La Galerna
·19 de novembro de 2024
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Fábio nació en Vila do Conde, tierra de astilleros y pescadores, el 11 de marzo de 1988. Aquel día, en España, el número uno en las listas de éxitos era para la versión de Pet Shop boys de Always on my mind. Y lo que siempre estuvo en la mente del portugués, además del Real Madrid, fue el mar.
Fábio Coentrão nació predestinado. Desde la misma concepción, el mar se precipita por las hélices de su ADN.
Así lo relataba en Empower Brand Channel: «Mis raíces estaban aquí desde que nací. Mi padre siempre tuvo barco. Él siempre estaba pescando y yo solía acompañarlo, me gustaba mucho. Cuando tenía un poco de tiempo libre, cuando estaba de vacaciones, toda mi vida era el mar y la pesca. Sabía que el fútbol un día se acabaría y tendría que tomar otro camino. Mi felicidad pasa por esta tierra, por el mar y, obviamente, quiero llevar esta vida».
Fábio nunca se ajustó a estereotipos y demostró siempre una querencia más hedonista que estajanovista. No se llevaba especialmente bien con los horarios estrictos. Algunos le acusaban de fumarse algún partido esgrimiendo molestias más espectrales que reales. Fue cazado echándose un piti durante la celebración de su vigésimo cuarto cumpleaños y su despiste era proverbial: llegó a sentarse en el banquillo sin estar convocado para carcajeo general de compañeros y cuerpo técnico.
Pero poca broma con don Fábio; relegó al banquillo a una leyenda del Real Madrid como Marcelo. De las botas de Coentrão brotó el gol de Bale en Mestalla de la final de Copa de 2014 contra el Barça, el galés apenas tuvo que empujar la asistencia del lateral blanco. La misma campaña, en las semifinales de Champions frente al Bayern de Guardiola, también regaló un gol a Benzema. Asimismo, conviene recordar que formó parte del once titular de la final de la Décima, uno de los encuentros anclados en la memoria de todo madridista.
Fábio Coentrão es un pescador a quien solo pudo desviarle de su destino, durante unos años, el sueño de jugar en el Real Madrid
Cuando colgó las botas volvió a hacer gala de su singularidad. No siguió ligado al fútbol como técnico, director deportivo o cualquier otro puesto institucional. Tampoco montó ninguna agencia de representación de jugadores. No abrió discotecas ni restaurantes, no fundó ninguna marca deportiva. Fábio volvió al mar, a la pesca, a su vida, con su particular filosofía y escala de valores: «Tengo trabajadores tanto jóvenes como mayores con más experiencia. Pienso que todo el mundo merece tener el derecho a trabajar».
Cuando aún jugaba en el Madrid, ya compró su primer barco de pesca y, tras su retirada, invirtió en la adquisición de más navíos. «Quiero alcanzar los 40 años y tener 10 barcos». Porque Fábio Coentrão es un pescador a quien solo pudo desviarle de su destino, durante unos años, el sueño de jugar en el Real Madrid.
«Cuando tenía 15 años quería jugar en el Real Madrid. Sabía que tenía un largo viaje por delante, uno muy difícil, y sé que aquí (la pesca) posiblemente también va a ser muy duro, pero soy una persona optimista, tengo mucha confianza».
Coentrão afirma que «la gente que ama el mar necesita seguir su voluntad» y el Madrid es el océano donde desembocan todos los sueños, el mar donde se vierten las voluntades.
Al gran patriarca de su Real Madrid, también le gustaba pescar. El viejo y el mar pasaron muchas horas juntos a bordo de la Saeta Rubia.
Pese a lo que habrán leído, el gran objetivo de Santiago no era un marlín, sino la Copa de Europa. Décadas después, Fábio no ganó ningún Nobel, pero logró pescar un par de ellas con el Madrid.
Getty Images.
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