Regate Femenino
·24. Januar 2024
Getafe: un lugar en la historia de la Champions

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“Esto es fútbol, papa”, que decía hace unas semanas José Bordalás en una rueda de prensa que pasará a la historia en Getafe. Criticado por su duro estilo de juego, el técnico alicantino suma ya más de treinta años en los banquillos. Pese a pasar por Alavés, donde consiguió ascender a Primera, Alcorcón e incluso Valencia, Bordalás es sinónimo de Getafe. Un equipo de autor, al que ha logrado consolidar en la máxima categoría e incluso clasificar a Europa en 2019. Sin embargo, hoy no vamos a hablar ni del Getafe ni de Bordalás, pero si del ahora llamado Estadio Coliseum. Tras unas polémicas declaraciones de Alfonso Pérez, el ayuntamiento de la ciudad madrileña decidió cambiar el nombre de lo que en 2010 fue sede de una final europea femenina. La primera bajo la denominación comercial de UEFA Women’s Champions League.
Y que a nadie le sorprenda. Aquel partido hizo honor al equipo azulón. Un 0-0 en 120 minutos que se resolvió en la tanda de penaltis. La primera final sin goles y decidida desde los once metros. Dieciocho disparos se necesitaron para levantar el título. Toda una oda al fútbol que consagró al Turbine Potsdam y abrió una herida en el Olympique de Lyon. Las alemanas consiguieron imponer la lógica en su gran esplendor futbolístico, ganando su segundo título europeo a costa de un inexperto Lyon que llegaba a su primera final. No seria la última, como el tiempo ha demostrado, y es que esa derrota supuso el inicio de una hegemonía que aún perdura en el fútbol europeo. Aquella final fue el principio del fin para unas y el comienzo de una época gloriosa para otras.
Turbine Potsdam llegaba al partido tras haber dejado por el camino a tres equipos nórdicos sin apenas complicaciones: Honka, Linkoping y Roa. Tan solo se les atragantó el duelo en semifinales ante Duisburg, vigente campeón del título. El partido se decidió en una tanda de penaltis mucho más corta que la de Getafe, abriendo las puertas al equipo alemán para su tercera final. La primera la ganaron en 2005 al Djugarden sueco -se les daba bien todo lo que era Escandinavia-. Un año después, perdían ante el FFC Frankfurt. Cabe recordar que el fútbol alemán se repartía el pastel con Suecia por el dominio europeo. Tan solo Arsenal había sido capaz de romper con el binomio. Favoritas en la final, Turbine Potsdam contaba con un equipo puramente alemán, salvo la presencia japonesa de Yuki Nagasato.
Al otro lado encontrábamos a un Olympique de Lyon que tras vencer sin problemas al Mašinac Niš, Fortuna Hjørring y Torres, sudó para dejar fuera al Umea, bicampeón del torneo. Era la tercera vez del equipo galo en competición europea. Los dos años anteriores se quedaron en semifinales, por lo que llegar a Getafe fue todo un premio para ellas. Pese a la falta de experiencia, las francesas contaban en su plantilla con jugadoras que trece años después han dejado huella. Sarah Bouhaddi, Wendie Renard, Amandine Henry o Auriele Kaci formaron parte de aquel conjunto que, aunque parezca mentira, llegaba como David para enfrentarse a Golliat. Como han cambiado los tiempos.
Dos estilos de fútbol distintos chocaron en Getafe. El físico del Potsdam fue sorprendido por la garra de las francesas de Farid Benstiti. Y ocasiones las hubo aunque el resultado no acompañara. De hecho el Olimpique de Lyon dominó el primer tiempo y tuvo varias ocasiones para adelantarse antes del descanso. La más clara salió de las botas de Louisa Nécib, la Zidane del Lyon, que estrelló el balón contra el larguero en un disparo de falta. Sin embargo, el segundo tiempo vio en la kosovar Fatmire Bajramaj la mejor arma las germanas. Pese a que Nadine Keßler no disfrutó de su mejor día, Turbine Potsdam fue capaz de sacar las uñas y por poco no decidió la final. De nuevo, la madera se interpuso. Esta vez para evitar el gol de Anja Mittag en los últimos minutos.
