medida del talento y la preparación de los jugadores, así como de la estrategia del entrenador, no puede ser completamente comprendido sin considerar los factores externos que influyen en él. Estos factores, que en ocasiones pueden parecer minúsculos o secundarios, tienen la capacidad de moldear, para bien o para mal, el desempeño de un equipo a lo largo de una temporada o de un ciclo de temporadas. Es fácil caer en la tentación de juzgar el rendimiento sólo en función de los factores internos, obviando los externos.

El rendimiento del Real Madrid es un fenómeno objeto de innumerables análisis y debates. Pero más allá de las tácticas de Ancelotti, las galopadas de Vinícius y los milagros de Courtois, hay factores externos que parecen jugar en contra del equipo blanco con una constancia digna de la burocracia opresiva de una novela de Kafka. Hablamos de los errores arbitrales y del tratamiento que el Real Madrid recibe por parte de la prensa, esos dos grandes villanos en esta tragicomedia futbolística que parece desarrollarse cada semana en los estadios de España. Estos factores destacan como fuerzas sutiles, pero poderosas, que pueden inclinar la balanza en momentos cruciales.


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Para abordar este tema, nos vendría bien desempolvar algunas ideas filosóficas que, sorprendentemente, parecen haberse escrito con el fútbol español en mente. El determinismo, asociado a la idea de que todo evento, incluidas las acciones humanas, está condicionado por factores previos, podría sugerir que los errores arbitrales y el trato mediático están predestinados a ocurrir, con causas profundas y antecedentes que los hacen inevitables. Frente a Demócrito, la noción de azar, defendida por pensadores como Epicuro, introduce el "clinamen" o la incertidumbre en el panorama, ya que estos elementos externos pueden ser simplemente eventos fortuitos que escapan a cualquier forma de control racional. Pero, si uno de los rivales más poderosos del Madrid en España decide que es buena idea pagar al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros durante al menos 17 años (aunque dicen que desde mucho antes), aumenta radicalmente la probabilidad de que la causa de ciertos comportamientos arbitrales no sea precisamente azarosa. Y, si en las facturas del club aparecen pagos a medios y periodistas, podemos afirmar, sin temor a ser tratados como locos, que, quizás, el tratamiento mediático no es ecuánime ni casual.

Si uno de los rivales más poderosos del Madrid en España decide que es buena idea pagar al vicepresidente del CTA durante al menos 17 años (aunque dicen que desde mucho antes), aumenta radicalmente la probabilidad de que la causa de ciertos comportamientos arbitrales no sea precisamente azarosa

Tomemos el caso de los errores arbitrales, esos momentos en los que una decisión, por mínima que parezca, puede alterar el curso de un partido y, por ende, el destino de un equipo en una competición. La filosofía existencialista, esa que Sartre y compañía popularizaron para explicarnos cómo enfrentarnos al absurdo de la existencia, también encuentra su lugar aquí. Según esta perspectiva, la vida está llena de situaciones ridículas, sin sentido, que debemos aceptar y enfrentar con dignidad. Apliquemos esto al Real Madrid: un penalti que no se pita, un fuera de juego milimétrico que se sanciona sólo a ellos, o un pisotón alevoso en el gemelo de Vinícius que pasa casi desapercibido para el árbitro. Cada uno de estos momentos parece extraído del manual del absurdo futbolístico. Y ahí es donde el Madrid ha aprendido a resistir, enfrentándose al absurdo con la cabeza bien alta y el ceño fruncido, como quien se enfrenta a la eternidad sabiendo que, al final, el árbitro seguramente la determine. El Madrid intenta sobreponerse con el estoicismo como respuesta emocional, a lo Casemiro, a lo Raúl, a lo Cristiano, predicando la serenidad y el control de las emociones frente a los eventos externos, aunque no siempre lo consigue.

