Canto de gol: vol. 2 | OneFootball

«Con esa sanción va a haber un problema que se va a acentuar, que ya ocurre -y se nota que los que escriben la ley van al palco a ver fútbol, ellos no van a las tribunas- (…). Hay una costumbre que es una feroz cacería de brujas para ver quién está infiltrado… (que) termina con gente agredida que nunca sale en las noticias, gente expulsada en las filas… ¿Usted por qué no tiene azul? ¿Usted no que es de Millonarios?»

Nicolás Samper en el análisis posterior a la decisión de la Dimayor sobre las sanciones desnudó un problema coyuntural adicional. Todos ya habíamos pensado en que era un exabrupto darle puntos a cualquiera de los dos equipos. Pero también que una hinchada visitante podría tirar los fósforos y la gasolina para que la local, en cualquier momento de demencia temporal, prendiera fuego. Pero había más.

Nicolás y yo nos conocimos en un evento radial, cerca a mi trabajo y curiosamente en la previa de un Millonarios – Cali. Y recuerdo perfectamente que le conté esa tarde de las advertencias que hacían en redes sobre no olvidar una prenda de Millos para quienes íbamos al estadio. Y eso fue al menos hace 12-13 años. El problema no es de ahora.

Y los que esculcan tatuajes, cédulas, prendas y a los incautos tienen una nueva justificación: evitar que un foráneo le dé por encender esa mecha que repercuta en sanciones económicas y de puntos. ¿Y los verdaderos extranjeros que van cada partido de locales a oriental y occidental, que no sean altos, monos y de ojos claros? ¿Y los que van a su primer partido por conocer el ambiente? ¿Y quienes, como dice Samper, vienen del trabajo y no alcanzaron a empacar la camiseta o cambiarse?

La maldita maña de mirar la paja en el ojo ajeno, la costumbre de preocuparse por el otro antes que por uno mismo. Pero después decir «Íbamos tranquilos a ver a Millos y nos cazaron como animales en (inserte ciudad aquí)». O peor, criticar la medida de la Dimayor por su ridiculez indefendible pero tirar monedas al rival cobrador de los tiros de esquina. Y cuando una de esas monedas logre su cometido y al fin hiera a alguien, ¿van a linchar al que lo o la lanzó pero seguirán sin decirle nada al que tiene mala puntería? ¿Nos tragaremos la sanción con vergüenza y cabeza gacha?

Finalmente en este vol. 2 de la columna de la semana pasada quedan más preguntas para la dirigencia del FPC. ¿El intercambio de camisetas sirvió para prevenir las peleas entre los imbéciles vestidos con una de Nacional y una de Pasto? ¿O para que algunos asistentes a Palmaseca salieran del partido a armar trifulca después de la derrota contra Millos? ¿Por qué los equipos «chicos» no votan en la próxima Asamblea por que a ambos equipos involucrados en una pelea les resten puntos ya obtenidos, en lugar de sumarles victorias y goles que sus jugadores y técnicos no son capaces de ganar? ¿Su bien aprovechada mayoría sólo es para decidir sobre los dineros de derechos de televisión y su distribución?

El canto de gol para acompañar esta columna es ‘Pasado animal’ de la banda bogotana 1280 Almas:

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Carlos Martínez Rojas@ultrabogotano