En el duelo entre campeones, Estudiantes fue mucho más campeón que Vélez y festejó otro título | OneFootball

Estudiantes goleó a Vélez Sarsfield 3-0, en el estadio Madres de Ciudades de Santiago del Estero, en la final entre los dos campeones del año de la LIga Profesional y se adueñó del Trofeo de Campeones. El Pincha fue ampliamente superior, como lo indica el resultado, y así obtuvo su decimoséptimo título, equiparando la cantidad de vueltas olímpicas de El Fortín.

En el primer tiempo, Estudiantes mostró una efectiva, aceitada y veloz sincronización desde el medio hacia adelante y desniveló y desbordó con facilidad a una desorientada defensa rival. Más allá de un mano a mano que Matías Mansilla le tapó a Braian Romero, el dominio y las situaciones más punzantes era patrimonio del equipo de Eduardo Domínguez. Una actitud firme y decidida acompañaba el buen juego del conjunto de La Plata.

No sorprendió, entonces, que llegasen los goles del Pincha antes de finalizar el período inicial. Ambos nacieron de pelota parada y acabaron con perfectas definiciones. Sebastián Boselli saltó a la perfección, yendo a atacar la pelota en un tiro de esquina ejecutado por Joaquín Tobio Burgos,  para meter el cabezazo que pegó en el travesaño y en la espalda de Tomás Marchiori antes de entrar, a los 24 minutos.

Cinco minutos después, Tiago Palacios pateó un tiro libre,  Luciano Lollo cabeceó y cedió para Alexis Manyoma, quien cerca del segundo palo estiró su pierna derecha para poner el 2 a 0 y reflejar en el resultado la superioridad de Estudiantes.  Juego fluido,

Tocado en su amor propio, Vélez, con Leandro Desábato como técnico -Gustavo Quinteros no viajó porrque asistió al casamiento de su hija, una decisión entendible desde el punto de vista familiar, pero injustificablemente desde el punto de vista profesional- se lanzó en busca de la hazaña. Y así el partido creció en intensidad y emotividad. Una buen remate de Maher Carrizo pegó en el travesaño y Matías Mansilla se lució ante el intento de Francisco Pizzini.

Estudiantes, con la movilidad y atrevimiento de sus volantes ofensivos y atacantes, no se quedó atrás y también siguió generando peligro. Manyoma tuvo el tercero, cerca del final, y Tomás Marchiori se lo negó.

En el segundo tiempo, Vélez por obligación buscó atacar. Pero se equivocó mucho, fue pura intrascendencia y no llegó a elaborar ni una sola situación neta. Dispuso de la posesión, de balón y terreno, aunque jamás tomó la decisión correcta. Estudiantes, perfectamente parado y escalonado, no le dejó resquicios. No supo El Fortín como desenvolverse acertadamente, se diluía en pases lentos y anunciados o tiraba pases sin receptores válidos.

Con el excelente trabajo de Santiago Ascacibar, recuperando, ordenando y gestando, como referente de varios rendimientos individualidades, que fortalecieron lo colectivo, Estudiantes mantenía el control táctico y anímico del partido. Y con espacios libres, auguraba un nuevo festejo. Que se produjo a los 31 minutos de este segundo tiempo, con el centro de Eric Meza para otro salto y cabezazo formidables, esta vez de Guido Carrillo, para sellar una goleada inapelable.

Así se bajó el telón del año futbolístico en la Argentina, con Estudiantes coronado de gloria repitiendo una vuelta olímpica y alzando un trofeo-igual que en la final de la Copa de Liga, también ante Vélez Sarsfield y en Santiago del Estero- y ratificando la mística y gloria pincha. Vélez, que hace seis días se había coronado campeón del Torneo de la LIga, dejó pasar otra posibilidad en un año que perdió las tres finales que disputó (incluyendo la de la Copa Argentina ante Central Córdoba).