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La Galerna

·24 aprile 2024

Guardiola y el Real Madrid paladiano

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Sospecho que Pep Guardiola pertenece a ese grupo de personas que no querrías tener de vecino de asiento en el AVE. Apenas se pusiera el tren en marcha se pondría a hablar por el móvil con su “tieta” de Santpedor en un tono de voz más alto de lo aceptable. Y, usando un catalán que, por algún extraño motivo, usted puede comprender perfectamente a pesar de ser de Hortaleza, Pep le contaría durante mucho tiempo a su “tieta” que el emir del City le ha comprado otro central, que con este ya lleva diecisiete en la plantilla y que no veas que ilusión, tita Beatriu, que cuando fichemos veinte nos regalan un cupón descuento para la siguiente compra.

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Después de colgar el teléfono, de pronto Pep se vuelve hacia usted y le suelta:


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— ¿Quiere que le explique cómo gané 3-1 al Copenhague en la idea de octavos de final de Champions League con un sistema 3-2-2-3 en formación W-M usando a Rodri de pivote único?

— Usted perdone, pero preferiría lamer el reposapiés.

Pero Guardiola te ignora y te lo cuenta igual.

Por algún motivo Guardiola tiene muchos seguidores en los medios, que suelen ser la clase de persona que uno esperaría encontrar en un sótano lleno de gente vestida con camisas blancas y petos vaqueros, a punto de beberse al unísono un vaso de ponche con cicuta porque el fin del mundo está cerca o porque el City ha caído en cuartos contra el Real Madrid en la tanda de penaltis.

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Hasta ahora al guardiolismo no le ha dado por organizar suicidios colectivos y se conforma con hacer proselitismo. Cabe la posibilidad de que la próxima vez que llamen al timbre de su casa, se encuentre al otro lado del umbral a un tipo con la sonrisa extraviada y un ejemplar de algo escrito por Guillem Balagué en la mano.

— Pepnos días, ¿acepta usted a Pepsucristo como su Pepsías y salvador?

Para algunos el guardiolismo es más que una tendencia: es una profesión de fe que se sustenta en la creencia de que hay una única forma aceptable de jugar al fútbol, el Estilo. El Estilo es una suerte de dogma en el que Cruyff y Guardiola son Antiguo y Nuevo Testamento respectivamente. El Estilo no tiene mesías, pero tiene a Messi, que viene a ser lo mismo en esa especie de religión futbolística en la que Guardiola es Sumo Pontífice con el Lobo Carrasco haciendo de Torquemada.

En este mundo no hay nada más peligroso que un tipo de ideas fijas, y sospecho que las de Guardiola están talladas en piedra y metidas en un arca de oro en el sancta sanctorum de su cerebro privilegiado. La calva de Guardiola tiene el mismo perfil que la cúpula de la catedral de Florencia, cosa que no puede ser casualidad.

El Estilo es una suerte de dogma en el que Cruyff y Guardiola son Antiguo y Nuevo Testamento respectivamente

Si aceptamos que el cráneo de Guardiola tiene formas brunelleschianas, entonces todo empieza a cobrar sentido. Al igual que el gran arquitecto renacentista Filippo Brunelleschi, Guardiola es platónico y vitruviano. El Vitruvio es el único tratado sobre arquitectura escrito en la antigua Roma que se conserva. Para los maestros italianos del renacimiento, el Vitruvio era como la Biblia de la construcción: solo era admisible fabricar edificios tal y como se explicaba en el Vitruvio. Para Sebastiano Serlio, por ejemplo, no seguir el Vitruvio a rajatabla era, literalmente, un pecado.

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Los vitruvianos eran gente pesadísima. En el siglo XV no podía ocurrirte nada peor que sentarte en el AVE al lado de un vitruviano porque sabías que te iba a darte la brasa todo el viaje con su idea platónica de la arquitectura:

— ¿Sabe usted que la arquitectura debe basarse en tres principios incuestionables que son “firmitas”, “utilitas” y “venustas”…?

— Ah, qué bien…

— ¿…que significan “firmeza”, “utilidad” y “belleza”; las cuales equivalen a las virtudes platónicas de “verdad, belleza y bondad” y que, por lo tanto, para calificar una arquitectura como bella, buena y verdadera existen unos parámetros incuestionables que están recogidos en el Vitruvio?

— Perdonen, ¿alguien quiere cambiar de asiento?

