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·28 de junho de 2024

Estrada Fernàndez y su lucha homérica contra la corrupción arbitral

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Ayer tarde se celebró una charla-coloquio sobre el libro La verdad del caso Negreira. Mi lucha contra la corrupción arbitral, del exárbitro Xavier Estrada Fernàndez, escrito en colaboración con el periodista Miguel Ángel Pérez y publicado por la Esfera de los Libros. El evento fue organizado por la Agrupación Justicia y Cultura y presentado por su presidente, Mariano José Herrador Guardia. Contó con la presencia del periodista deportivo Roberto Gómez. Y allí estuvo La Galerna.

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El acto tuvo lugar en el Ateneo, pero no el marido de Atenea, la de ojos glaucos, hija de Zeus, que como sabemos jamás se casó y mantuvo una virginidad perpetua, sino el Ateneo de Madrid, la reputada institución cultural que durante sus más de doscientos años de historia —levemente más tiempo del que el FC Barcelona pagó a Negreira— ha sido presidida por personas de la talla de Ramón María del Valle-Inclán, Cánovas del Castillo, Miguel de Unamuno o Manuel Azaña, por lo que puede considerarse una proeza presentar un libro en tan magno escenario.


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Atenea, la de ojos glaucos, es una diosa de la guerra, pero no de una guerra bárbara, como su medio hermano Ares, sino de belicidad inteligente y ordenada. El apolíneo Xavier Estrada Fernàndez ha optado por la misma forma de lucha contra lo corrupto, y el 24 de febrero de 2023 lanzó una primera flecha con su arco de plata en forma de querella por un delito de corrupción deportiva o fraude deportivo (fraude en los negocios) contra José María Enríquez Negreira, exvicepresidente del CTA, y su hijo Javier Enríquez, coach y acompañador de árbitros, como lo definiría Homero. La segunda flecha fue este libro, publicado algo más de un año después de la querella, en el que intenta responder, con la ayuda de Miguel Ángel Pérez, a la pregunta que puede leerse en la contraportada: ¿Cómo pudo ser posible que el número dos del colectivo arbitral, con poder sobre la carrera profesional de los colegiados, con una enorme influencia sobre ellos, estuviera a sueldo de un club?

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La presentación del libro comenzó puntualmente. Tras la introducción de Mariano Herrador, el moderador le cedió las riendas a Roberto Gómez, quien comenzó hablando claro y calificó el caso Barça-Negreira como el más grave del deporte (junto con la lacra del dopaje), no solo del fútbol. Y resumió el tema de manera sencilla y contundente: «El Barcelona pagó a un juez casi ocho millones de euros». Porque los árbitros son jueces y José María Enríquez Negreira era quien mandaba sobre ellos. Adecuada forma de expresarlo si tenemos en cuenta que buena parte de la concurrencia estaba formada por juristas, recordemos que el acto estaba organizado por la Agrupación Justicia y Cultura y también se hallaban miembros de la Asociación Justicia y Opinión.

Roberto Gómez: «El Caso Barça-Negreira es el más grave del deporte»

El veterano periodista destacó la valentía de Estrada Fernàndez al dar este paso adelante en un mundo, el del arbitraje, que calificó de oscuro, y afirmó que «la transparencia en el tema arbitral a lo largo de la historia nunca ha existido». La primera pregunta que le realizó al exárbitro fue si ese dinero que pagó el Barça a Negreira fue para comprar árbitros.

El de Lleida respondió..., perdonen, abro aquí un paréntesis al más puro estilo Roberto Gómez para mandar un saludo a las buenas gentes de Lleida, lugar donde viven grandes amistades.

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Bromas aparte, el de Trujillo no se anduvo con medias tintas a la hora de condenar la situación del arbitraje, de la Federación y, en general, del fútbol español. Tampoco restó un ápice de importancia a la gravedad de la adulteración de la competición perpetrada durante lustros por parte del FC Barcelona.

Decía que el de Lleida respondió a la pregunta de Roberto recordando que el propio Negreira afirmó que el club azulgrana le pagaba por neutralidad, para asegurarse que no se tomaran decisiones que perjudicaran al Barça y que es el propio exvicepresidente del CTA quien debe explicar qué significa eso exactamente. Como bien apuntó Miguel Ángel Pérez después, las palabras de Negreira significan que si confesó que intervenía de alguna manera, vino a reconocer que se adulteraba la competición.

La pregunta ¿adónde iba el dinero que percibía Negreira del Barça? es un señuelo para distraer al público del fondo de la cuestión, como se comprobó en la ronda final de preguntas, donde se incidió en este aspecto. Como no se ha averiguado el destino de esos millones ni se ha demostrado que los árbitros cobrasen puntualmente cantidades de manera ilícita (aunque la Guardia Civil investiga el asombroso enriquecimiento de varios colegiados), quienes desean desviar la atención afirman que no hay caso.

