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La Colina de Nervión

·09 de junho de 2025

Cordón y cuenta nueva

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Jesús Navas, que es un futbolista para el que, como dice el documental, sobran las palabras, ha pronunciado esta semana unas declaraciones muy sensatas sobre el futuro del Sevilla Fútbol Club: “Hay que volver a ser lo que fuimos, desde el orden”. Retornar, pero desde la estabilidad, no desde la inestabilidad en la que algunos quieren meternos. En muchas ocasiones he comparado y comprendido la dinámica de un club de fútbol —como es el Sevilla Fútbol Club de nuestros amores— como si fuera un microsistema social complejo y no lineal. ¿Qué significa orden en un sistema complejo, dinámico y no lineal? Estabilidad. Volver a ser lo que fuimos es retornar a la estabilidad. ¿Y qué es la estabilidad? Un sistema es estable si, tras una perturbación que altera alguna de sus propiedades emergentes o colectivas, dicha perturbación no perdura en el tiempo y el sistema retorna a su estado anterior a la perturbación.

¿Y cuál era nuestro estado anterior? ¿Anterior a qué? Pues se lo digo: anterior al inicio de la perturbación, que fue con la salida de prisión del señor Benavente. ¿Significa esto que él es el único y principal responsable de la perturbación? Ni mucho menos. Hay muchos socios en estos desastrosos cuatro últimos años. Pero en el origen de la perturbación sí está él, al igual que en el origen de la estabilidad que tantas glorias nos dio. Coincidió el excarcelamiento con la era de Lopetegui, cuando el fútbol del Sevilla Fútbol Club nos dejó de apasionar. Ganábamos, sí, pero primero un sopor y luego una angustia nos invadía en cada visita al Pizjuán. La ruptura con la grada se presentía en cada murmullo. Y el resto fue el silencio, como decía Hamlet en el castillo danés. La pandemia nos salvó de tener que asistir en cuerpo y alma a esa tortura de juego.


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El Sevilla Fútbol Club ganó su sexta Europa League —lo he dicho muchas veces— gracias al cierre de los estadios durante el periodo más duro del COVID. Sin ese cierre, la incompatibilidad creciente entre afición y equipo lo habría hecho imposible. A la par, se quebró el famoso modelo de negocio y se hicieron inversiones fallidas, producto de ciertos delirios de grandeza: aquello de hacer de la Champions el “campamento base”, como decía Castro. Se descuidó la cantera, se inflaron los dividendos de la dirigencia, y todo fue a peor. Mendilibar recuperó, sin pretenderlo, cierta grandeza con la séptima Europa League y aquellas noches legendarias frente al Manchester United y la Juventus. Pero Orta y Junior terminaron por sumirnos en la decadencia.

La inexplicable y mal explicada salida de Monchi del Sevilla Fútbol Club nos amargó la fiesta de la séptima y nos advirtió que el dragón de Monterosa seguía allí. Después supimos que hubo no solo el desencuentro con Isco, sino también un conflicto con el psicólogo de Real Betis intruso. Junior eligió al segundo, y Monchi se fue sin decir por qué. Ahora, no se trata de hacer leña del árbol caído, pero lo de Orta empezó a oler mal cuando sustituyó a Mendi con apenas seis jornadas de campeonato. Y apestó del todo con Diego Alonso. Con la enigmática apuesta por el entrenador uruguayo, Orta quiso imitar al león de San Fernando, pero resultó ser el gatito de San Isidro. Desde entonces, todo ha ido a peor. De tal manera que, si no llega a ser por el pie torcido de Diomandé, sabe Dios si ahora no estaríamos en pleno duelo.

Quiero creer que estoy viendo signos en el cielo de que las cosas están cambiando. Leo a gargantas profundas del sevillismo que cuentan historias y estrategias de la llamada “tercera vía” o “vía Baltasar” (Lapi, Quintero y Monchi han sido reyes magos negros) que ilusionan. Antonio Cordón siempre me ha gustado mucho, incluso cuando no me tenía que gustar nada —ustedes ya saben… Cordón siempre me ha parecido una suerte de Monchi desabrido, pero su trayectoria le avala. El Villarreal es el único club que, junto al Sevilla Fútbol Club, ha roto la monotonía de una liga española dominada por la oligarquía y la mafia; pues el Villarreal es una creación personal de Antonio Cordón —eso sí, con el dinero de Mercadona.

¿Por qué ha venido Cordón ahora? Quiero creer que es por lo que cuentan las gargantas profundas, y que ya se ha iniciado el cambio. Solo con las garantías financieras que ofrece la vía Baltasar, un hombre como Cordón —que no da puntadas sin hilo— se ha atrevido a embarcarse en medio de la tormenta palangana. Pero también me ilusiona pensar que ha visto en el Sevilla Fútbol Club un reto: devolver a la antigua senda a la otra gran anomalía de la liga española. Al fin y al cabo, el período de perturbación no ha sido tan grave: apenas cinco años y se ha saldado con dos trofeos continentales.

Pese a la tormenta, nuestro Sevilla Fútbol Club es el club europeo con más Copas de la UEFA conseguidas. Si Cordón ha logrado que un club tenga un estadio con más aforo que habitantes tiene el pueblo que le da nombre… Si ha conseguido que ese club luzca su brazo y lo lleve hasta la semifinal de Champions… ¿No voy a poder devolverle la estabilidad a uno de los reyes de Europa? Ha debido de pensar Cordón. Pero todo eso, como dice Navas, solo se puede conseguir desde la estabilidad y el orden en la propia casa.


Aunque me voy, no me voy, aunque me voy, no me ausento; aunque me voy de palabra, pero no de pensamiento.

(Sevillanas rocieras)

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