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·30 July 2024
De mayor quiero ser Andrea Berta

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·30 July 2024
Es el sueño de todos, vamos a confesarlo: cobrar una pasta por figurar y no hacer nada. Hay miles de atléticos que no reconocerían a Berta en un ascensor y otros tantos que no sabemos ni la voz que gasta. Se supone que es el director deportivo, pero dirigir dirige poco. No soy yo muy partidario de esa figura del director deportivo, otro invento del fútbol moderno, supuesto responsable de articular un equipo que luego maneja un tercero. Es un rol con demasiadas contraindicaciones. Más aún en el Atleti, donde se ficha mirando el talón y no la pizarra; o peor aún, consintiendo los caprichos a Mendes.
El caso es que además de llegar tarde y mal, fieles a nuestro estilo, estamos a escasas dos semanas de empezar el curso y aquí solo ha venido un futbolista que podía haber elegido un niño de 12 años. Para traer a Le Normand, Dobvyk, Solorth o Mikel Merino no necesitas a Andrea Berta. Entiendo que el valor de un director deportivo está precisamente en su precocidad para identificar a tiempo ese tipo de jugadores, no cuando valen 40 millones. Y en bucear por ligas menores cazando talento antes de que lleguen los tiburones del mercado.
Pues eso, después de tres veranos gastando menos que Abascal en libros ahora vamos como pollo sin cabeza. Somos un veinteañero a las cinco de la mañana tirándole a todo lo que se mueve. Sin filtros. Sin escrúpulos. Con ansiedad. Ingredientes perfectos para tomar malas decisiones. Sinceramente, a estas alturas de la película no me queda inocencia para pensar que Andrea Berta es el culpable de todo esto. El hombre está ahí para hacer de pantalla cuando se lo pidan. Poco más. Y poner la mano para llevarse lo suyo. El curro perfecto.
Para nuestra desgracia en el Atleti todas las decisiones pasan por Gil Marín. También las deportivas, valorando el coste económico de las operaciones. Porque aquí a los futbolistas no se les mide por goles o rendimiento, sino en términos de amortización, como si fueran valores de la bolsa. Y eso no va a cambiar jamás con la familia Gil. Pero digo yo, ya que estamos malgastando dinero en un director deportivo, al menos que sea un tipo competente. ¿No?