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·03 de julho de 2024

Elogio de Cristiano Ronaldo

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Mi primer recuerdo de Cristiano Ronaldo proviene de la Eurocopa 2004 disputada en Portugal. El día 12 de junio arrancaba el torneo continental de selecciones con el partido entre Portugal y Grecia. El equipo heleno ganaría aquel encuentro por 1-2 y acabaría proclamándose más tarde ganador de la Eurocopa en una de las mayores sorpresas del mundo del fútbol.  En la segunda mitad, Scolari sustituyó a Simão Sabrosa por un tal Cristiano Ronaldo. Recuerdo perfectamente a los comentaristas de ese partido glosando el historial de ese chaval poniéndolo por las nubes. Al parecer, el todopoderoso Manchester United de Sir Alex Ferguson acababa de hacerse con sus servicios por 12 millones, convirtiéndose así en el traspaso de un jugador juvenil más caro en la historia del fútbol inglés. Y además, el extremo estaba destinado a acabar sucediendo a la estrella lusitana Luis Figo, con el que a su vez compartía equipo de formación, el Sporting C. P.

Sinceramente, todas esas alabanzas me parecieron exageradas. El chaval lucía el dorsal 17 y tenía un aspecto algo desgarbado. Por otro lado, era bastante alto y tenía una constitución admirable para su edad. Ni qué decir tiene que de primeras mostraba velocidad y capacidad para encarar al defensa. No se escondía y eso ya era bastante. Y, para mi sorpresa, conseguiría el único tanto de Portugal en el tiempo de añadido.  En aquel torneo, Cristiano acabaría siendo titular y llegaría a disputar la final. Creo que todos nos quedamos con el soniquete de su estrambótico nombre. También es cierto que por entonces nadie podría adivinar hasta qué punto íbamos a convivir con él en las siguientes dos décadas.


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Llegados a este punto, me gustaría no ocultar algo de entrada. A mí ese chaval me caía mal. Bastante mal. Supongo que Portugal nos eliminara en la fase de grupos en aquella Eurocopa no hizo que le cogiese afecto. En esos años aún me emocionaba España.  Más allá del capítulo de selecciones, eso de que me vendieran al nuevo iluminado de turno y que además estaba llamado a jubilar a Luis Figo no me gustaba nada. He de decir que en aquella época Figo era mi jugador favorito junto a Raúl González Blanco. El luso era mi ídolo. Su fichaje galáctico me conmocionó siendo niño y es difícil asumir el hecho biológico a tan temprana edad. Por su parte, Cristiano desprendía aires de grandeza y jugaba para el Manchester United, uno de nuestros archienemigos en Europa. ¿Qué se había creído?

al principio, Cristiano me caía mal. No ayudaba que estuviera llamado a jubilar a Luis Figo, mi ídolo junto a raúl, ni que jugara en el Manchester United, uno de nuestros archienemigos en Europa

Para más inri, en un abrir y cerrar de ojos se apoderó del número 7. Heredar el número 7 en el United es tan prestigioso como hacerlo en el Madrid, pues auténticas leyendas como George Best y Éric Cantona llevaron el dorsal. También lo portaba su capitán David Beckham hasta que Florentino se lo arrebató a Ferguson para sumarlo a la iniciativa galáctica. En los seis años de Cristiano en Manchester, el mundo del fútbol asistió a su transformación total: de ser un futbolista individualista pasó a ser el líder de un equipo de élite.

Cristiano partía como extremo habilidoso con buena pegada de balón y durante sus años en el United fue haciéndose un jugador cada vez más completo y con una especial relación con el gol. Su evolución física corrió en paralelo con su transformación en el mejor jugador del mundo: a medida que cumplía años iba ganando en poderío físico. Y no paraba de ganar: tres campeonatos de liga, varias copas y supercopas nacionales y una Copa de Europa en 2008.

