Puntazo de oro de Medellín en el clásico paisa | OneFootball

¡Parce, qué aguante el del Medellín! Cuando todo parecía oscuro, cuando la lluvia caía como si el cielo también estuviera llorando por el 1-0 en contra y la expulsión y la lesión, ahí fue donde apareció la garra, el alma, el berraco espíritu poderoso. Con dos menos, sin tanto toque de lujo pero con el corazón latiendo a mil, el DIM se aferró a su historia, a su gente, y a eso que no se compra: las ganas de no rendirse jamás.

El clásico no se juega, se siente. Y esta tarde lo sentimos en cada grito de la tribuna, en cada patada aguantada, en cada cierre salvador. Nacional tenía la ventaja numérica, la pelota y hasta el marcador. Pero se les olvidó algo clave, mi llave: al Medellín nunca hay que darlo por muerto. Porque cuando parece que no hay cómo… ¡BOOM! Aparece una jugada, un destello, una locura. Y así fue.

Vinicius, parce, te ganaste el respeto eterno. Entró con los ojos encendidos, como quien dice “esto no se puede perder”. Y en la que tuvo, ¡la mandó guardar! Gol con más verraquera que técnica, con más huevos que táctica. Pero un gol que vale oro. No solo por el empate, sino porque con ese puntazo prácticamente le decimos hola de nuevo a los cuadrangulares. ¡Vamos pa’ encima, carajo!

Y qué decir de la hinchada, mi gente hermosa. Se mojaron, se aguantaron el sufrimiento, se quedaron sin uñas y sin voz. Pero nunca, nunca dejaron de alentar. Ahí estaban, firmes, con banderas, con cánticos, con el alma expuesta. Este empate es para ellos, para los que no se mueven ni con la tormenta ni con el marcador adverso. Ustedes son el verdadero motor del Medellín.

Alejandro Restrepo, con vos hasta el fin, profe. Porque más allá del libreto, más allá del planteo, este equipo tiene identidad. Tiene sangre poderosa. El equipo se pudo haber caído, pero no. Convirtió la adversidad en impulso, la presión en carácter. ¡Esto es lo que nos gusta ver, DIM! Jugadores que se matan por la camiseta, que no bajan los brazos, que representan lo que somos.

Este empate sabe a victoria. Sí, parcero. Porque no es lo mismo empatar con dos menos, contra el rival de patio, con toda en contra… y hacerlo así, en los últimos minutos, con el corazón en la mano. Esto no fue solo fútbol. Esto fue una lección de vida: cuando se lucha hasta el final, cuando se cree con el alma, todo es posible. ¡Y el Medellín lo hizo!

Así que a celebrar este punto como se merece. A lo paisa, con orgullo y con la frente en alto. Que se enteren todos: el Poderoso está vivo, fuerte y listo para pelear lo que venga. Nos vamos metiendo en los cuadrangulares, y si hay algo claro es que nadie va a querer cruzarse con este equipo lleno de valentía. ¡Vamos, Medellín! Esto apenas comienza.