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La Colina de Nervión

·09 de setembro de 2024

Números raros

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Usaré el denostado, al menos por mí… que soy un apátrida futbolero, parón por selecciones para intoxicar un poco. Ya se sabe que la exposición reiterada a pequeñas dosis de un tóxico reduce la intolerancia al mismo: con algo de teoría sobre el estado presente de nuestro Sevilla Fútbol Club. Dos de los grandes amores de mi vida son la vis teórica y la vis sevillista, y gracias a la generosidad de los editores de La Colina de Nervión puedo casarlos en estos artículos de opinión que semanalmente publico.

Un club de fútbol atraviesa estados diversos y variables distintas a lo largo de su historia: hace unos meses éramos campeones de Europa, hoy estamos en puestos de descenso con dos puntos. Los mismos, por cierto, que el eterno rival; nosotros deprimidos y ellos eufóricos. En pequeños detalles como este se palpan las grandes diferencias que nos unen y distancian a la vez…


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Si entendemos el presente del club como una microvariable de estado y alzamos la vista para dibujar un mapa de la totalidad, si tal cosa existe, de microestados posibles, obtendríamos el número ergódico de nuestro querido Sevilla Fútbol Club. Y sorpresa, veríamos que hay motivos para la esperanza, Macarena siempre, en especial en este siglo XXI, el siglo sevillista. Así como el miedo imposibilita, la esperanza, como la definía Kierkegaard, es la pasión por lo posible.

El «número ergódico» es, pues, la frecuencia con la que un sistema regresa a una región particular del espacio de fases dominante o medio. Para un sistema ergódico, esta frecuencia será proporcional a la medida de esa región, es decir, a la mayor probabilidad de que el sistema esté en esa región en un instante dado. Y la región más probable del Sevilla Fútbol Club desde aquel zurdazo del divino Puerta (Porta Coeli de Nervión) es Europa, no donde estamos ahora.

Y aunque un club de fútbol es un sistema social vivo y, por tanto, no puede ser considerado como un sistema ergódico, pues su trayectoria singular depende por completo de su historia (condiciones iniciales) y del curso específico de acción tomado, si recurrimos a una interpretación dinámica de la mecánica estadística, podemos obtener el número ergódico de una entidad particular (en este caso el Sevilla Fútbol Club) no sin abusar compasivamente de la analogía original. Y de esta forma es factible la comparación y la esperanza.

El número ergódico del Sevilla Fútbol Club en este siglo XXI es de 62,52, solo superado por Madrid (83,74), Barcelona (82,30) y Atlético de Madrid (67,52), y por encima del palmerín (51,52). Es, pues, un número ergódico de Champions. El número ergódico del Sevilla Fútbol Club en la Europa League, basado en las posiciones alcanzadas desde 2000 hasta 2024, es aproximadamente 2,27. Esto refleja su impresionante rendimiento, ya que ha alcanzado en promedio una posición cercana al segundo puesto, siendo un claro dominador de la competición con múltiples títulos.

Y allí volveremos más pronto que tarde. Pero esto solo será real si la confianza colectiva del sevillismo, el factor clave en el que ha sustentado la ergodicidad del siglo sevillista, se mantiene viva. La fe mueve montañas y marca goles. Se pidió destituir a Juande Ramos a mitad de la primera vuelta aquel día que se empató con el Español, luego nos trajo cinco títulos nacionales y europeos. Casi los mismos, o de igual tenor, clamaron por el cese de Emery a mitad de la primera ronda de la liga; éramos colistas, y después nos regaló tres copas de la UEFA. Así podemos ver cómo el sevillismo siniestro ha errado estrepitosamente casi siempre y se volverán a equivocar otra vez.

Pensemos lo que pensemos de los actuales dirigentes, del entrenador, de este hombre yo no tengo motivo alguno para opinar mal, o de la plantilla (atesoro ilusión, ya lo he dicho): tenemos que alimentar esa lógica de la creencia que nos ha hecho ser lo que somos. El sevillismo, a diferencia de lo que se dice en muchas ocasiones, demasiadas, no es una afición de altas exigencias al modo que lo puedan ser un juez severo o un rígido profesor de autoescuela, sino que es una afición de alta confianza, por eso puede ser tan brutal su desconsuelo. Esta elevada confianza no está depositada en nadie, ni en nada. Es endógena, no exógena. Por este motivo, son tan peligrosos los brotes psicóticos alimentados por el miedo como el del momento actual. Que la puerta del cielo que abrió Antonio Puerta no la cierre ningún logaritmo grosero.

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