No cambio el guion en la prórroga. Mittag de nuevo puso en apuros a Bouhaddi bajo palos, pero la media hora se quedó. Era el turno para la lotería de los penaltis. Y nunca mejor dicho. Porque por muy cerca que lo tengas, nada te garantiza vencer al azar. Si no que se lo digan al Lyon y a Amandine Henry. Tras los fallos de Zietz y Mittag para el Potsdam, la centrocampista francesa tenía el cuarto gol en sus botas. Once metros la separaban de convertirse en heroína. Pero Sarholz, rozando el reglamento al adelantarse de la línea de gol, paró el balón a la joven perla francesa en su tercer año en la capital del Ródano. Sus lagrimas al final del encuentro lo decían todo. Y es que en ese disparo se desvanecieron todas las esperanzas lionesas.
Volvió a fallar Herlovsen, y aunque acertaron Renard, Simone e incluso Bouhaddi, de nuevo el larguero se aliaba con la portería de Sarholz para sacar el disparo de bocajarro de Thomis. En la otra cara, un Turbine Potsdam que tras sus dos primeros fallos fue infalible y marcó cinco goles consecutivos. Entre camisetas azulonas del Getafe y banderas españolas, las germanas lograban un nuevo título camino a la Bundesliga. Seis triunfos en ocho finales para los equipos alemanes. 10.372 aficionados hicieron del Coliseum un lugar privilegiado en la historia de la Champions. Sede a la que el mismo Alfonso Pérez quiso agarrarse en la polémica que le sacó del estadio de su ciudad, pero en el nunca jugó como local. Sí lo hizo en el Santiago Bernabéu, donde ese mismo año Bayern e Inter se vieron las caras en la final. De unos 10 mil aficionados a más de 73 mil.
Tras unas polémicas declaraciones en una entrevista para El Mundo, el nombre de Alfonso Pérez, exfutbolista nacido en Getafe y con pasado en el Real Madrid, Betis y Barcelona, fue retirado del estadio de la ciudad madrileña. El getafense aseguró que “no puede ser equiparable para nada el fútbol femenino y el masculino, porque todo va en función de los ingresos que generes y de la repercusión mediática”. Para después añadir: “A mí me gustaría cobrar lo de Cristiano Ronaldo, pero no soy tan bueno. Es lo que hay. Cada uno tiene que saber dónde está. No se pueden quejar. El fútbol femenino ha evolucionado, pero deben tener los pies en el suelo y saber que no se pueden equiparar en ningún sentido con un futbolista hombre».
Como respuesta, el Ayuntamiento de Getafe acordó la retirada junto al club del nombre Alfonso Pérez al Coliseum. Mismo Alfonso Pérez que en una entrevista para el mismo medio señaló: “Obligaría a Guardiola y a las chicas de la selección femenina a besar la bandera española». Considerada justa o no la medida, el menosprecio al fútbol femenino dejaba en evidencia a quien llegó a ser embajador de la final de 2009. Pese a que el exdelantero se exculpó, en Getafe no van a dar un paso al lado y la decisión ya es firme. Paradójicamente, el club madrileño no cuenta con un equipo femenino. «¿Fútbol femenino? Nosotros somos una empresa privada y decidiremos lo que tengamos que hacer y cuándo», se mostró contundente Ángel Torres tras ser presionado por la alcaldesa a tomar dicha decisión.
La polémica está servida en la ciudad madrileña. Ya sea por el estilo de fútbol del equipo o por la controversia con el Coliseum, que aún espera apellido. No obstante, Getafe también presenció una final que marcaría el nuevo rumbo para el nuevo modelo de la Champions League femenina. Allí nació un equipo ganador como el Olympique de Lyon. Y es que de las derrotas te haces más fuerte, dicen. Curiosamente, la siguiente edición volvió a enfrentar a ambos equipos, pero con un final muy distinto. Porque, aunque no lo recordemos, hace unos años también había fútbol femenino. Muy lejos del foco mediático, pero con la ambición de alcanzar lo que hoy ha logrado.
Imágenes de Getty Images.