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·22 de janeiro de 2025
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El 21 de enero de 2025 será una fecha muy complicada de olvidar para el aficionado colchonero y, sobre todo, para Julián Álvarez. Un jugador que a sus 24 años ha ganado ya todo podría pecar de aires de estrella, pero el argentino es distinto. Noble, trabajador y con ganas de seguir rompiéndola durante mucho tiempo, la araña llegó al Atlético de Madrid para noches como la de ayer.
Un delantero llamado a marcar época lideró a su equipo hacia un imposible con su doblete. Un triunfo que se veía como una utopía al descanso tornó en realidad cuando Julián hizo lo que mejor sabe hacer, jugar al fútbol. Porque sí, el nueve del Atlético no es solo un punta. Es un jugador total. Ya sea en funciones de delantero centro, cayendo a banda o viniendo a recibir a la media punta, el argentino brilla por encima del resto.
Y lo hace porque en su ficha de futbolista aparece destacada la palabra entrega. Su trabajo sobre el césped y su despliegue físico son dignos de admirar. Ayer, ante un Leverkusen con un hombre más durante 51 minutos, Julián no dejó de incordiar a su presa en ningún momento. Y Simeone, que precisamente tonto no es, era consciente de ello y lo demostró al sustituir a Griezmann y no a su compatriota para la recta final.
Más allá de la euforia vivida en un Metropolitano que sostuvo a los suyos cuando tocaba, más de uno sufrió un déjà vu viendo el partido de Julián. Ese dorsal 19 que porta el gran fichaje veraniego trae buenos y exitosos recuerdos a la mente del hincha colchonero. Ni más ni menos que Diego Costa, la pantera en la que se reencarnó la araña para desatar el delirio colectivo.
El gol del empate ante el Leverkusen fue como ver de nuevo al hispano-brasileño con la camiseta rojiblanca. Un balón largo, con intención pero a la nada, para que el argentino inventase algo. Y entonces, como hacía Diego Costa, Julián peleó para llevarse el duelo ante un Tah que le dobla en cuerpo y estatura, encaró área y definió a la red sin que Grimaldo ni Kovar pudieran hacer nada.
Exhibición de registros para iniciar el camino hacia una remontada que él mismo selló. No se puso nervioso ante la situación. Últimos minutos de partido y Kovar salió para tapar, pero Julián lo tenía bajo control. Con la sangre fría del que está acostumbrado a derribar a su presa, amagó para luego mandar un pase a la portería. Una caricia al balón, un zarpazo al Leverkusen y una noche redonda para él y su nuevo hogar, el Atlético de Madrid.
Cuando en verano se pagaron 75 millones para que Julián dejara Manchester existían motivos de sobra para hacerlo. Y ahora, pasados ya cinco meses desde su llegada, esos argumentos no han hecho más que crecer. Empezó con alguna que otra duda, motivada por el escaso descanso en un verano de Copa América y Juegos Olímpicos, pero ya se han disipado.
Van 16 goles en 31 partidos, es el máximo goleador del equipo y en Champions suma 6 tantos en 7 jornadas. Precisamente, solo Diego Costa había alcanzado antes esa cifra en la competición europea en menos partidos (5 encuentros). Y con Diego Costa al frente del ataque, ya saben todos lo que consiguió el Atlético. Ahora es el momento de Julián Álvarez, un delantero de época que lo quiere todo como colchonero.