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·03 de junho de 2025
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Fernando López asumió la dirección general del Real Zaragoza con una hoja de ruta ambiciosa: devolver al club a Primera División, consolidar un proyecto con estabilidad interna y modernizar la institución mirando a 2027, año en el que está prevista la inauguración de la Nueva Romareda. Sin embargo, la realidad ha puesto a prueba la viabilidad de esos objetivos, obligando a recalibrar tanto las expectativas deportivas como la estructura del club.
La salida de Raúl Sanllehí abrió paso a un perfil diferente. López, de 41 años y con experiencia en North America al frente del Ottawa -filial del Atlético de Madrid-, llegó avalado por Miguel Ángel Gil Marín. Su aterrizaje fue directo: “El ascenso es el único objetivo”. Pero los acontecimientos de la pasada temporada, marcados por una sucesión de entrenadores —Víctor Fernández por decisión propia, Miguel Ángel Ramírez cesado— y la marcha de un director deportivo con renovación pactada, Juan Carlos Cordero, dejaron al descubierto la volatilidad de una planificación continuamente interrumpida.
El plan inmediato, por tanto, saltó por los aires ante una campaña que rozó el desastre deportivo; el descenso sólo se evitó en el tramo final. A pesar de esos contratiempos, López mantiene firme una de sus apuestas: la modernización institucional. Ejemplo de ello es la incorporación de Jesús Medina, ex del Linares, como responsable de infraestructuras y proyectos, papel clave en el proceso de reforma del estadio y la actualización de la SAD.
En la parcela deportiva, el presente es una encrucijada. El entrenador Gabi Fernández, portavoz en este contexto de cambios, dejó claro tras la derrota en Castellón que la reconstrucción del equipo requiere paciencia: “Tenemos que ir poco a poco construyendo un equipo que en dos, tres o cuatro años pueda estar en Primera. Lo que nos cueste”. Una visión que contrasta con los intentos fallidos de crear proyectos inmediatos y que sugiere una construcción gradual como vía para cimentar el ascenso.
El club, arrastrado por una inercia de ciclos cortos y reconstrucciones obligadas, encara otro verano marcado por la provisionalidad: incertidumbre respecto a la continuidad del cuerpo técnico y la dirección deportiva, dudas en la confección de la plantilla —con hasta siete jugadores finalizando contrato— y la ausencia de una base sólida de futbolistas sobre la que sustentar el proyecto.
Así, el Zaragoza de Fernando López intenta mantener el foco en la modernización y la estabilidad interna, mientras lidia con la necesidad de resultados inmediatos en un entorno donde la paciencia escasea. El reto pasa ahora por dotar de continuidad a la idea de club, resistiendo la tentación de cambios drásticos tras cada revés y apostar por un crecimiento sostenido, acorde al horizonte de 2027.
Source: El Periódico de Aragón