
La Galerna
·20 de novembro de 2023
Real Madrid Femenino: la gran encrucijada

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·20 de novembro de 2023
El Real Madrid femenino ha vuelto a la casilla de salida. A los orígenes de su creación. Volvemos a estar a años luz del FC Barcelona, como hace 3 años. La temporada pasada hubo al menos algo de competitividad en el partido de liga jugado en Barcelona (derrota por 1-0, de penalti dudoso), y en la Supercopa (3-1).
La derrota de ayer en Montjuic (5-0) duele más que nunca porque fue una derrota sin paliativos, con un equipo merengue entregado desde el minuto 15 de la primera mitad, sin ninguna ocasión de gol (jugadoras como Bruun o Raso apenas tocaron el cuero), y con una superioridad tan aplastante que ni siquiera el 5-0 refleja lo sucedido sobre el terreno de juego: pudo ser un tanteo de escándalo, un 8-0 o un 9-0, tal fue la diferencia entre ambas escuadras.
El Real Madrid femenino ha vuelto a la casilla de salida. A los orígenes de su creación. Volvemos a estar a años luz del FC Barcelona, como hace 3 años
Ya el año pasado el Real Madrid femenino perdió una ocasión histórica para empezar a rellenar la vitrina de títulos: la Copa de la Reina 2023 resultó ser la competición más barata en años, con la prematura eliminación del Barça (por alineación indebida) ante el Osasuna, y jugando la final ante un Atlético de Madrid bastante inferior a las nuestras. Aquella tarde-noche de Butarque, con clara superioridad madridista también en las gradas (proporción de 3 a 1 fácilmente), acabó en enorme decepción tras regalar al rival un 2-0 de ventaja en el minuto 85. La pésima dirección de Alberto Toril (nadie todavía se explica, por ejemplo, los 0 minutos que jugó aquella noche Esther González), sumada a una encomiable actitud de las jugadoras rojiblancas (el mundo al revés, el “Hasta el final” se contagió entre las huestes colchoneras), impidió, en una noche que acabó con un aguacero digno del mismísimo Noé, levantar una Copa que le había caído del cielo al Real Madrid.
No se sabe cuándo habrá una oportunidad similar. Y, como sabemos, nuestro club favorito está hecho para ganar. Independientemente de la forma con la que se consigue llegar al triunfo. Estando el FC Barcelona en las 3 competiciones (4, si contamos la Supercopa) en las que estamos, a saber, la Liga, la Copa de la Reina y la UWCL, pocas (o ninguna) opciones van a tener las nuestras para tocar metal.
Estamos condenados pues, si no se cambia nada desde el club, a ser segundones en dichos campeonatos, apenas a clasificarnos para la Champions League (para ser eliminados como mucho en cuartos de final). Es decir, y duele decirlo, que estamos condenados a ser un Atleti de la vida. Justamente lo que ni somos ni queremos ser.
Cierto es que el FC Barcelona nos lleva mucha ventaja en cuanto a años dedicados al fútbol femenino. Su estructura es superior en todo a la nuestra. Incluso son capaces de conseguir —si las cifras que dan son ciertas— que su sección femenina sea rentable, gracias sobre todo a sus acuerdos de esponsorización, a los que se añaden mejores taquillas que las del Madrid.
Estamos condenados pues, si no se cambia nada desde el club, a ser segundones en dichos campeonatos, apenas a clasificarnos para la Champions League. Es decir, y duele decirlo, que estamos condenados a ser un Atleti de la vida. Justamente lo que ni somos ni queremos ser
Hay que reconocer que ver ayer un estadio de Montjuic con casi 40.000 espectadores para el Barça-Madrid (así como los varios llenos que han conseguido en el Camp Nou, llevando a 90.000 personas en Champions League) da bastante envidia y, sobre todo, mucho que pensar. Quien les escribe, que ha asistido al menos 20 veces al Di Stéfano para ver a nuestras jugadoras, jamás ha visto llenar un estadio de un aforo que apenas llega a las 5 mil localidades. Es más, en el único duelo ante el Barcelona en Europa (con escasa 3000 personas en Valdebebas), era sorprendente ver que casi había más aficionadas del Barça que del Madrid. Pregunté a algunas de ellas si venían de Barcelona, y el 100% me dijo que no, que eran madrileñas y forofas del Barça. Y lo curioso es que más de una me decía que simpatizaba con el equipo masculino del Real Madrid.
Cierto es que los jóvenes (y los niños) tienen tendencia a ir con el equipo ganador, y el FC Barcelona lleva ganando mucho tiempo en fútbol femenino, siendo indiscutiblemente ahora mismo el referente mundial. Pero eso de ser a la vez del Madrid masculino y del Barcelona femenino a mí dejó totalmente descolocado.
Nuestro querido club debe seriamente reflexionar, como se preguntaba ayer Alcalá-Zamora, hacia dónde quiere ir en esta sección. Desde luego, actualmente, y pese a los graves contratiempos que acaba de sufrir —por culpa de los parones de selecciones— con las graves lesiones de nuestra mejor jugadora, Caroline Weir, y de nuestra mejor promesa, Carla Camacho, tenemos un equipo muy poco competitivo, apenas nos da para ser subcampeonas y poco más.
La única opción para obtener resultados a corto plazo es pues una gran inversión en jugadoras que realmente marquen la diferencia, es decir extranjeras como la noruega Caroline Graham Hansen o españolas como Salma Paralluelo, teniendo en cuenta que las grandes jugadoras nacionales arraigadas en el Barcelona difícilmente van a salir de allí rumbo al Madrid (Alexia Putellas o Aitana Bonmatí aún no han renovado, pero lo harán). Habría pues que peinar el mercado del fútbol británico para atraer galácticas (Asllani lo fue en su momento) a nuestro club. Eso significa por tanto fuertes inversiones en una sección que ya de por sí es muy deficitaria.
La única opción para obtener resultados a corto plazo es pues una gran inversión en jugadoras que realmente marquen la diferencia
También habría que abrir el melón de la afición: en general, al madridista de a pie, lamentando decirlo, no le interesa nada el fútbol femenino. Como ya ha quedado dicho, no somos capaces de llenar nunca el Di Stéfano. ¿Sería pues arriesgado hacer una prueba en el mismísimo Santiago Bernabéu? La semana pasada hubo una ocasión pintiparada para ello, en el Madrid-Chelsea de UWCL, en una semana sin fútbol masculino por el parón de selecciones. Yo creo, sinceramente, que esta idea ni se la planteó el club. Resultado: 2913 espectadores para ver, posiblemente, el que va a ser el mejor partido del año en Europa, ante un club que lleva 4 años ganado la Superliga inglesa y que ha jugado finales de Champions.
En definitiva, estamos en una encrucijada peligrosa, con un equipo que no gana, ni va a ganar a corto plazo. Que no compite lo suficiente ni en España ni en Europa (y recordemos que en fútbol femenino no hay otra competición en Europa aparte de la UEFA Women Champions League). Que, aparentemente, no quiere hacer grandes desembolsos para atraer a las mejores jugadoras del mundo. Que no es rentable, bien al contrario, es claramente deficitario. Que no tiene sponsors potentes, a diferencia de su mayor rival. Que no tiene una afición arraigada, afición a la que le atrae básicamente la victoria (como ocurre en fútbol masculino y como ocurrió en baloncesto, cuando casi dejó de lado a los suyos cuando no ganaban, sobre todo en los primeros años de este siglo). Que no llena nunca el estadio (y, por lo tanto, nadie se arriesga a hacer una prueba en el Bernabéu, ni siquiera con localidades a 5€ o con las puertas abiertas). Y que está dirigida por Ana Rosell, cuyos principales méritos fueron con un equipo menor, el CD Tacón, y entrenada por Alberto Toril, que no está mejorando en mucho los números de David Aznar, y que tiene que convivir con el estrépito de la derrota inaceptable en la Copa de la Reina ante el Atlético de Madrid.
Todo ello teniendo en nuestras filas a dos titulares indiscutibles de la selección campeona del mundo (Teresa Abelleira y Olga Carmona), a la capitana que levantó el trofeo (Ivana Andrés), y a buenas suplentes como Oihane, Athenea, Oroz, Zornoza, Misa. Y titulares en selecciones potentes como Raso (Australia) y Toletti (Francia). Pero nos da para lo que nos da.
Quizás algunas voces dirán que es cuestión de paciencia, pero los madridistas no solemos andar sobrados de esta noble virtud. Y al menos los que hemos apoyado esta sección (y acudimos al estadio y vemos los partidos por TV) estamos deseosos de inaugurar nuestra alacena de trofeos. Y, por concluir, preocupa mucho que un país donde cada vez más niñas y jóvenes juegan al fútbol, se vean atraídas tan solo por los triunfos culés; sinceramente todo ello pinta un futuro peligroso de desarraigo hacia nuestros colores, personificados en el equipo femenino.
Fotografías: realmadrid.com