MUNDO MILLOS
·26 de janeiro de 2025
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·26 de janeiro de 2025
Debería arrancar este 2025 con un texto sobre la victoria, empate o derrota de Millonarios en Santa Marta. Hubiese preferido incluso que fuera analizando una derrota, que a esta hora estar hablando de los lamentables hechos que sucedieron en cercanías al estadio donde se disputaría la primera fecha de la Liga.
Es nuestra realidad. Es nuestro fútbol. Es un bucle en el que se reprochan los hechos, se solidariza con el afectado pero que de fondo no pasa nada y las cosas vuelvan a suceder. ¿Cuántas veces hemos visto estas escenas en todas las canchas de Colombia? Y ojo, que este tipo de actos también han pasado en nuestro estadio y con nuestra gente. De esa ningún equipo se salva.
Siento que hay muchas personas que no dimensionan lo que pudo haber sucedido. Esa roca, ladrillo o lo que sea pudo haber generado una tragedia. Y repito, acá no estoy condenando únicamente ese hecho puntual con la hinchada del Unión Magdalena, estoy condenando el ambiente tan hostil, violento y nocivo en el que se ha transformado el fútbol y que como país no hemos podido superar.
Los cambios están lejos. Solo basta con ver que Dimayor, el ente regulador del torneo, se haya demorado más de una hora en condenar lo sucedido y haya sacado un comunicado escueto mencionandolo, pero que por debajo haya hecho cualquier clase de artilugios para que el juego se disputara.
O qué decir del canal licenciatario del Fútbol Profesional Colombiano, que 10 minutos antes de la hora pactada para iniciar el partido y con conocimiento de todo lo sucedido, mandó una ‘promo’ invitando a ver el «imperdible partido» entre Millonarios y Unión Magdalena.
O hablemos del rival, que en vez de tener un acto de colegaje y reprochar genuinamente lo que hicieron sus propios hinchas, envió un comunicado haciendo la de Poncio Pilato e invitando a que se jugara el partido «garantizando» ofrecer condiciones de seguridad. Como si nada hubiese pasado. Juegue juegue.
Reitero: acá no estamos libres de pecado. En 2009 la historia fue calcada, con la diferencia de que el jugador agredido y remitido a un hospital fue Juan Guilllermo Dominguez y quienes no garantizamos la seguridad del estadio fuimos nosotros. Incluso, el partido se jugó (no debió haber pasado) y ganamos con gol de Carmelo Valencia.
Hay que erradicar la violencia de nuestro fútbol y expulsar a esos vándalos que se esconden tras los colores de un equipo y que nunca jamás vuelvan a pisar un estadio. Esto no se trata de que en esta ocasión haya sido Millonarios, acá es un tema que involucra a todo el Fútbol Profesional Colombiano y en el que deben existir cambios de fondo para que las cosas pasen.
¿Tenemos que llegar a que pase algo de absoluta gravedad para que se tomen correctivos de verdad? Por supuesto que no. Esto ya es lo suficientemente grave para crear un precedente. Lo sucedido con Carachito también lo era.
La pelota no puede seguirse manchando. Necesitamos medidas y ajustes estructurales para evitar tragedias y situaciones que empañen la imagen de nuestro fútbol, que ya de por sí está bastante devaluada, deteriorada y venida a menos. Se puede empezar con pequeños cambios desde la mentalidad, desde la forma como vivimos y sentimos este deporte, desde el entendimiento de que es un juego en donde no debe caber la violencia. Necesitamos un cambio urgente y pronto.
Ahora mi preocupación es una sola: que esto se vuelva en la ley de Talión.
Por Andrés Rey Hernández (@andresreyhdez)