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·16 de julho de 2025
Roncero empezó el año con el septete y acabó renegando de Vinicius: Venta de humo

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El madridismo más mediático empezó el año pasado como un huracán de euforia. Desde su tribuna en AS y El Chiringuito, Tomás Roncero lanzaba vaticinios como si no hubiera un mañana. “Este año ganamos el septete”, proclamaba.
Roncero tenía la seguridad de quien cree haber visto el futuro. Supercopa, Liga, Copa, Champions, Mundial de Clubes, Supercopa de Europa… y hasta el Trofeo Bernabéu si hacía falta. Todo caería de un lado y nada ni nadie podía parar al Real Madrid.
El Real Madrid venia de ganar Liga y Champions y Roncero era de la opinión de que, añadiendo a Mbappé a ese equipo, el Real Madrid sería invencible.
Un año después, la realidad ha sido otra. Muy otra. El presunto adivino, convertido en meme para muchos rivales, ha acabado la temporada renegando de su gran ídolo, Vinícius Júnior, al que él mismo ayudó a elevar a los altares.
La lista de fracasos del Real Madrid esta temporada es tan larga como los discursos eufóricos de Roncero en septiembre. La Supercopa de España se esfumó frente al Barça. En la Copa del Rey, el Madrid también cayó ante el Barça.
La Liga la perdieron con semanas de antelación. En la Champions, el Manchester City volvió a recordarles quién manda. Ni rastro del septete.
Y paseos del Barça en los cuatro clásicos, con la ascensión a los altares de Lamine Yamal.
Y eso por no hablar del papelón en el Mundial de Clubes, que ya ni emociona a los propios madridistas, o de la invisibilidad de ciertos jugadores en los momentos clave. Un cúmulo de decepciones que ha dejado en evidencia a muchos, pero a Roncero en particular.
Roncero fue el primero en subirse al tren de “Vinícius, Balón de Oro”. “El jugador más desequilibrante del mundo” y “el nuevo emblema del Real Madrid”, decía.
Lo defendió a capa y espada, incluso cuando su rendimiento en los partidos grandes no justificaba tanto elogio. Pero todo cambió al final del curso.
En los últimos programas, el tono cambió. Roncero comenzó a señalar a Vinícius por su actitud, por no marcar diferencias cuando se le necesita. Y, sobre todo, por las tensiones que está generando en el vestuario con sus exigencias salariales.
La situación ha explotado. Roncero, que soñaba con que el brasileño heredara el 7 de Cristiano, ahora no descarta que se marche. “El club es más grande que cualquier jugador”, dijo en su última intervención.
Si hay algo que ha dejado claro esta temporada es que como vidente Roncero no se ganaría la vida. Ha errado cada uno de sus pronósticos.
Del septete, ni rastro. De la supremacía blanca, solo humo. Y del dominio de Vinícius, apenas palabras vacías.
El Real Madrid se ha caído por su propio peso y Roncero se ha hundido con él.
Es lo que tiene montarse películas, y creérselas, para que luego la realidad te ponga en tu sitio. Cuando el criterio se basa en la ilusión, los deseos y los sueños, pasan estas cosas.
El “¡Hala Madrid!” con el que firmaba sus vaticinios ahora suena más a súplica que a proclama. Porque cuando uno lo apuesta todo a siete… y no gana ninguno, no queda otra que agachar la cabeza.
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