Miguel Ángel Pérez dio en el clavo: el delito lo constituye el hecho de que un club pague al vicepresidente del CTA y la prueba son las facturas que obran en poder de Hacienda

Miguel Ángel Pérez dio en el clavo: el delito lo constituye el hecho de que un club pague al vicepresidente del CTA y la prueba son las facturas que obran en poder de Hacienda, no es necesario demostrar si ese dinero sirvió para pervertir voluntades, sino que se trata de un delito de mera actividad.

Roberto Gómez llegó al fondo de la cuestión antes mencionado en su siguiente intervención. Comentó que un árbitro profesional de Primera División gana en torno a 400.000 euros anuales y, si además es internacional, puede rozar los 600.000. Añadió después lo sabido por todos —excepto por quienes tienen interés de algún tipo en negarlo—, que Enríquez Negreira hacía y deshacía en el tema de ascensos, descensos e internacionalidades.

Es decir, los emolumentos de un árbitro podían mermar o aumentar centenas de miles de euros al año en función de que Negreira los promocionase o defenestrase. Y Negreira estaba a sueldo del Barça. Blanco y en botella. O azulgrana y en el Código Penal, como prefieran.

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Estrada explicó que la supuesta corrupción sistémica arbitral es una estructura piramidal que se replica en las diferentes federaciones, desde el fútbol base hasta la élite, y atestiguó que la objetividad es poca a la hora de promocionar a un colegiado y por tanto incrementar notablemente sus ingresos, porque es una decisión del Comité bastante subjetiva. Añadió que, curiosamente, los árbitros beneficiados suelen ser asambleístas.

Sobre este asunto, Xavier dio a conocer que durante el proceso judicial había recibido del juzgado el sumario donde venían reflejadas las calificaciones de los árbitros durante la etapa investigada. Y resaltó que, por ejemplo, un trencilla que aparecía en las clasificaciones del CTA en puestos de descenso luego fue premiado con la internacionalidad.

Roberto Gómez y Estrada Fernàndez hablaron de las famosas concentraciones de los árbitros en las que según algunos Negreira solo acudía a comer anchoas y charlar. Xavier las vivió y su testimonio distó mucho de esa falacia.

Estrada Fernàndez: La objetividad es poca a la hora de promocionar a un colegiado y por tanto incrementar notablemente sus ingresos, porque es una decisión del Comité bastante subjetiva

La realidad es que los colegiados se concentraban en un hotel. Primero acudían uno a uno a una habitación donde el doctor les realizaba el pertinente reconocimiento médico. Después, entraban en la habitación del capo.

Allí estaba Negreira fumando sus puros —Estrada dixit— con un libro de grandes dimensiones abierto donde estaban escritas todas las anotaciones sobre el desempeño de los árbitros. En ese ambiente intimidante más propio de El Padrino, el número dos del CTA informaba a cada trencilla si estaba en el grupo de los de arriba o de los de abajo. En este último caso, les dejaba caer que como no espabilaran descenderían, con las consecuencias económicas mencionadas antes.

Hay que tener en cuenta que Negreira no solo contaba con los informes de cada árbitro, sino con toda la información que le suministraba su hijo, Javier Enríquez, coach de muchos de ellos —era el hijo del jefe, quién se iba a negar—. Los colegiados contrataban a Javier, le confesaban sus inquietudes y problemas, y luego el preparador mental se los filtraba a su padre, que, además del poder de decisión sobre el futuro de las carreras de sus subordinados, disponía de información sensible de muchos de ellos.

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Xavier Estrada Fernàndez formó parte del colectivo arbitral durante 27 años, 14 de ellos en Primera División con un suculento sueldo, si bien es cierto que inferior al de los futbolistas, verdaderos protagonistas de este deporte. Aunque las retribuciones de un trencilla eran cuantiosas, sobre este aspecto hay que destacar una puntualización del ilerdense: hasta hace cinco años —más o menos cuando cesaron las facturas de Negreira al Barça— los árbitros no disfrutaron de condiciones habituales en otros trabajadores: cotizaciones, Seguridad Social, etc. Se encontraban en un régimen laboral un tanto peculiar.

Si un trabajador no goza de condiciones estables aseguradas por ley, se encuentra al albur de los vientos que decida soplar su jefe. Si los colegiados no disfrutaban de un régimen equiparable al de un funcionario público, tenían la incertidumbre perpetua —confesada por Xavier— de no saber qué iba a ser de ellos al finalizar cada temporada. Hecho que les hacía, de manera inconsciente, más sensibles a contentar al que mandaba. Y el que mandaba sabemos quién era: el supuesto florero.

