Fondo Segunda
·20 de agosto de 2025
El Málaga, ante una baja crucial por su impacto

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·20 de agosto de 2025
Hay ausencias que duelen más que derrotas. En el caso del Málaga CF, la sombra de Luismi Sánchez se ha convertido en una herida constante. Desde su llegada a Martiricos, el mediocentro ha sido mucho más que un engranaje en el once. Ha sido brújula, equilibrio y carácter. Y los números lo revelan con crudeza. Cuando no está, el equipo se derrumba.
El dato es demoledor. De los trece encuentros en los que Luismi no ha participado, el Málaga solo ha logrado una victoria, el 0-1 en Cartagena. El resto se traduce en un puñado de empates y derrotas que explican gran parte de las dificultades recientes del equipo en la medular. Se trata de un 7,6% de triunfos sin él, frente a un porcentaje muy superior cuando forma parte del once. Un contraste tan abismal que no admite casualidades. Su presencia cambia la fisonomía del equipo.
Foto: Radio Marca Málaga
Luismi es de esos futbolistas que no siempre aparecen en las portadas. Pero que sostienen el andamiaje de un vestuario. Su capacidad de abarcar metros, recuperar balones y dar continuidad al juego otorga al Málaga una estructura sólida que se diluye sin él. En un campeonato tan exigente como LaLiga Hypermotion, donde cada detalle separa la gloria del fracaso, perder a un pilar de esa magnitud es una condena silenciosa.
La nueva lesión del mediocentro vuelve a dejar al Málaga en jaque. Sin su figura, la sala de máquinas pierde ritmo y criterio. La duda ahora es si el técnico logrará encontrar alternativas que compensen esa carencia. O si, una vez más, el equipo sufrirá el vértigo de sus ausencias. La planificación deportiva queda en entredicho. Depender tanto de un solo hombre habla tanto de su calidad como de la fragilidad de la plantilla en dicha demarcación.
El fútbol es, a veces, la historia de un solo nombre que lo cambia todo. Luismi Sánchez representa esa figura para el Málaga. El equilibrio entre la esperanza y el temor. Su recuperación no será solo un refuerzo deportivo, sino también emocional. Porque en cada regreso del mediocentro, el malaguismo vuelve a creer. Y creer, en esta categoría, puede marcar la diferencia entre soñar y naufragar.