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Para entonces su figura emergía como la de Superman: Balón de Oro, Bota de Oro, Mejor Jugador y Bota de Oro de la Premier y un largo etcétera. En definitiva, Cristiano era el mejor jugador del planeta fútbol. Y el más mediático. Las marcas se lo sorteaban. Tenía algo de dios del Olimpo. Su cuerpo estaba esculpido y tenía el carisma de los grandes de la historia del deporte tipo Michael Jordan. Con el estadounidense le unía también que Nike le reservaba toda una gama de productos bajo su marca. CR7 era su simbología y su pasaporte crematístico. Pero lo fundamental era su mentalidad. Como Jordan, Cristiano era ya un animal competitivo a sus veintipocos años. No contento con la gloria, el de Madeira quería aún más. Era insaciable.

¿Y qué anhelaba? La gloria eterna. ¿Y qué es la gloria? El Real Madrid. Así fue como en el verano del 2009 recaló en Chamartín el ídolo portugués. Su traspaso batió todo los récords y su presentación desató la locura. El 6 de julio del 2009, un Bernabéu lleno hasta la bandera dio la bienvenida a su nuevo jugador. La expectación era total. Al estar el 7 ocupado por Raúl González Blanco, Cristiano escogió el 9. Y, en un guiño del destino, fue Alfredo Di Stéfano quien le entregó la camiseta. La Saeta Rubia le daba la alternativa. Aún nadie era del todo consciente de hasta qué punto aquel acto era tan sagrado como real.

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El resto es historia. Una historia que parecía imposible de materializarse. Los números de Cristiano en el Real Madrid son absolutamente apabullantes. No en vano es el máximo goleador de la historia del club más importante del planeta fútbol. Tras ganar la Décima empalmó dos Balones de Oro consecutivos. A nivel individual y grupal, batió todos los récords. A priori, nadie en su sano juicio podría prever un rendimiento tan alto. En definitiva, Cristiano lideró al segundo mejor Madrid de todos los tiempos.

En el verano de 2018, los caminos de Cristiano y del Real Madrid se separaron. El jugador entró en un periplo muy particular donde fichó por la Juventus dejando al Madrid 100 millones, 10 más de los que costó su incorporación. Después volvió a Manchester por un corto periodo y, finalmente, acabó fichando por Al-Nassr de Arabia Saudí, donde actualmente vive en su retiro dorado.

¿Y qué anhelaba Cristiano Ronaldo? La gloria eterna. ¿Y qué es la gloria? El Real Madrid

Sorprende su obsesión por seguir batiendo récords y mantenerse en el candelero. Su participación en la presente Eurocopa supone su sexto campeonato consecutivo. Absoluto récord que aumentaría si logra hacer gol, pues sería el único jugador de la historia en marcar en seis campeonatos europeos seguidos. Hasta ahora,  su participación en la máxima competición europea de selecciones se caracteriza por aportar experiencia a una selección atestada de talento joven con jugadores como João Neves o Francisco Conceiçao y estrellas como João Felix, Vitinha, Xico o Rafael Leão.

Tras calificarse por penaltis frente a Eslovenia, Portugal disputará con Francia los cuartos de final. Sus lágrimas de emoción tras errar el penalti demuestran toda la presión que aún se autoimpone este animal competitivo. Animal competitivo que no esconde que ama a su país y ama este deporte. Y como ha demostrado durante toda su carrera, fue el primero de Portugal en lanzar en la tanda de penaltis y marcar. Otros se habrían escondido.

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Únicamente me sale del alma solidarizarme con el astro portugués. Cristiano Ronaldo es una leyenda viva del fútbol. A pesar de los elogios que muchos le regatean vilmente, Cristiano puede mirar a los ojos de cualquier otra leyenda y mantenerle la mirada. En el célebre pulso por quién es el mejor futbolista de la historia, Cristiano tiene todo el derecho del mundo a no achicarse ante ninguno. Tiene suficiente historial para ser considerado el mejor de todos los tiempos. ¿Alguno le puede toser?

¡Larga vida al astro portugués!

Getty Images.

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