Guardiola es vitruviano en la medida en que para él existe un canon futbolístico que hace que dicho deporte sea “Bueno, Bello y Verdadero”. En el mundo de Guardiola, el Vitruvio vendría a ser algo parecido al cruyffismo, y el Estilo una interpretación del mismo adaptada a nuestros tiempos. Guardiola es el fútbol lo que el vitruvianismo fue al Renacimiento. Guardiola, aplica el Estilo siempre, en cualquier circunstancia, aunque a veces se demuestre estéril.

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En ese aspecto Xavi Hernández tiene también algo de vitruviano pero sin el talento platónico de Guardiola. Xavi, en realidad, no tiene muy claro lo que es el Estilo, por eso cuando lo aplica no le sale nada a derechas, aunque nunca sea culpa suya:

— Es una vergüenza que sabiendo la Liga como sabe que soy Acuario y que hoy mi ascendente Marte está en la octava casa de Capricornio, lo que significa infortunio, haya puesto esta noche el partido contra el Madrid. Y, claro, hemos perdido. Una “inyusticia”.

— Consultaremos con un primo de mi asistenta, que es santero —añade Laporta. — Y si la carta astral de Xavi se demuestra correcta, exigiremos a la Liga la repetición del encuentro.

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Cabría preguntarse cómo encaja el Madrid en este contexto. Para mí está muy claro.  Si el Madrid fuese un arquitecto renacentista solo podría ser Andrea di Pietro della Gondola, llamado “Palladio.” Palladio fue quizá el arquitecto más influyente del arte occidental, creador de un estilo en el siglo XVI, el paladianismo, que aún sigue vigente en todo el mundo. A Palladio el Congreso de los EE. UU. lo reconoció de forma oficial como el “padre de la arquitectura estadounidense” (lo cual no es sorprendente en la medida en que edificios como la Casa Blanca son profundamente paladianos), que es el único caso de un maestro al que un poder legislativo ha reconocido la paternidad arquitectónica de todo un país que, encima, ni siquiera es el suyo.

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Esto vendría a ser como si mañana en Washington se decretara que Santiago Bernabéu es el padre del fútbol moderno y le hicieran estatuas desde California hasta Florida. Como esas de Cristóbal Colón a los que algunos activistas arrojan pintura acusándolo de abusar de los indios, que lo mismo podrían hacer los del Atleti con las estatuas de Bernabéu y por idénticos motivos.

En el mundo de Guardiola, el Vitruvio vendría a ser algo parecido al cruyffismo, y el Estilo una interpretación del mismo adaptada a nuestros tiempos. Guardiola es el fútbol lo que el vitruvianismo fue al Renacimiento

Tal vez alguno de ustedes se pregunte qué tiene de paladiano el Real Madrid. Es muy sencillo. Palladio, que comenzó su carrera como simple albañil, viajo a Roma a estudiar las ruinas clásicas y así aprendió a construir edificios: no leyendo un libro escrito por un romano, sino contemplando con sus propios ojos cómo construían los romanos. De esa forma, Palladio creó una arquitectura no sujeta a dogmas, inspirada en el mundo clásico, pero no esclavizada a sus formas. Para Palladio no era “un pecado” alejarse del Vitruvio siempre y cuando fuera necesario.

Palladio concentró su ideario en una frase muy simple: “la arquitectura debe ser duradera, funcional y bonita”.

El paladianismo, en resumen, se basa en el principio de que la buena arquitectura es, simplemente, aquella que cumple las expectativas para las que ha sido creada. Los vitruvianos, por ejemplo, defendían que no se podía hacer una casa privada con una cúpula ni con un frontón de columnas como el del Partenón porque eso solo era adecuado para las iglesias y templos; y Palladio, en respuesta, diseñó la Villa Capra (que es increíblemente hermosa) con una enorme cúpula en el centro y le colocó, no uno, sino cuatro frontones con columnas, uno en cada fachada, para rabiasen los vitruvianos. Eso es, a grandes rasgos, lo que hace el Madrid en cada partido: hacer rabiar a los guardiolistas del Estilo.

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El Madrid no juega un fútbol platónico basado en cánones, juega un fútbol aristotélico basado en la experiencia. Juega en cada momento a lo que sabe que puede funcionar. A veces te monta una cúpula en el ataque y otras un pórtico columnado en la defensa. A veces, como en el partido del pasado miércoles contra el Manchester City del vitruviano Guardiola, el Madrid levanta arquitecturas que uno no comprende del todo hasta que al final del partido el edificio está terminado; y es entonces, solo entonces, cuando uno se da cuenta de que esa magnífica estructura no solo funciona, sino que además es preciosa e inolvidable.

Bonito, funcional y duradero. Ese es el juego Real Madrid. Sin dogmas. Puro paladianismo.

Getty Images

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