Nacional Es Pasión
·13 dicembre 2024
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·13 dicembre 2024
El análisis de Juan Felipe Velásquez.
No se veía la cancha. Una nube de anilina verde envolvió el césped del Atanasio Girardot mientras las luces de miles de celulares iluminaban la atmósfera y el eco de las bengalas retumbaba por todo el estadio. El recibimiento fue poético, majestuoso, sublime. Hacía años que Los Del Sur, la barra organizada de Atlético Nacional, nos regalaban un espectáculo tan impactante. Fue un despliegue de pasión y amor por los colores, un mensaje contundente al América de Cali: aquí se juega en casa.
Desde la mañana, Medellín respiraba un ambiente de final. Por los barrios ondeaban banderas verdes, las tiendas y bares estaban decorados con camisetas del Rey de Copas, y los hinchas transitaban las avenidas principales en carros y motos, mostrando con orgullo sus colores. La ciudad estaba entregada a su equipo. El Atanasio comenzó a llenarse desde temprano, con miles de aficionados ingresando al escenario dos horas antes del inicio. Para muchos, era la oportunidad de compartir con amigos y familia; para otros, la necesidad de evitar el monumental taco causado por los cierres del alumbrado navideño.
Cuando el balón empezó a rodar, el estadio temblaba con el brinco de los hinchas. Sin embargo, América fue el primero en golpear. Duván Vergara, con un remate preciso desde fuera del área, abrió el marcador. El gol silenció por un instante las tribunas, pero solo por un instante. De inmediato, el aliento de la hinchada se hizo sentir nuevamente, buscando empujar al equipo hacia adelante.
Los primeros 20 minutos fueron un sufrimiento. América dominó, y Nacional parecía perdido en el campo. La estrategia de los caleños era clara: anular a Sebastián Guzmán. El mediocampista, clave en la construcción del juego verdolaga, fue presionado constantemente, y América aprovechó para robar balones y generar peligro. En ese tramo, Nacional no encontraba respuestas y su juego se tornaba impreciso. Pero todo cambió con un movimiento táctico. Edwin Cardona, siempre inteligente, retrocedió hacia la zona de volantes para apoyar en la salida. Con esa variante, Nacional recuperó el control del partido. El empate llegó tras un pase milimétrico de Cardona que Andrés Román definió con calidad.
La segunda mitad fue una exhibición de buen fútbol. Nacional salió con más confianza y claridad. La conexión entre Cardona, Guzmán y los delanteros fue determinante. Marino Hinestroza, con una gran jugada colectiva, marcó el segundo, y Morelos selló el triunfo con una asistencia impecable de Viveros que desató el júbilo en las tribunas. Esa fue una de las grandes sorpresas de la noche: la decisión de Efraín Juárez de incluir a Kevin Viveros para jugar junto a Alfredo Morelos.
Desde su llegada al banquillo, Juárez no había probado un esquema con doble delantero, pero el resultado fue magnífico. No solo descolocó a propios y extraños, sino que también desarmó completamente el planteamiento defensivo del América. Viveros, además de marcar el tercer gol, estiró a la defensa caleña, rompiendo líneas y generando espacios que Nacional supo aprovechar con inteligencia. Su movilidad y sacrificio hicieron lucir a Morelos como el delantero genial que todos esperaban. Este planteamiento potenció al equipo en todos los aspectos, y América, partido en el campo, quedó sin herramientas para acercarse nuevamente al área verdolaga.
Siempre se dijo que Nacional no podía depender sólo de sus 11 titulares y que los suplentes debían estar a la altura. Esa lección parece haber sido aprendida. Hoy, la mayoría de los jugadores están en un gran nivel individual, y eso potencia el rendimiento colectivo. La plantilla ha demostrado que cuenta con alternativas de calidad en todas las líneas, lo que genera confianza para los retos que están por venir.
El partido de ida de la final terminó con una ventaja sólida para Nacional, pero aún queda un paso por dar en el Pascual Guerrero. América será un rival complicado en su casa, como lo ha demostrado históricamente. Sin embargo, este Nacional inspira confianza. Su hinchada, que armó una fiesta inolvidable en el Atanasio, estará lista para seguir alentando. Si algo quedó claro anoche, es que Nacional tiene la capacidad, el carácter y la calidad para agregar otro capítulo glorioso a su historia.
El domingo, todo se definirá, pero hoy Medellín despierta orgullosa de su equipo. El Rey de Copas está más vivo que nunca.