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La Galerna

·12 September 2024

El comodín desgastado de Franco

Article image:El comodín desgastado de Franco

Si existe una leyenda negra equivalente a la atribuida a España es la que atañe a la relación de Franco con el Real Madrid. Pero, como en todas las tergiversaciones históricas, sólo hay que apartar la hojarasca del populismo y los infundios para hallar a los beneficiados —e instigadores— del descrédito: los imperios británico y neerlandés en el origen del caso español y el F.C. Barcelona en el del equipo blanco.

En el capítulo de hoy, veremos el caso de los estadios y las recalificaciones. Corría el mes de septiembre de 1973 cuando el Real Madrid decidió hacer público un proyecto rompedor: construir un nuevo estadio en el barrio de Fuencarral, junto a la salida de la N-1, con capacidad para 120.000 espectadores sentados y a cubierto, ¿les suena esto último? Todo un adelanto para la época. Pero Bernabéu tenía un problema, y es que para financiar el nuevo mausoleo necesitaba que se recalificasen los terrenos donde estaba el campo que ya llevaba su nombre. Y no las tenía todas consigo.


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En el comunicado del club, tras una argumentada exposición del arraigo del Madrid en la ciudad y su contribución a su crecimiento social, se explicaba que la ubicación del estadio en la Castellana comenzaba a entorpecer el tráfico y molestar a los vecinos por el ruido y los trastornos derivados (esto también les sonará). Así que proponía una solución: recalificación del terreno y construcción en el mismo de la torre más grande de Europa, diseñada por William Zeckendorf, el responsable, entre otros, del edificio de la ONU.

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Todo estaba bien estudiado, con sólidos razonamientos y serios proyectos, pero Franco, en una reunión mantenida con Santiago Bernabéu para tratar el tema, mostró una actitud distante. Previamente, desde los medios (especialmente ABC) algunas voces ya se habían levantado contra la idea del dirigente blanco, por lo que la decisión final no sorprendió a nadie.

Arias Navarro, por entonces alcalde de Madrid y más tarde último presidente del Gobierno franquista, oficializó la negativa con el peregrino argumento de que una torre como la planteada generaría un volumen de actividad que la ciudad no podría absorber. Tampoco se devanó los sesos el hombre.

Se dice que Bernabéu siempre sospechó que los promotores de Torre Europa, que se empezó a construir en las inmediaciones del estadio del Madrid pocos meses después, estaban detrás de la negativa de Franco. El dictador, que supuestamente llevaba favoreciendo al equipo de la capital desde su subida al poder, no dio su brazo a torcer y los blancos, una vez más, siguieron su camino sin las prebendas del régimen.

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El que sí las tuvo, casualmente, fue el F.C Barcelona. En el Consejo de Ministros del 13 de agosto de 1965, celebrado en el Pazo de Meirás, Franco autorizó con su rúbrica la modificación urbanística definitiva de los terrenos de Les Corts, antigua ubicación del estadio blaugrana. Fue el último paso de una operación que se había iniciado mucho antes, en marzo de 1951, cuando el Barça logró la primera recalificación que les permitió trasladarse al espacio donde actualmente se ubica el Camp Nou. Y que había seguido en 1962, con una segunda recalificación acordada con el Ayuntamiento que permitió club catalán liquidar una deuda que superaba los 230 millones de pesetas.

Los mitos se desmontan con datos y fechas, y el del comodín de Franco con el Real Madrid, más que desgastado o caduco, lo cierto es que nunca existió.

Getty Images.

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