Fondo Segunda
·19 de maio de 2025
Dépor, ¿cómo me voy a olvidar?

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·19 de maio de 2025
En esta ocasión voy a hacer el relato más personal de los que llevo realizados sobre el Dépor. Sé que me va a tocar la fibra, pero… ¿Cómo me voy a olvidar?
19 de Mayo del 2000. El día que el fútbol le dio al Deportivo lo que le había negado un 14 de Mayo de 1994. Era un día atípico para el fútbol. Un viernes a las 21:00 horas. Pero había más tiempo para celebrar durante todo el fin de semana. Se notaba miedo en la gente. Casi tanto como ilusión y ganas de celebrar una gesta. A Coruña estaba engalanada de blanco y azul.
No había rincón donde no se respirase fútbol. Y, sobre todo, donde no se respirara Dépor. Aun así, la frase quizás más célebre de Arsenio estaba más presente que nunca. “Cuidado con la fiesta que nos la quitan de los fuciños”. Pero hoy no. Hoy no tocaba. Había algo en la atmósfera que no dejaba lugar a dudas. Las sensaciones para mí siempre fueron muy importantes y premonitorias. Y en este caso estaban de nuestro lado.
Emprendí el viaje con mi padre, recientemente fallecido (8 de Abril). Desde Lugo, como era costumbre. Él fue quien me metió el blanquiazul en la sangre. Una hora de viaje. Una hora en la que solo hablamos de fútbol, una hora en la que desgranábamos todo lo que podía pasar. Y en la que no cabía la palabra fracaso. Así llegamos hasta A Coruña. Cruzamos entera la ciudad, ya que de aquella no existía el enlace de la tercera ronda.
Fue impresionante ese momento de llegar a Alfonso Molina, pasar por el Puerto, Plaza de Pontevedra, Playa de Riazor… Absolutamente emocionante y con las piernas temblando. Aparcamos y realizamos la previa, como siempre la hacíamos, en las inmediaciones. Tomando algo y esperando por el bus de los jugadores que nos iban a llevar a tocar la gloria.
Me despedí de mi padre. Él se sentaba en Pabellón superior con mis tíos. Y yo, en Pabellón inferior, grada casi denominada infantil por aquel entonces. El abrazo que me dio en ese momento y sus palabras fueron emocionantes (más por el día que por el contenido). “Disfruta que estos momentos son pocos”. Saltaron los jugadores al campo. Mosaico «Vamos Dépor», camiseta gigante en el fondo de Marathon, papeles al aire… Busqué un sitio para ver, pero se me hacía imposible con la gente apelotonada en las ya desaparecidas vallas. Encontré una pequeña rendija.
Empezaba el partido y el Dépor no quería dejar escapar ni un solo segundo. Así fue que en el minuto 3 un córner botado desde la banda izquierda por Víctor acaba en la red cabeceado por Donato. Yo no pude ver el gol en directo. Solo pude ver el balón por el aire y, acto seguido, un grito al unísono al que yo me uní sin dudar. Miré para arriba y allí estaba mi padre saltando de alegría.
El partido transcurría. Y en el minuto 34, en una de sus galopadas, Manuel Pablo cedía el balón para Makaay. Allí estaba yo, justo delante del 7 neerlandés, al que vi rematar. Y, una vez más, no vi el balón entrar. Solo el estallido de júbilo. De allí al final los minutos pasaban lentos. Estaba muy nervioso, sin apenas ver nada. Y con algún sustillo. Pero por fin el histórico García Aranda pitaba el final del partido.
Las vallas se abrieron. Y la gente invadía el verde que tanta alegría había dado. Un trozo de césped me acompañó y, hasta hace apenas unos años, estaba en una maceta en casa de mis abuelos. Cada vez que pasaba a su lado sonreía y me acordaba de aquel 19 de Mayo del 2000. ¿Cómo me voy a olvidar?
Del estadio a Cuatro Caminos era una marea de gente: Liberada, por fin, del sentimiento de haber perdido aquella liga un 14 de Mayo de 1994. Por cierto, el día de mi primera comunión. En el vídeo de la misma se ve un comedor de un restaurante de Lugo engalanado de blanco y azul. Pero dejemos eses momentos duros para otro día.
Volviendo a Cuatro Caminos, aquello era un agobio de gente. Nunca llevé muy bien lo de las aglomeraciones, pero se llevaba mejor por la alegría y felicidad. Entre fuegos artificiales, luces y música destacaba una canción sobre el resto. La canción de la Mosca Tsé-Tsé, agrupación argentina. “Yo te quiero dar algo de corazón iremos a festejar que el Dépor salió campeón”. Una adaptación que hizo la hinchada de Riazor para la ocasión.
La obra maestra de Augusto Joaquín César Lendoiro tocó la gloria. Habría muchas más tardes para el orgullo deportivista. Dos supercopas, el Centenariazo, remontada al Milán… Años atrás, desde el balcón de María Pita, avisaba «Barça, Madrid ya estamos aquí». Y esa liga era el trofeo soñado que se había escapado. Ese por el que Lendoiro decía aquello de que «se nos debe una Liga». Y, esta conseguida, nos convertía en uno de los clubs selectos de este país. Éramos y somos ¡¡¡Uno de Nueve!!! Que nadie se olvide.
¿Cómo me voy a olvidar?