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·30 de novembro de 2024
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Botafogo hizo historia en el Monumental de Buenos Aires. Con goles de Luiz Henrique, Alex Telles -de penal- y Júnior Santos, el Fogao de Thiago Almada venció por 3-1 al Atlético Mineiro de Gabriel Milito y se consagró campeón de la Copa Libertadores por primera vez en 106 años. De este modo, picó su boleto para los próximos Mundiales de Clubes y enfrentará a Racing en la final de la Recopa Sudamericana el año que viene.
Cualquier análisis previo que podía hacerse del partido se rompió al minuto de juego. Gregore, mediocampista del Fogao, metió una insólita plancha a la cabeza de Fausto Vera y recibió la tarjeta roja de Facundo Tello. A partir de ahí, se le hizo cuesta arriba al equipo del portugués Artur Jorge, al punto de que le cedió la pelota al Galo, que desaprovechó dos ocasiones de Hulk -atajadas por John- y una de Deyverson. Otro argentino, Alexander Barboza, fue el líder de una defensa que no se quebró pese a los embates rivales.
Pero como el fútbol es “dinámica de lo impensado”, según las palabras del honorable periodista Dante Panzeri, fue Botafogo el que pegó la primera piña en el partido. Y lo hizo mediante la intervención del argentino Thiago Almada. En una jugada repleta de rebotes y comenzada por el campeón del mundo, Luiz Henrique puso el 1-0 a los 34.
Diez minutos después, Alex Telles firmó el 2-0 con un penal cruzado que Everson no pudo acertar. La jugada vino de una infracción del arquero galo sobre Henrique que Tello sancionó tras una revisión en el VAR.
Gabriel Milito, caliente con la performance de su equipo, metió tres modificaciones en el entretiempo y le rindieron frutos. En la primera jugada, el chileno Eduardo Vargas, uno de los ingresantes, marcó el descuento de cabeza e ilusionó a la porción del estadio Monumental con camisetas de Atlético Mineiro.
Justamente, el delantero con pasado en Napoli tuvo las chances más claras para alcanzar el empate, pero la tiró por arriba del travesaño en dos oportunidades y no pudo cambiar el rumbo. También hubo un pedido generalizado de penal por una supuesta infracción sobre Deyverson, pero el VAR la revisó y no consideró que fuera necesario llamar a Tello.
Cuando Botafogo resistía, y mientras Mineiro desperdiciaba una chance tras otra, Júnior Santos aprovechó que su rival quedó desarmado atrás, pescó un rebote luego de un desvío en un jugador galo y firmó el agónico 3-1 final para el delirio de los hinchas cariocas que viajaron miles de kilómetros hasta la cancha de River.
Con esta consagración, Botafogo obtuvo varios "premios" a futuro, además del propio trofeo: