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·28 de novembro de 2024

Un himno eterno creado de madrugada

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“El himno del Barça es al fútbol lo que el Satisfaction de los Rolling Stones es al rock&roll”, le dijo Andrés Montes al periodista catalán Jordi Robirosa. Algunos himnos son poco conocidos fuera de su ciudad. Muchos clubes los modifican, buscando sin fortuna una versión que genere consenso. Luego hay otros que se convierten en símbolos, y son conocidos hasta por los rivales, que no pueden evitar mover los pies y susurrar la letra de la canción. Cuando suenan las primeras notas del Cant del Barça, todo el mundo lo reconoce al instante. Y cuando irrumpe la primera frase (“Tot el camp…”), millones de personas ya saben la que vendrá después (“…és un clam”). Muchos de los que se saben de memoria el himno ‘culé’ no hablan ni entienden el catalán. Poco importa, la letra sale sola. “Nunca olvidaré la primera vez que pisé Japón. Me recibieron cantando el himno en perfecto catalán. Fue especial”, recordaba Pep Guardiola en su momento.

El Barça ya había tenido algunos himnos antes. Aunque el primero, curiosamente, había sido olvidado y no se supo de su existencia hasta hace pocos años, cuando Manel Tomàs, documentalista del Centro de Documentación y Estudios del Barça, encontró una referencia en el libro Historia del FC Barcelona, escrito por Daniel Carbó en 1924. Al parecer, fue un militar gallego, José Antonio Lodeiro Piñeiroa, quien compuso el Foot-ball Club Barcelona Himno Marcha. Lodeiro, natural de Mondoñedo (Lugo) y músico mayor de la banda del regimiento de infantería de Alcántara número 58, había sido destinado a Barcelona en 1907, donde se enamoró del fútbol. Y del Barça, del que se haría socio y crearía su primer himno, estrenado el 17 de julio de 1910 en una fiesta que se celebró en el viejo campo de la calle Industria, con motivo de los títulos conseguidos esa temporada. La partitura del himno apareció en 2014 en el archivo familiar de los Garrote, una estirpe de músicos gallegos. La letra, obra de un militar nacido en Puerto Rico cuando la isla era española, Santiago Albert López, apareció en 2017 en la colección privada de los Peris de Vargas, familia que dio muchos socios, jugadores y un presidente al club.


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El Cant del Barça, uno de los himnos deportivos más famosos, nació hace medio siglo entre arreglos y ansias de libertad

Pero aquel ‘himno marcha’ no triunfó. Estuvo vigente hasta el 25 de febrero de 1923, cuando en el estadio de Les Corts se organizó un homenaje a Joan Gamper. Ese día se podía comprar un programa del partido donde aparecía la letra del nuevo himno, compuesto nada menos que por el maestro Enric Morera (el mismo que había escrito La Santa Espina, con letra de Àngel Guimerà, y Baixant de la Font del Gat, dos de las canciones catalanas más famosas todavía en la actualidad) y redactado por el político y escritor Rafael Folch. El himno fue prohibido por las autoridades franquistas en 1939, y el Barça simplemente se quedó sin canto hasta 1949, cuando se presentó otro más políticamente correcto; es decir, sin menciones a Catalunya. En 1957, el año de la inauguración del Camp Nou, Josep Badia escribió el Himne a l’estadi, con música de Adolf Cabané y donde por primera vez aparecía la palabra ‘Barça’. Finalmente, en 1974, llegó la revolución.

El Cant del Barça, como se llama en realidad el himno oficial del club, nació cuando la entidad azulgrana se preparaba para sus 75 años de vida. La idea era una canción festiva para esos días, pero se convirtió en un himno para la eternidad. El encargado de crearlo fue el músico Manuel Valls, el tío de quien llegaría a ser primer ministro francés y concejal en Barcelona. Valls, nacido en Badalona y doctorado en Derecho, era un músico bastante autodidacta pese a haber pasado por el conservatorio del Liceu. Profesor en la Universidad de Barcelona y en la Escuela de Arte Dramático Adrià Gual, ganó el concurso que organizó el club para convertir en pieza musical el poema que habían escrito Josep Maria Espinàs y Jaume Picas. La elección de estas dos firmas no fue casual.

El texto se encargó a Espinàs y Picas, dos enamorados de la lengua catalana. “Frases cortas y en cada frase, una idea”

Todo el mundo sabía que era cuestión de meses que Francisco Franco falleciera. Y en las calles de Barcelona se palpaban las ansias de libertad. El presidente del club, Agustí Montal, era de perfil conservador, aunque un firme defensor de la democracia. Así que, poco a poco, fue desafiando a las autoridades con pequeños gestos. Un ejemplo: en un partido disputado el 3 de septiembre de 1972, sonó por primera vez el catalán por los altavoces del Camp Nou para anunciar que se había perdido un niño. Tomás Pelayo Ros, el entonces gobernador civil de Barcelona, le dijo a Montal que quería una lista de los responsables para que acabaran con sus huesos en la cárcel esa misma noche, aunque acto seguido el anuncio también se emitió en castellano. Y el gobernador se calmó un poco. El niño, por cierto, no existía. Aquello fue una pequeña rebelión.

Decíamos que el club pidió el texto de su nuevo himno a Espinàs y Picas. El primero ya era, por aquel entonces, una firma muy amada en la sociedad catalana. Doctorado en Derecho, era una alma libre que enamoraba por sus artículos y sus libros escritos después de largos viajes, siempre a pie, por diferentes regiones, donde hablaba con la gente para conocer el alma del lugar. Además, Espinàs era uno de los fundadores de Els Setze Jutges, grupo que inició el movimiento de la Nova Cançó, una corriente de cantautores inspirados por la música francesa que cantaban en catalán. Picas era uno de sus socios, un exsoldado republicano que había vuelto del exilio en 1941, escribiendo guiones, creando editoriales y adaptando para la televisión algunas de las obras más famosas del teatro catalán…

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