
La Galerna
·10 de maio de 2025
Difícil pronóstico ante el equipo cliente de Negreira

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·10 de maio de 2025
Difícil pronóstico para el domingo. Llega el equipo cliente de Negreira con una cornada de la Champions que tiene dos trayectorias: la de palmar sin merecerlo y la vergonzante de quejarse de un arbitraje justo que llevan años sin conocer en la Mugrienta Liga Negreira (crédito y pleitesía para Jesús Alcaide), aderezada por el comportamiento denigrante de varios de sus futbolistas, barriobajero, victimista y analfabeto. Pero llega sediento del éxito que la fortuna le negó después de una anémica primera parte (de esto no se acuerda nadie) y de una segunda mitad hiperactiva, vendajes incluidos, en la que el dúo Pedri - Lamine puso todo el fútbol que pudo, que es mucho (para qué negarlo), sin premio.
El Real Madrid llega necesitado de ofrecer a la afición un poco de esperanza de última hora que nos levante el ánimo después de tanta penuria. Con lo que nos molaba ver a Ramos recuperando un balón, o a Kroos conduciendo la pelota. Verle levantar la cabeza mientras barajaba las tres geometrías posibles del siguiente pase: a Cristiano al milímetro de su carrera, a Benzema cerca de cualquiera de sus botas o a Bale, siempre al espacio, fuera del alcance de cualquier defensa. Qué tiempos.
Díganme que no revivieron aquello cuando Asencio le puso la pelota a Mbappé desde la línea de defensa para que anotara contra el City. Ahí están los mimbres y ahí estará el cesto. Hemos creído ver señales de vida futbolística unas cuantas veces. Falsa alarma. Vini se ha ido apagando, Valverde y Bellingham han ido agotando la estamina y Mbappé ha emitido fogonazos insuficientes para prender la mecha. Un año raro. Sobra calidad pero faltan efectivos en defensa y un metrónomo en el centro. Todos lo vemos.
Por fin hemos tenido a Güler más de media hora sobre el césped. Dos partidos más y sabremos si puede con el peso del cetro, o si por el contrario se contagiará de la atonía ambiental del equipo. En una suerte de giro dramático del guión, podemos llegar a verle cambiar el destino de esta extraña liga. Les digo algo: ganarla o dejarla ir me resulta indiferente. El Real Madrid tiene estas cosas. A otros no les sirve ganar si no es dando diecisiete toques dentro del área y rematando de cabeza el gol definitivo a ras de suelo como hacíamos en las pachangas de nuestra adolescencia. A mí me bastaría saber que ganamos o perdemos compitiendo solamente contra equipos de fútbol.
Me da una pereza inmensurable ganar la liga contra Negreira, el CTA y sus esbirros, el VAR, Mediapro y sus satélites mercenarios, el CSD y la patulea política, los personajes del inframundo culé desde Twitter a YouTube o El Chiringuito; contra la "España fea" de Iñaki Angulo.
A mí me bastaría saber que ganamos o perdemos compitiendo solamente contra equipos de fútbol. Me da una pereza inmensurable ganar la liga contra Negreira, el CTA y sus esbirros, el VAR, Mediapro y sus satélites mercenarios, el CSD y la patulea política
Desearía ganar el partido del domingo con normalidad, sin aspavientos, administrativamente, sea cual sea el ímpetu del rival, la hostilidad de la grada o la sed de vendetta corporativista de Hernández Hernández. Ganar sin perder el temple, funcionarialmente: cero-uno en el minuto ochenta. Soportar faltas rivales como en el baloncesto, anotando los tiros libres mecánicamente, adormecer el juego durante los últimos minutos y rapidito para el puente aéreo, sin más celebración que la del gol en su momento. Sin mostrar más emoción que la comparable a la que llevas cuando te vas a cepillar los dientes antes de acostarte.
Y desearía ganar los siguientes partidos ofreciéndole el mando y la pelota a Güler en el centro del campo, metiendo a Endrick como primer cambio por Vini o por Mbappé para tratar de maquillar al menos su saldo goleador de la temporada (el de Endrick), porque el de minutos es irreparable.