Si un trabajador no goza de condiciones estables aseguradas por ley, se encuentra al albur de los vientos que decida soplar su jefe

No es descabellado llegar a la conclusión de que este régimen potenciaba el poder de Negreira, de facto el Poseidón del CTA, y propiciaba que los árbitros fuesen más «manejables» al encontrarse en una posición de debilidad habida cuenta de su situación laboral.

Aun sin haber conocido a Negreira, Homero se refiere a Poseidón como el que sacude la tierra, el Prepotente o el Soberano, bebida seguramente bastante consumida en La Torrada, el bar de la expareja de Negreira y protagonista de otra anécdota contada por Estrada.

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Fernàndez recordó —en presencia de un experto como Roberto Gómez— las habituales comidas en el mesón Txistu de Madrid con motivo de alguna celebración deportiva. Comentó que cuando los compañeros pitaban en la Ciudad Condal decían que tenían que acudir al Txistu de Barcelona, que no era otro que La Torrada.

Según Estrada, el precio del cubierto era similar al del establecimiento madrileño, pero la calidad recibida distaba mucho de parecerse. Se trataba de un auténtico antro en el que se servía un pseudojamón de sobre en lonchas separadas con plásticos y si alguien pedía cava tenía que pagar un suplemento.

La visita para los árbitros era «obligatoria», al igual que el acompañamiento del hijo a los partidos, y casi nadie se negaba por miedo a represalias, con alguna excepción como Mateu Lahoz, que lo hizo cuando ya gozaba de estatus internacional. Y allí volvían a ser objeto de la influencia y las dotes de persuasión de Negreira.

Los emolumentos de un árbitro podían mermar o aumentar centenas de miles de euros al año en función de que Negreira los promocionase o defenestrase. Y Negreira estaba a sueldo del Barça. Blanco y en botella. O azulgrana y en el Código Penal, como prefieran

Xavier recordó que un árbitro de fútbol tiene que proyectar valores como la integridad, la disciplina, la honestidad, la trasparencia, la responsabilidad. Sin embargo, desde el Comité Técnico de Árbitros han promovido todo lo contrario. Por ejemplo, los audios del VAR tendrían que poder escucharse durante el partido, no publicar solo algunos y después del encuentro. Así se entendería que hay situaciones en las que se equivocan, pero con la máxima transparencia.

También se lamentó del escaso nivel y de la imagen ofrecida por el arbitraje español, y puso como ejemplo la Eurocopa. Según su criterio, no han ido los colegiados más en forma y la consecuencia ha sido que ningún representante de nuestro país ha pasado de dirigir un partido de grupos y ya han vuelto a casa. Todo ello a causa de la falta de criterios objetivos a la hora de promocionar a los trencillas.

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Miguel Ángel Pérez recalcó que al procedimiento judicial aún le queda un largo trecho. La Audiencia de Barcelona ha tumbado los delitos de cohecho —no consideró que Negreira ejerciera función pública— y de blanqueo, pero siguen en pie los de corrupción deportiva, administración desleal y falsedad documental.

Respecto a esto cabe recordar la pregunta que se hacía César Lage en La Galerna: «Si a efectos penales la RFEF no tiene condición de entidad jurídico-pública, ¿por qué el TAD puede proponer sanción a Rocha, máximo dirigente de la Federación?».

El periodista de Libertad Digital enfatizó las presiones que está recibiendo el juez Aguirre, instructor del caso, y lo complicado que es juzgar en Cataluña unos hechos tan graves como los que afectan al FC Barcelona, que todo el mundo sabe es más que un club.

un trencilla que aparecía en las clasificaciones del CTA en puestos de descenso luego fue premiado con la internacionalidad

Una persona intervino al final del coloquio para preguntar qué habría ocurrido si en lugar del Barça hubiese sido el Madrid quien hubiera adulterado la competición mediante la compra de la cúpula arbitral. No es necesario plasmar la respuesta brindada por Miguel Ángel Pérez, ya la saben todos ustedes.

Xavier Estrada Fernàndez afirmó que no hay nadie detrás de sus actuaciones, solo su familia y su voluntad. En caso de que hubiese algún tipo de ambición tampoco es censurable, él se ha limitado a denunciar unos hechos ominosos que van en perjuicio propio, del arbitraje, del resto de clubes y del fútbol. Solo resta agradecer su valentía y su sinceridad en el Ateneo, porque se enfrenta a una lucha homérica contra la corrupción arbitral.

Fotografías: Getty Images y Francisco Javier Sánchez Palomares.

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