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La Galerna

·27 de junho de 2024

Nacho y Joselu: agradecimiento eterno y decepción final

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Arabia Saudí es un inmenso país de 32 millones de habitantes regido por una monarquía absoluta y que declara al Corán como su única Constitución. Carece de Parlamento propiamente dicho —los partidos políticos y sindicatos están prohibidos— por lo que el poder Ejecutivo reside en el Rey, que designa a unos ministros cuyas decisiones puede vetar. Posee una cuarta parte de las reservas de petróleo del mundo (260 mil millones de barriles), hecho que condiciona todas sus políticas y relaciones diplomáticas con el exterior.

Al ser la sharía o ley islámica la única fuente de derecho en Arabia, sus principales carencias respecto a las libertades y la democracia las sufren las mujeres y las niñas, que viven tuteladas por la figura masculina; la prensa, controlada y perseguida en aquellos casos en los que aboga por el aperturismo o la denuncia; y las minorías, como la homosexual, directamente prohibida.


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Desde 2016, puso en marcha el plan conocido como Vision 2030, un conjunto de iniciativas y medidas en todos los ámbitos —político, cultural, deportivo— con el objeto de mejorar su imagen y atraer inversión extranjera. Respecto al fútbol, la estrategia tiene dos ejes: crear una liga potente con fichajes de relumbrón (Cristiano, Benzema, etc.) y organizar un Mundial en 2034, objetivo que ya tiene cerrado.

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Por su parte, Qatar se sitúa en una pequeña península del golfo Pérsico en la que viven sólo 2,7 millones de habitantes, de los que la mayoría (2,3) son extranjeros llegados en gran parte como mano de obra. Su Constitución, que entró en vigor en 2004, establece formalmente una separación de poderes, que en el caso Legislativo corresponde al Consejo de la Shura, mientras que el Ejecutivo lo dirige un Emir, que designa y dirige un Consejo de Ministros.

El minúsculo país posee la tercera reserva de energía más grande del planeta y está entre los cinco primeros respecto al PIB. Enfrentado con su entorno —principalmente con Arabia—, sus designios políticos están regidos por los Hermanos Musulmanes, considerados por la propia Riad y otros países suníes como una organización terrorista.

La decepción no elimina ni desluce el agradecimiento a Nacho y Joselu, pero sí tiene un espacio propio en el sentimiento final, cuando estos dos jugadores hubieran merecido, como mínimo, una despedida al estilo de la de Kroos

La estrategia futbolística del Emir, una vez celebrado el Mundial en su país, es ejercer su influencia a través de los clubes europeos, con el PSG como bandera, y utilizarlos como juguetitos para atraer a grandes jugadores y tratar de asaltar los cielos. Y todo con la anuencia de las autoridades, que le permiten pasarse el fair play financiero por el forro del turbante.

El fútbol, para el despistado que aún no lo sepa, es un actor geopolítico más, con un poder de influencia comparable al mayor de los fenómenos de masas. Por eso, los países que acumulan demasiada basura debajo de la alfombra no disimulan en subirse al barco del balón y distraer a quien sólo le vale con los goles y el espectáculo.

Así que, después de expresar toda la gratitud que pueda caber en el pecho del madridista y rendir el reconocimiento más alto que merecen, no podemos esconder que el que dos emblemas blancos, como Nacho y Joselu, acepten ser parte de la utilización del deporte como lavado de imagen también provoca cierta decepción. Y es que no se van dos cualquiera, sino dos españoles (si nada cambia, en plantilla sólo quedarán cinco), que, además, son canteranos y mitos por derecho propio.

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La decepción, insisto, no elimina ni desluce el agradecimiento, pero sí tiene un espacio propio en el sentimiento final, cuando estos dos jugadores hubieran merecido, como mínimo, una despedida al estilo de la de Kroos.

Por último, cabe señalar que aunque es cierto que el papel de los futbolistas no pasa en primer término por ser referentes morales, sí les agradeceríamos —por aseo intelectual y respeto a sí mismos— que obvien aquello del “deseo de vivir una experiencia nueva junto a mi familia” cuando justifican su decisión de irse a sitios como Arabia o Qatar. Cuando vas a un país en el que las mujeres no pasan de electrodomésticos y los homosexuales de enfermos a exterminar, agarra el dinero, diviértete y regresa como un héroe añorado.

Getty Images.

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