Los tontitos de siempre (por @NachoJOsorio1) | OneFootball

Por Ignacio Osorio

Los últimos días han estado marcados por el constante malestar del hincha del fútbol a las prohibiciones e inhibiciones que las diferentes Delegaciones Presidenciales, estamento estatal a cargo de la seguridad diaria y del quehacer diario de las ciudades, han impuesto y hecho valer hacia la actividad deportiva, partiendo por la prohibición de partidos, reducción de capacidades y el entredicho que hasta último momento han mantenido en vilo los encuentros.

Para tomar estas decisiones, dentro de los principales argumentos se aduce a los constantes informes negativos por parte del departamento de inteligencia de Carabineros de Chile, informes los cuales de manera reiterada recomiendan poner atajos a la realización del futbol, principalmente por la falta de capacidad de controlar no tan solo lo que ocurre en los estadios, sino también por lo dificultoso que se hace mantener el orden hacia afuera, donde la calle y los pasajes se vuelven antes y después de los partidos, tierra de nadie, siendo los principales afectados vecinos y comerciantes circundantes a los distintos estadios del país.

Se ha vuelto una (mala) costumbre que fecha a fecha haya inconvenientes de todo tipo: restricción de ventas de entradas, capacidades, partidos sin hinchas visitantes, afectando en consecuencia que un partido de fútbol (porque eso son, simplemente) no pueda realizarse como mandan tanto la tradición como el sentido común detrás de un espectáculo deportivo. La culpa y las responsabilidades suelen recaer en las mismas figuras: Delegación, ANFP, Carabineros, todas unidades que son, en su mayoría, de control pero que poco pueden hacer ante los verdaderos responsables y culpables: Los tontitos de siempre, dícese de ellos, aquellos “hinchas” que se creen más importantes que los clubes, también conocidos como barras bravas.

Si bien el fenómeno de las barras bravas no es nuevo y ya contempla poco más de tres décadas en nuestro país, es evidente que en el último tiempo su impacto en la actividad y en la sociedad han sido más que nocivos. Estos grupos organizados, los verdaderos responsables y culpables de que el futbol se ha visto deteriorado, se han vuelto casi incontrolables y verdaderamente salvaje e indómitos, teniendo control sobre lo que ocurre tanto en su entorno como fuera, pudiendo anular controles de seguridad públicos y privados, y lo que es peor, afectando la vida, fin de semana a fin de semana de hinchas que solo quieren ir a ver su equipo en paz y no que, por ejemplo, los tontitos de siempre desarmen y arrojen las rejas separadoras, como en el partido de Everton vs Universidad Católica. Si a eso se le suman los antecedentes que año a año se renuevan en las “barras” como Garra Blanca y Los de Abajo, que suelen justificar sus acciones y actitudes con “aguante”, “pasión”, “entrega” y que en han comenzado el año con la reciente amenaza de no permitir que se juegue la suspendida final de la SuperCopa.

En lugar de preguntarnos por qué la autoridad suspende partidos o reduce capacidades, preguntémonos como sociedad qué hace que los informes de inteligencia, que en simples palabras son los informes que preveen conductas de grupos e individuos en base a antecedentes e información concreta y objetiva, sean constantemente negativos e imposibiliten la realización del fútbol. Sí, la ANFP y las autoridades podrían hacer algo más, pero a estas alturas, después de una serie de incidentes, es hora de atacar a los verdaderos culpables: los tontitos de siempre.