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·04 de fevereiro de 2025
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Claudio Giráldez lleva todo el mes de enero repitiendo lo mismo: "Estoy deseando que se acabe el mercado". El técnico porriñés conoce mejor que nadie lo que hay en Casa Celta, y sus temores están más que justificados. Obviamente jamás lo reconocerá, porque es un hombre de club, pero la política temeraria del Celta ha tenido hoy su cierre más preocupante con la venta de Douvikas sin encontrar una alternativa.
El Celta cierra el mercado con las cesiones de Tadeo Allende, Luca de la Torre y Aidoo, y los traspasos de Bamba y Douvikas. Para contrarrestar todas estas bajas ha llegado Iker Losada cedido desde el Betis, y Jones El-Abdellaoui, un proyecto de buen jugador, que deberá foguearse en el Celta Fortuna, pero que en ningún caso parece que vaya a ser una solución en esta temporada. O al menos es lo que parece.
Todo al verde. Ese es el mantra que repiten Marián Mouriño y sus acólitos. Y no está muy claro que cuando dicen verde se refieren al terreno de juego. La venta de Tasos Douvikas solo se justifica si llega un delantero, ya no pido de garantías, pero una alternativa para Borja Iglesias, más allá de Pablo Durán, que seguro que defiende su puesto, pero a la vista de lo que nos jugamos es muy posible que el Celta eche de menos en algún momento de la temporada otra alternativa. Sobre todo porque Douvikas, aún sin jugar como titular, ofrecía un perfil diferente al de Borja Iglesias, que algún partido o momento del mismo podría requerir.
Durante toda la tarde, cuando empezó a sonar el traspaso de Douvikas al Como, di por hecho que el Celta tendría alternativas. La salida del griego no es una sorpresa ni algo inesperado. Se viene hablando de ella desde antes que se abriese el mercado. Es increíble que a un club serio lo pille el toro de esta manera, especialmente cuando la venta del griego no llega por un clausulazo sino por un acuerdo con el Como italiano. ¿Cómo es posible que el Celta no tuviese nada preparado para esta contingencia?. Aún tienen la opción de acudir al mercado de agentes libres, aunque es un recurso que el Celta nunca ha usado.
El Celta decidió, cuando se llegó al mes de enero, que la salvación estaba hecha. A partir de ahí llega el conformismo y la falta de ambición. Con el equipo en ese momento a tiro de Europa se podría apostar por, cuánto menos, no debilitar la plantilla. Ahora nos encontramos en una situación cada vez más complicada. La permanencia no está ni mucho menos cerrada, y Europa, ya no es que sea una utopía, es que ni tan siquiera es un objetivo. Basta con conseguir que la afición sea lo más conformista posible y a vivir tranquilos. Ellos, porque el celtismo nunca acaba de estarlo. Y ahora, a rezar para que Aspas vuelva a hacer lo de siempre.