Y llegaríamos así a la última jornada, en la que trataría de hacer un buen partido contra la Real Sociedad y despedir a los aficionados en un tal vez festivo Bernabéu, quizá con opciones de ganar el título. Pero no haría fiesta en el estadio si se diera la victoria. Llevaría el equipo a Cibeles para que los jugadores sintieran el madridismo a pie de calle. Y, después de eso, todos a casa a pensar en el mundial de clubes, en las notas de fin de curso de los niños o en las vacaciones en la playa, la montaña o en una ciudad bonita donde no haya bobos quejándose de conspiraciones judeomasónicas en un estadio de Milán.
Tendríamos que convencerles de que se puede ganar títulos en un mal año, de que Ancelotti es uno de los grandes del fútbol y de que merece una despedida por la puerta grande en el Bernabéu en su último partido
Quitarle importancia a esta liga es poner el foco en lo que importa: el rival lleva más de dos años disfrutando de impunidad después de haberse comprado la competición durante décadas, y de haber introducido y activado anticuerpos antimadridistas en todos los sectores del deporte en España: en el arbitraje, en los medios, en la política, en la sociedad.
Se anuncia para el año próximo una serie de medidas que normalizan lo que estaba prohibido, para que ya no se distingan las abominables diferencias de trato entre los corruptos y el resto, para echar una palada más de tierra sobre el difunto fútbol español. Total, qué más da que el Barcelona lo haya hecho unos años antes, si al final todo iba a estar permitido.
Hace tiempo que Tebas proclamó la tiranía en su circo de tres pistas. En una pista adjudicó la retransmisión y el VAR a un socio comercial de uno de los equipos de la competición sin el menor empacho; en otra declaró la guerra contra el club que le llena el circo; en la tercera magrea las normas del Fair Play a conveniencia de un club que es indistinguible de un partido político. Ya se le ha debido pasar el berrinche de la inscripción despótica de Olmo y de Pau Víctor, y vuelve a su línea de servilismo al Barça con dos simpáticas enmiendas al Fair Play Financiero para la próxima temporada, agárrense:
- Los clubes que superen su límite salarial podrán realizar hasta tres incorporaciones al inicio de la temporada, sujetas a condiciones para compensar el gasto en la siguiente campaña.
- Los clubes con exceso de gasto pueden renovar contratos de jugadores menores de 24 años que lleven al menos tres años en el equipo, incentivando la apuesta por la cantera.
La primera manufactura la impunidad retroactiva del Barcelona. Ya no se podrá alegar nada contra los fichajes sin dinero, ya da igual que Barça Studios exista o no, aunque no tengas margen en tu límite salarial. Podrás fichar disponiendo de un año para amañar las cuentas o para pedirle a un familiar que funde una firma auditora para que avale las trampas que necesites para fichar a Cruyff, Pelé y Maradona. Si no tienes dinero, no importa, ya tendrás. El del Monopoly le sirve a Tebas para inscribir mientras le votes otro aumento de sueldo del dinero de verdad para él.
La segunda podría llevar nombre propio. Recuerden que el agente de Lamine Yamal es Jorge Mendes. Ya tenemos despejada la duda de si el Barça podrá retener o no al futbolista. No sólo le retendrá, sino que le podrá ofrecer un contrato astronómico, para presumir después de músculo financiero ante los ojos del mundo. No digo que el chico no se lo merezca. Lo que digo es que nos acercamos a otro capítulo escandaloso de golfería amparado por Tebas y su Liga de los horrores.
Volvamos al fútbol. Si por un azar improbable del destino, Medina Cantalejo, Clos y sus sicarios del silbato nos permitieran ganar la liga por vergüenza profesional en su despedida, nos quedaría todavía masticar gravilla para convencer a nuestro enemigo más íntimo, el antimadridismo madridista. Tendríamos que convencerles de que se puede ganar títulos en un mal año, de que Ancelotti es uno de los grandes del fútbol y de que merece una despedida por la puerta grande en el Bernabéu en su último partido. Tendríamos que convencerles de que Florentino sabe lo que hace y de que la superficialidad y urgencia del anónimo mundo de las redes no es compatible con manejar un negocio planetario. Pero estamos hablando del madridista adversativo, del que siempre encuentra un pero y del que siempre tendrá una queja para cada victoria, del que descubrirá un problema para cada solución.
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