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·15 de janeiro de 2025

Camavinga, descontrolado

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El Clásico recordó su versión de hace varios años: un jugador descontrolado y errático. Fue el titular que menos intervino. Ancelotti le mantiene la fe.

Estuvo mal hasta Camavinga. Y ese podría ser el resumen. Pero lo cierto es que estuvo muy, muy mal. Hasta el punto de recordar a ese futbolista de hace varios años: un jugador descontrolado, errático y con tendencia a pasarse de frenada. Precisamente corregir esto es lo que le ha hecho erigirse como uno de los centrocampistas más espectaculares del mundo. Y ser titular en el Real MadridPero en Arabia… volvieron los fantasmas. Recuerdos de Vietnam. De ese futbolista que se carga de una tarjeta muy pronto y juega con fuego. Que parece superado. Yeda fue un paréntesis en una temporada notable. Pero Yeda fue, también, una vuelta al pasado.


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Ancelotti lo resumió en una rueda de prensa memorable: “Él intenta cortar pases… y a veces llega tarde. Pero el ímpetu es una cualidad, algo que debe tener”. Lo dijo porque, en sus primeros años, Camavinga se abonó a ver amarillas con demasiada asiduidad. Y aunque el discurso público era de elogios, de puertas para dentro se trabajó mucho este asunto. Que midiese mejor, que canalizase las energías, que templase los nervios. Lo ha conseguido, hasta ser un futbolista que llega con precisión milimétrica y hace de la recuperación, arte. Pero todo esto se esfumó en el Clásico.

Desastroso

Y ahí estuvo el problema. En el sentir que volvía al pasado. Camavinga protagonizó el penalti del 1-2, golpeando con los tacos a Gavi de manera absurda. Una patada innecesaria y, sobre todo, carísima. Pero no quedó ahí. Justo antes del descanso y teniendo tarjeta, realizó un agarrón sobre Lamine Yamal que frenó un contragolpe peligroso. Una acción de segunda amarilla clara, clarísima. Y un harakiri. Con la fortuna de que Gil Manzano, en otra noche para olvidar, no optó por mostrársela. Tal fue el milagro, que Ancelotti decidió quitarlo en el descanso y evitar lo que asomaba.

Se marchó tocado… y es duda para el Celta por gripe

En esos 45 minutos, los números fueron funestos. Fue el medio que menos veces intervino (19), el que menos pases dio (12) y el que menos apareció en el último tercio (2). Ni un regate, ni un solo duelo aéreo ganado y más faltas cometidas (4), que recuperaciones (2). Un jugador descolocado por el terreno de juego y desaparecido en la creación. Una noche para olvidar. El jugador se marchó muy tocado del estadio, sabedor de que no le había salido absolutamente nada. Y sintiéndose responsable del desastre. También está tocado de la salud, porque este martes no pudo ejercitarse por un proceso gripal y se quedó en su domicilio. Por ahora es duda, pero se espera que esté recuperado a tiempo para el choque copero este jueves (21:00 horas).

Ancelotti, con él

El partido lo atropelló. En su defensa, como a todo el equipo. Pero dentro del desastre, lo suyo fue de lo peor. Una pesadilla. Pese a ello, Ancelotti le mantiene la fe. Si mañana hubiese otra final, el centro del campo sería para él, acompañando a Valverde. La postura es la misma que se adoptó en San Mamés: “A Valverde no hay que tocarlo. Es un grandísimo jugador y los errores, en el fútbol, suceden. Le pasa a todo el mundo”. Apliquen esa frase, pero cambiando a Fede por Cama. Así piensa CarlettoLa vida sigue. Y Camavinga mira hacia delante. Esperando que su vuelta al pasado haya sido un mal espejismo. Nada más.

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