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La Galerna

·06 de maio de 2024

Al Real Madrid se le enfriará la cena

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No es la primera vez que el Real Madrid no celebra un título de Liga. Aunque en circunstancias diferentes, los más veteranos recordarán la conquista del campeonato liguero en la temporada 88/89. Fue el domingo 11 de junio de 1989, cuando tras vencer por 3-0 al RCD Español, el equipo blanco alzó por vigesimocuarta vez la Liga española. A falta de unos minutos, las gradas del Santiago Bernabéu comenzaron a cantar el “Campeones, Campeones” y justo cuando el colegiado pitó el final del encuentro, los jugadores madridistas desfilaron hacia los vestuarios. Sí, como lo leen: la plantilla se retiró. Era la cuarta Liga consecutiva de la Quinta del Buitre, un equipo cuyo dominio en el ámbito nacional era incontestable ¿Quién celebraba fichar en la oficina? La reacción, natural, de los futbolistas dejó tan sorprendidos a todos, que, a instancias del presidente Ramón Mendoza, volvieron a salir al verde y, esta vez sí, dieron, al menos, una vuelta al terreno de juego, aplaudiendo, en agradecimiento, a la afición, tras lo cual volvieron de inmediato a vestuarios, no fuera a enfriárseles la cena.

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Es evidente que la no celebración, o postergación, del título de Liga esta temporada tiene otros factores, aunque, en algún punto, también enlaza con el espíritu de lo vivido hace 35 años. En otros, obviamente, no. Lo primero que habría que destacar hoy es la torpeza de la LFP que ha facilitado que un equipo no pueda celebrar sobre un terreno de juego el campeonato que ellos mismos dirigen y que, en teoría, les debería interesar promocionar. Eso dice mucho del porqué del declive y descrédito de dicha organización, máxime, cuando no es arriesgado suponer que no ha sido por descuido o imposibilidad, sino, más bien, por mala intención. La sensación de gran parte del madridismo es que hemos vencido a pesar de todo y de todos, incluso, de que hemos ganado un campeonato ajeno.


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La sensación de gran parte del madridismo es que hemos vencido a pesar de todo y de todos, incluso, de que hemos ganado un campeonato ajeno

En aquella Liga de 1989 los madridistas eran recibidos con simpatía en la mitad de los estadios de España (Riazor, Sarriá, Carranza, La Rosaleda, La Condomina, Zorrilla, Benito Villamarín, Martínez Valero, La Romareda o Carlos Tartiere). La relación con el presidente de la LFP, Antonio Baró, era cordial y el impacto de la llegada, unos meses antes, de Villar a la Federación, todavía no había consumado el efecto que, por desgracia, luego comprobaríamos. No tardaría. Un año más tarde, Ángel María pondría fin al ostracismo, justificado, de García de Loza convirtiéndolo en su árbitro de cámara. Pronto, trazaría su indisimulada alianza con José Luis Núñez, quien, a la postre, le condecoró. Llegarían los Tenerifes, el sistema de Arminio y Negreira, el nombramiento de Joan Gaspart como vicepresidente de la Federación tras arreglar las elecciones de 2004 (victoria que fue celebrada en la sede del dirigente bilbaíno con el himno del Barça sonando a todo trapo) y finalmente, la declaración de guerra de Arminio a Florentino en el Palacio de la Magdalena.

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A resultas de lo anterior surgió el villarato, un sistema corrupto que perduró durante décadas y que no hubiera sido posible sin el beneplácito, el silenzio stampa, de una prensa enemistada, desde su núcleo más poderoso (José María García y PRISA) con el presidente del Real Madrid. La elección de Florentino Pérez había abortado la operación de conversión en S.A. que habilitaba la compra del club por parte del imperio mediático. Jamás se lo perdonaron. A partir de ahí, se forjó el relato de los buenos y los malos: la chequera del magnate prepotente vs el modelo preciosista de cantera que autoproclamaron como “el verdadero fútbol” y al que, además, atribuyeron la culminación del sueño de muchas generaciones de españoles: el Mundial de Sudáfrica. Un título con el que se cerraba, definitivamente, cualquier posibilidad de esclarecer el otro gran escándalo de la historia del deporte español. Corramos un tupido velo.

