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·03 de outubro de 2024
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Varios aspectos separan a este Madrid del de la temporada pasada: Vinicius y Bellingham, la defensa, las dudas con el sistema… Y Mbappé todavía no ha eclosionado como para cubrir esas carencias.
Era cuestión de tiempo. El Real Madrid había empezado la temporada sin transmitir sensaciones convincentes en lo relativo al juego, pero a nivel de resultados las cosas, más o menos, iban saliendo: sin derrotas en las ocho primeras jornadas de Liga, aunque cosechando tres empates, y con triunfo también en el debut de Champions. Pero hay ciertas taras en el equipo blanco en estos momentos y tarde o temprano iban a implicar un tropiezo de los gordos. Y llegó en Lille, donde el Madrid firmó un partido muy pobre en ataque, pese a un arreón final en el que bien mereció el empate.
Pero son varias las cosas que no terminan de funcionar. La más evidente es que, sin Kroos, al Madrid le cuesta mucho más hacer fútbol. Ancelotti ha apostado por un juego más vertical, pero de momento no le sale y la producción ofensiva es habitualmente baja. Pero hay otras cuestiones, como los momentos individuales de figuras claves del curso pasado, como Vinicius o Bellingham, o las dudas que transmite Ancelotti en torno al sistema, que empezó siendo uno y últimamente está siendo otro.
Si hubo dos figuras que cimentaron en gran medida el éxito del curso pasado, fueron Vinicius y Bellingham. Pero ni uno ni otro están alcanzando ese nivel, al menos de momento. En el caso del brasileño, suma sólo tres goles, aunque los acompaña con nada menos que siete asistencias (incluidos penaltis provocados). Lo suyo es una cuestión más de sensaciones, no transmite la frescura para el regate de temporadas anteriores, e incluso del inicio de este curso. Y la estadística lo respalda: intenta menos regates que en la pasada campaña (antes, 8,3 cada 90 minutos; ahora, 7,5) y logra menos con éxito (3,3 contra 2,6), su porcentaje de acierto en estas acciones ha caído un poco (del 39% al 35%) y, sobre todo, dispara mucho menos, pues el pasado curso rozaba los dos disparos a puerta cada 90 minutos (1,7) y esta temporada no llega ni a uno (0,9).
En el caso de Bellingham, el bajón es mucho más palpable: apenas lleva dos asistencias, sin goles, en siete partidos disputados. La pasada campaña, tras siete partidos, había anotado seis tantos. No se deben comparar fríamente estas cifras, pues su rol ahora, desde la llegada de Mbappé, es muy distinto, pero el inglés anda aún buscando su mejor versión como medio, esa que ofreció, por ejemplo, en la segunda parte de la Supercopa de Europa ante el Atalanta. Ancelotti lo sabe, pero le va a dar todo el tiempo del mundo: “Su posición es la misma que el año pasado, con todo el éxito logrado el año pasado. Ahora las cosas no le salen con la misma claridad, pero sólo hay que esperar”.
El triunfo del Real Madrid el curso pasado fue inesperado para muchos, incluido el propio Ancelotti, que reconoció que no esperaba que diesen ese nivel, de principio a fin de la campaña, perdiendo sólo dos partidos (ambos ante el Atleti). Y fue, además, uno de los equipos con mayor sello de autor de la carrera del italiano: sin Benzema ni un reemplazo, ideó un 4-4-2 en el que Bellingham sería finalizador en varios momentos. Así, el inglés hizo 23 dianas, la mayor parte en el tramo inicial del curso. Luego, cuando Vinicius y Rodrygo alcanzaron velocidad de crucero, el británico retrasó su posición para jugar como interior puro, aunque con permiso para llegar.
Pero para este curso salió Kroos y llegó Mbappé, y Ancelotti cambió de nuevo el dibujo para volver al 4-3-3, un esquema que conocen bien en el Madrid. El equipo ha funcionado prácticamente a chispazos desde que arrancó la temporada con ese sistema, pero ante la ausencia de Mbappé en el Metropolitano, Carletto prefirió volver al 4-4-2 de la pasada campaña, incluso teniendo a Endrick como opción para mantenerlo. Y en Lille, insistió en esa idea. La creencia común siempre ha sido que el Madrid arrancaría con el 4-3-3 la campaña y la terminaría con cuatro medios y un esquema más sólido. Ahora, todo son dudas en ese sentido. No sabe nadie qué traje le sienta mejor al equipo blanco.
Si hay un punto en el que la plantilla del Madrid está claramente corta de efectivos, es en el centro de la defensa. Apenas hay dos centrales sanos, Rüdiger y Militao, a la espera de otro que está por llegar (Alaba) y con otro más que no cuenta y lo sabe (Vallejo). Tanto es así que Tchouameni acabó el duelo ante el Lille de zaguero, una posición en la que agrada mucho a Ancelotti, aunque a él no le haga tanta gracia. Y el problema es que los centrales no son sólo escasos, sino que andan lejos de su mejor punto de forma. Rüdiger brilló la pasada campaña, prácticamente sin altibajos; Militao se la pasó lesionado y cuando volvió dejó patente su falta de ritmo, pero esta temporada combina actuaciones buenas con otras cuestionables, como en el derbi ante el Atleti.
Y el mayor problema es que ambos juegan sin red, ante la falta de efectivos para rotar.Nacho, el eterno cuarto central, ya no está y su ausencia puede hacer mucho más daño del que parece. Y Ancelotti además no anda del todo contento con la disposición del alemán y el brasileño, sobre todo en lo relativo a la salida del balón: normalmente Militao juega en la derecha y Rüdiger, en la izquierda, pero ante el Alavés se intercambiaron y en el derbi empezaron también volteados, aunque luego volvieron a la disposición original. Sea lo que sea lo que buscase Carletto, parece que sigue sin aparecer.
En la parcela defensiva, sólo Carvajal está cumpliendo las expectativas. Mendy, por su parte, sigue ofreciendo sensaciones encontradas. En defensa se mantiene rocoso, impenetrable, digno de ese título de “mejor lateral del mundo, defensivamente” que le dio Ancelotti en su momento. Pero en este Madrid corto de ideas en el medio es especialmente importante un lateral que profundice y sepa moverse en espacios reducidos, como hacían Roberto Carlos y Marcelo, y eso el francés no puede darlo. Y Carletto lo sabe: en Lille, le dejó en el banquillo en el descanso para dar entrada a Fran García, un carrilero de perfil claramente más ofensivo.
En la medular sucede algo similar, pero magnificado: Tchouameni sigue ofreciendo muchas dudas. Ante el Lille apenas hizo tres recuperaciones, una cifra insignificante para un jugador de su posición, más todavía teniendo en cuenta que Camavinga, sin ritmo y jugando más adelantado, realizó siete. El ex del Mónaco muestra demasiada frialdad para una posición de mucho contacto y con balón tiene la obligación de llenar los zapatos que dejó vacíos Kroos, una tarea complicada que se le está haciendo bola. Con balón es pulcro (en Lille, 94% de acierto en el pase), pero apenas arriesga. Y ese conservadurismo lo paga el equipo con el juego lento y previsible del que se quedó Ancelotti en rueda de prensa tras la primera derrota de la temporada.
Todas estas carencias las puede tapar Mbappé con sus goles y de momento no se le puede echar en cara que no esté marcando: lleva siete dianas el francés hasta el momento. El problema es que ha dejado poco más para el recuerdo, hasta ahora. Tres de esos goles fueron de penalti, dos en remates dentro del área con cierta dificultad y otro a puerta vacía. Su tanto al Alavés, tras conexión con Bellingham, recorte y remate, ha sido lo más cercano a su versión en plenitud del PSG, apenas un chispazo que da esperanza, pero que sabe a poco. Bien es cierto que está jugando en una posición como la punta en la que le llegan muchos menos balones con espacios para encarar, pero en los momentos de atasco el Madrid necesita más de él. No fue así en Lille, a donde llegó bastante justo de su recuperación por problemas musculares, aunque se vio como para viajar y jugar, aunque fuese saliendo desde el banquillo.
Pero no todo son malas noticias en el Madrid. Hay también futbolistas que mantienen el tono de la pasada temporada y que incluso lo mejoran. Ya hemos mencionado el caso de Carvajal, que sigue en una plenitud física con la cual, es difícil de rebasar. También está Valverde, un pulmón inagotable que, además, está volviendo a ver portería con facilidad, algo que le costó mucho el curso pasado, en el que hizo tres tantos; este ya lleva dos. Y además, se ha erigido en principal tirador de las faltas de larga distancia, pudiendo lucir así su potentísima diestra. También está Modric, que el curso pasado empezó de morros al ver que había perdido protagonismo, pero que este curso sabe desde el inicio lo que hay y al que las circunstancias le están dando más minutos de los que esperaba. Sin Kroos, es el medio de perfil más similar al del alemán y en los partidos de pocos espacios su concurso acaba siendo imprescindible. Su entrada en Lille, junto con Güler, dio lugar a los mejores minutos del Madrid en el encuentro. A sus 39 años recién cumplidos, sigue teniendo que aportar y el Madrid, qué ironía, le necesita más que nunca.
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