
La Colina de Nervión
·31 de março de 2025
Ya toca

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·31 de março de 2025
Una tía mía, del Sevilla Fútbol Club consorte, tan aficionada a la lotería como escasa de recursos, cada vez que no le sonreía el bombo decía que cuanto más perdía, más cerca estaba el gordo. Murió y el gordo nunca ni siquiera le rozó. Ella intuía la cardinalidad subjetiva de la probabilidad (cuantas más rondas juegas y pierdes, más próximo está el éxito), pero ignoraba la cardinalidad objetiva (cuantos más números juegas, más posibilidad de que te toque). De esa brecha entre cardinalidad subjetiva y objetiva es de donde extraen las cuantiosas ganancias las empresas de lotería. Pero mi tía no era tonta y sabía que su verdadera ganancia era la ilusión semanal de salir de la escasez. Esta ilusión de la que vivía mi tía es de la que viven muchas criaturitas en los derbis.
En los últimos 51 enfrentamientos en liga entre el Sevilla Fútbol Club y el Real Betis solo han ganado 8; creen que ya les toca, y hacen bien: en esa ilusión les va la vida. El matemático David Sumpter, en el libro Soccermatics, explica que el fútbol no es un asunto de mala o buena suerte, sino de probabilidad. ¿Entonces ya toca? ¿No? Sí, pero en ocasiones los atractores desnivelan la cardinalidad objetiva en estos encuentros. Sumpter no pretende reemplazar la pasión por el fútbol con ecuaciones, sino mostrar que el juego es aún más fascinante cuando se entienden sus patrones invisibles. Es una invitación a pensar el fútbol no solo con el corazón, sino también con la cabeza.
Un atractor es un estado o conjunto de estados hacia los cuales tiende un sistema dinámico con el tiempo, sin importar exactamente dónde empieza. Es como una especie de «imán de comportamientos» dentro del espacio de posibilidades del sistema. Aquí viene lo interesante: la aparición de un atractor rompe la simetría de las probabilidades. Ya no todo es igual de probable porque el sistema empieza a preferir ciertos estados o comportamientos.
¿Cuáles son los atractores de los derbis? En las criaturitas, las ansias frustradas que les hacen cometer errores incluso cuando están mejor; y en nosotros, la fortaleza del león herido por la agresividad impulsiva del eterno perdedor. Y lo peor para ellos, y lo mejor para nosotros, es que esos atractores operan en el plano inconsciente. Esto es aún más relevante cuando se trata de elecciones complejas de coordinación tomadas en décimas de segundo, como es el caso de un partido de fútbol.
Este dispositivo es tan perverso que cuanto más se intenta corregir el plano consciente, más se refuerza el trauma en el inconsciente. Pellegrini apostó por el miedo táctico y le salió bien a medias. Esta victoria exigua les vale tres puntos —siempre valiosos, cierto— pero no les sirve para desterrar el pánico ni los fantasmas. García Pimienta y la plantilla han tocado techo; lo dije ya en el partido ante el Athletic Club: ahora la cuestión es que el suelo sea aceptable y para eso hay que cerrar las heridas pronto y ganar al Atlético de Madrid. El Sevilla Fútbol Club jugó a no perder escandalosamente; lo consiguió… pero eso es muy pobre. García Pimienta no puede hacer mucho más, pero tampoco sabe hacer nada nuevo. La verdad es que si al final nos salva del susto: gracias y a otra cosa mariposa.
La mejor noticia de esta semana ha sido, paradójicamente, otro deplorable espectáculo de Benavente, pero certifica que este antiguo sevillista no volverá nunca más a ser presidente del Sevilla Fútbol Club. Ahora hay que reconstruir el proyecto y la mayoría sevillista sobre los ejes que tantas glorias nos dieron. ¿8 de 51? ¿Dónde hay que firmar el abono a esa probabilidad?