La elección de Florentino Pérez había abortado la operación de conversión en S.A. que habilitaba la compra del club por parte de PRISA. Jamás se lo perdonaron

Aquella corriente derivó en Pep vs Mourinho y Messi vs Cristiano, el enfrentamiento más intenso que jamás ha vivido la historia de este deporte. Desde redacciones y platós se fomentó como nunca el barçamadridismo, una tendencia que tuvo que ser reformulada cuando se empezó a intuir el más que evidente colapso de la entidad deportiva catalana. Por lo visto, el modelo que se había proclamado como “superior” tenía la consistencia de una moda pasajera. Así que, aprovechando los rescoldos de la disputa, optaron por girar la apuesta en torno a la entidad que se mantenía estable: o eras del Madrid o eras antimadridista. Y el antimadridismo se agigantó, hasta tal punto, que periodísticamente terminó convirtiéndose en un negocio irrenunciable. Una aversión potenciada sin ningún tipo de límite, desbordada hasta lo grotesco.

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En la actualidad se justifica y hasta alienta el acoso racista hacia un joven cuyo pecado es ser la estrella del equipo estigmatizado. Los mismos estadios que en 1989 nos recibían con rivalidad respetuosa y festiva, ahora son marabuntas que nos esperan preparando una encerrona. Cada fin de semana, el aficionado madridista se dispone a ver la jornada liguera entre ilusionado por ver a su equipo y la incomodidad propia de quien sabe que va a presenciar episodios desagradables, afrentas y vejaciones, que se acentúan si el partido es fuera de casa.

Tras esa percepción reside el gran descenso de audiencias en partidos del Real Madrid en Liga, muchos de cuyos aficionados han optado por la piratería, una respuesta defensiva de quien no quiere financiar a quien le quiere destruir. Pero muchos otros optan directamente por ver solo los torneos internacionales. Eso explica la indiferencia con la que una parte de aficionados blancos han reaccionado ante la ausencia de un festejo por el título de Liga. Otros, en cambio, consideramos que, precisamente, es la profusión de hándicaps y adversidades lo que le da valor a un campeonato que vale por tres de otras épocas.

Hay aficionados que consideramos que la profusión de hándicaps y adversidades es lo que le da valor a un campeonato que vale por tres de otras épocas

El Real Madrid quiere la depuración completa del CTA que todavía mantiene a los mismos que estaban presentes cuando ese organismo fue comprando durante décadas por nuestro rival. El resto se niega a esos cambios, los mismos hipócritas que aseguran que el CTA va con el Real Madrid. El Real Madrid mantiene decenas de litigios judiciales con la LFP, cuyo presidente se refiere al nuestro en términos injuriosos y al que considera “el mayor peligro del mundo del fútbol”. Pero para el resto Tebas ayuda al Real Madrid porque se declara seguidor de nuestro equipo.

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El Real Madrid está en conta de que Mediapro se encargue de la gestión técnica del VAR ya que sus propietarios, que a su vez poseen los derechos de difusión de las imágenes, son copropietarios de activos del FC Barcelona y avalistas de su presidente. En cambio, para el resto de las aficiones y clubes, la televisión y el VAR favorecen al Real Madrid. Recientemente, la Federación, se ha aliado con la LFP y con Tebas, porque según ha comentado Pedro Rocha en petit comité: “es más fácil ir contra el Madrid que contra todos los demás”. Y este es el contexto en el que acabamos de ganar un título de liga. Una heroicidad que difícilmente puede eludir una celebración.

“Es más fácil ir contra el Madrid que contra todos los demás”. Este es el contexto en el que acabamos de ganar un título de liga. Una heroicidad que difícilmente puede eludir una celebración

Pero como aventuraba al comienzo, aquel equipo de 1989 y el actual, guardan también ciertas semejanzas, como la de considerar al campeonato doméstico como una rutina de mantenimiento, un interludio previo a lo que realmente nos emociona e inspira: nuestra amada Copa de Europa, por más que ellos no tuvieran la suerte que merecieron. Aparte, hay que resaltar que se presagia un periodo de hegemonía como el que ya disfrutamos en aquellos tiempos y que tiene tanto de mérito por nuestra parte, como culpa de los demás. Puede que alguien se plantee que resulta sospechoso ese latiguillo, tantas veces citado en este texto, de “el Real Madrid y el resto”, como en aquel chiste en el que un piloto que conduce a contracorriente se pregunta porque los demás conductores van en dirección prohibida. Pero créanme si les aseguro que en este caso el único chiste es el fútbol español y que, si topamos contra tantos rivales de cara, es porque lo único que funciona bien en este país es esta bendita institución llamada Real Madrid.

Así que prepárense para un largo periodo de títulos nacionales cuyas celebraciones es probable que terminen incomodando a nuestros jugadores, no sea que se les vaya a enfriar la cena.

Este domingo, a la Cibeles.

Getty Images.

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