Parce, la gran enseñanza que nos ha dejado Muñoz en estos años | OneFootball

Parce, la vida a veces parece que te cierra todas las puertas, pero es pa’ mostrarte que hay una que se va a abrir gigante. Daniel Muñoz, el mismo que levantó la FA Cup con el Crystal Palace, hace 8 años no tenía ni pa’l bus, ni una visa pa’ irse a trabajar a los Estados Unidos, ni una oportunidad clara… ¡nada! Apenas 20 años y el sueño parecía más lejos que el arco de Neuer en un penal.

Pero vea pues, la vida le tiró un centro al corazón y el parce supo cabecearlo como los grandes. Lo llamaron a probarse en Águilas Doradas y él, sin saberlo, estaba caminando hacia ese momento que cambiaría su historia. No fue solo una prueba, fue la cita divina con su destino. ¡Era esa, la que había que coger sí o sí!

Antes de eso, el man ya había guerreado, parchado en mil canchas, buscando una chance. Colombia, México, España, Brasil… probándose por todos lados, comiéndose el mundo a punta de ilusión, pero las puertas se le cerraban una tras otra. ¡No le sonaba el celular, parce! Y cuando lo hacía, era pa’ decirle que no.

Pero Muñoz nunca dejó de soñar, ni de meterle el alma al fútbol. Fue en Águilas donde empezó a brillar, y luego llegó la llamada que todo pelao sueña: Atlético Nacional, el más grande, el que hace volar al que viene con hambre. Ahí se consolidó, se ganó al hincha, y se volvió ese jugador que hoy nos llena el pecho de orgullo.

Después de Nacional, el mundo se le abrió como un estadio lleno. Se fue al Genk en Bélgica, rompió todos los esquemas y demostró que estaba hecho pa’ cosas grandes. Ahora con el Crystal Palace en Inglaterra, no solo juega… manda, lidera, gana títulos. Se volvió referencia mundial y sigue siendo titular fijo en la Selección Colombia.

Hoy, 8 años después, el pelao que no tenía ni un chance ni pa’ ir a trabajar a otro país, es uno de los mejores laterales del mundo, con todas las letras. Y lo más verraco es que nunca cambió su esencia. Sigue siendo ese pelao humilde, creyente, trabajador y agradecido con Dios y con cada chance que la vida le dio.

Así que parceros, nunca bajen los brazos. La historia de Daniel Muñoz no es solo pa’ aplaudirla, es pa’ aprenderla. Los sueños sí se cumplen, pero no por arte de magia, sino a punta de trabajo, fe, y aguante del bueno. ¡Vamos con toda, que el fútbol siempre premia al que no se rinde!