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·24 November 2024
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El 23 de noviembre de 2022, el Estadio Al Thumama en Catar fue testigo de uno de los arranques más impresionantes en la historia de la Copa Mundial de la FIFA. En el primer partido de la fase de grupos, España se enfrentaba a Costa Rica, un equipo que había mostrado mucha solidez defensiva en años anteriores. Sin embargo, lo que ocurrió esa noche sorprendió a todos los aficionados del fútbol.
España, dirigida por Luis Enrique, saltó al campo con un planteamiento agresivo, utilizando un estilo de juego basado en la posesión y la presión alta. Desde el primer minuto, se notó que el equipo español tenía un plan claro: dominar el balón y desgastar a los costarricenses con su juego de toque y velocidad.
En el minuto 11, Dani Olmo abrió el marcador con un gol impresionante, tras una jugada colectiva que evidenció la destreza y la sincronización del equipo español. Pero eso no fue más que el comienzo de una exhibición de fútbol de alto nivel. España siguió atacando y, antes de los 30 minutos, ya había anotado tres goles. Marco Asensio y Ferran Torres se encargaron de ampliar la ventaja con sendos goles, dejando a Costa Rica completamente desbordada.
La segunda mitad fue un espectáculo de goles, en el que España parecía no querer parar. Gavi, el joven prodigio del Barcelona, anotó un gol a los 74 minutos, convirtiéndose en el goleador más joven en la historia de la Copa del Mundo para España. Y Carlos Soler, con dos goles más, sentenció el marcador 7-0, haciendo historia con la mayor goleada de la historia de la Copa del Mundo en una fase de grupos.
Esa noche, el dominio de España fue absoluto. La selección no solo mostró una eficiencia impresionante frente al arco, sino también una cohesión táctica ejemplar. Costa Rica, que en 2014 había llegado a los cuartos de final del Mundial, quedó completamente desbordada y no pudo hacer nada ante la avalancha española.
La victoria de 7-0 quedó grabada en los libros como una de las demostraciones de fútbol más espectaculares de un equipo en una Copa del Mundo. Para España, fue un mensaje claro: no solo aspiraban a avanzar lejos en el torneo, sino que su estilo de juego estaba más vivo que nunca. Y para Costa Rica, fue un recordatorio de que, en el fútbol, a veces las diferencias de nivel pueden ser muy marcadas, pero siempre hay una nueva oportunidad para redimirse.