
La Colina de Nervión
·19. Mai 2025
El partido más importante se juega ahora

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·19. Mai 2025
Ganamos cuando teníamos que ganar; fue todo al rojo y todo en rojo. El sevillismo ganó el partido del Sevilla Fútbol Club contra los canarios y ahora vamos a ganar el próximo, que no es precisamente contra el Real Madrid, sino contra nosotros mismos. La fortuna de no estar en manos de un millonario oriental reside en que a la nefasta diligencia actual se le puede presionar desde el rumor de la calle y el clamor de la grada hasta hacerle la vida imposible; al millonario chino de los valencianos o a los jeques árabes de Málaga o Almería, ya me dirán cómo se les telepresiona. Por eso había que bloquear al patógeno más peligroso: 777 de la mano de Benavente. El pragmatismo sevillista lo sabía y las protestas no fueron unánimes, a pesar de que en algún partido, como contra el Atlético de Madrid, fueron especialmente inoportunas, pero nunca tan masivas como al pitar el final del encuentro.
Por cierto, qué lástima que una de las mejores canteras de España y Europa, como la canaria, tenga al Tenerife en tercera y a Las Palmas en segunda. Esta es la consecuencia del colonialismo futbolístico español; mientras tanto, una de las peores, Madrid, acumula cinco clubes en la élite. A lo mejor no es solo un asunto de fútbol; miren las tasas de desempleo y pobreza de Canarias y compárenlas con Madrid.
Caparrós lo ha dicho: “Antes de hablar de planificación, hay que restaurar la paz social.” ¿Cómo se restaura? Dije hace unas semanas que los Del Nido deberían tener ya una hornacina en el museo del club junto con Castro; han labrado la maravilla de la reciente historia del Sevilla Fútbol Club. Propongo una nueva figura de reconocimiento: presidentes de leyenda. Pero todo tiene su fin. Si uno se empeña en durar más de lo debido, no alcanza la imposible inmortalidad, sino la más que probable pestilencia. Para ser presidente eterno, como Don Ramón Sánchez-Pizjuán, hay que estar muerto, y no creo que los Del Nido ni Castro deseen tal estático estado.
Hay que mantener el rumbo y cambiar los timoneles. Y para seguir el rumbo hay que actualizar las cartas de navegación y renovar el puente de mando. De lo contrario, “el ir a por ‘ellos’” se convertirá en “el ir a por ellos”. Confío en que la mayoría accionarial que ha dado las mayores glorias a este club no querrá pasar con un borrón negrísimo al cuaderno de bitácora del sevillismo. Si se resisten a la necesaria eutanasia, estarían manchando la memoria de nuestros muertos y traicionándose a ellos mismos.
El partido y el árbitro, otra vez, no hablamos. No era tarde de fútbol. Valdano decía, en frase muy celebrada, que “el fútbol es lo más importante dentro de lo menos importante”; pues el Sevilla Fútbol Club es lo menos importante dentro de lo más importante. El sevillismo ha sido unánime, oigan y escuchen. Esto es un juego, amigos y amigas, y por eso es severísimo.
“Jugar un juego es la tentativa voluntaria de superar obstáculos innecesarios, empleando sólo los medios permitidos por las reglas, con el fin de alcanzar un resultado específico, siendo ese resultado la aceptación del sistema de reglas que hacen imposible alcanzarlo por los medios más eficientes.” (Bernard Suits)