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En la práctica, el dominio completamente estoico es difícil de alcanzar, y el impacto de un error arbitral puede desmoronar la concentración y el espíritu de lucha de un equipo, mostrando cómo los factores externos pueden desestabilizar incluso al grupo más preparado. Y es que la influencia de un error arbitral no solo se manifiesta en el marcador final de un partido, sino que también puede impactar en la moral y la psicología del equipo. Cuando un grupo se siente víctima de una injusticia, puede caer en un estado de frustración y desmotivación que afecta su rendimiento. Que se lo digan a los chicos del baloncesto en la final de la Euroliga.

El impacto de un error arbitral puede desmoronar la concentración y el espíritu de lucha de un equipo, mostrando cómo los factores externos pueden desestabilizar incluso al grupo más preparado

Por otro lado, el papel de la prensa en la dinámica del fútbol es otro factor externo que merece una reflexión. La prensa deportiva no solo informa, sino que también construye narrativas que influyen en la percepción pública de los equipos y, por ende, en la autopercepción de los jugadores y entrenadores. Wittgenstein sostenía que el lenguaje no solo describe la realidad, sino que también la configura. La forma en que los medios de comunicación presentan las actuaciones de un equipo puede influir en cómo ese equipo es percibido y, eventualmente, en cómo se comporta. Una narrativa mediática que enfatice las debilidades de un equipo puede generar un ambiente de duda y presión interna, mientras que una cobertura positiva puede reforzar la confianza y el espíritu colectivo. Además, un equipo favorecido mediáticamente puede disfrutar de una ventaja psicológica sobre sus rivales, no por su mérito deportivo, sino por la construcción discursiva que lo rodea. Esta situación revela una dimensión ética en la influencia mediática: los medios no solo reflejan la realidad deportiva, sino que también pueden distorsionarla, favoreciendo a ciertos equipos sobre otros, lo cual, a su vez, puede alterar la dinámica competitiva.

Si el lenguaje configura la realidad, entonces las crónicas deportivas y los editoriales en la prensa española han hecho más magia negra que el mismísimo Merlín. Se podría pensar que, tras una década completa de éxitos merengues en Europa, la prensa sería más benevolente. Pero no. La narrativa que se construye alrededor del Madrid a menudo tiene más curvas que la Trollstigen, y más trampas que una película de Indiana Jones. ¿Será que algunos periodistas, además de opinar, han recibido un empujoncito para que sus opiniones suenen más convincentes? Si un club, llamémosle Barcelona, decide que la mejor estrategia para ganar títulos es, además de pagar a un jefe de los árbitros, invertir en periodistas para que su narrativa domine las portadas, el resultado es un desequilibrio en la competición que haría sonreír al mismísimo Maquiavelo. En este caso, la prensa no está simplemente informando sobre fútbol; está escribiendo una novela por entregas donde los villanos y los héroes ya están decididos antes de que empiece la temporada.

Si un club, llamémosle Barcelona, decide que la mejor estrategia para ganar títulos es, además de pagar a un jefe de los árbitros, invertir en periodistas para que su narrativa domine las portadas, el resultado es un desequilibrio en la competición que haría sonreír al mismísimo Maquiavelo

Es imposible explicar sólo a través de motivos internos que el Real Madrid, en los últimos 35 años, sólo haya revalidado el título de Liga en una ocasión (y gracias al Tamudazo, ya que uno de esos errores arbitrales estuvo a punto de hacer desaparecer la "Liga de Capello"). Sus principales rivales en España lo han conseguido en nada menos que nueve ocasiones. Y mientras, en Europa, el primero casi gana hasta sin querer y el segundo ni por casualidad. Es evidente que hay algo más que la calidad, la táctica y la suerte.

La primera jornada de la Liga es un buen ejemplo de esto. Sólo con ligerísimas (e imperceptibles a efectos mediáticos) modificaciones en el comportamiento arbitral, e incluso con pequeños cambios en la retransmisión del partido que ven en la sala VOR, es altamente probable que los resultados de los dos grandes clubes aquí retratados hubieran sido opuestos. Y, con ello, los análisis. Claro, los factores internos son cruciales. De hecho, son los que se pueden controlar. Pero emitir un juicio sin considerar todas las aristas es una forma de simplificación que puede llevar a conclusiones erróneas e injustas. Así llevamos 35 años y una jornada.

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