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·12 agosto 2025

El terror de ser árbitro

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La violencia contra los colegiados se desata en el fútbol base. “Ojalá me diga que el año que viene no sigue”, afirma la madre de una de las víctimas.

“Venga, abran, hijas de puta, que las vamos a reventar, zorras”, gritaban los jugadores del Teldecosta canario mientras aporreaban la puerta del vestuario arbitral. Tras dicha pared se encontraban tres jóvenes que intentaban resguardarse de la ira de los futbolistas. Este es un ejemplo de los numerosos incidentes violentos a los que se deben enfrentar todos los árbitros españoles cada fin de semana. Cientos de jóvenes, muchos de ellos menores, que empiezan su andadura en esta profesión, viven bajo las amenazas, los insultos y las agresiones. Ser árbitro se ha convertido en una profesión de riesgo.


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“Ojalá mi hijo me diga que el año que viene no quiere seguir pitando”, confiesa a AS Silvia, la madre del árbitro de 16 años que fue agredido por aficionados del Arenteiro. El joven colegiado tuvo que salir corriendo hasta el parking, donde le esperaba su madre en el coche al ser perseguido por varios padres. Uno llegó a dejarle marcas en el cuerpo. “Fue un partido tranquilo, pero el entrenador visitante fue el que empezó a azuzar a algunos padres”, rememora su madre.

Silvia, además, expone el riesgo al que se enfrentan los árbitros en el fútbol base: “A mi hijo le ha afectado más de lo que pensaba… No estamos lejos de que suceda algo muy grave. Hay una violencia extrema. Una madre de ese equipo ya le había dicho en un partido anterior, en A Rúa, que le iba a partir las piernas. Por 17,50 euros que cobran por partido, es vergonzoso lo que llegan a aguantar pitando a niños de siete años. Algo falla en la sociedad”.

Los casos se suceden y a cada cuál más grave y aterrador. Padres y madres descontrolados, dando un pésimo ejemplo a sus hijos. En noviembre, una madre saltó al campo en un partido de alevines en 3ª división andaluza para abofetear al árbitro mientras salía del campo. Esta temporada, en Galicia, a un trencilla de apenas 12 años le intentaron propinar un puñetazo, pero su padre logró interponerse y llevarse él el golpe. En febrero, el Teldecosta-Arena Futboltec de Segunda Regional de Gran Canaria pudo acabar en tragedia. Las árbitras tuvieron que parar el partido y resguardarse en el vestuario. El campo había sido invadido por 20 personas y hubo una pelea entre jugadores y aficionados, que acabó con la persecución a las trencillas. “Las vamos a matar, hijas de puta”, gritaban los jugadores mientras aporreaban la puerta. Mientras, seguían las amenazas: “Venga, abran, hijas de puta, que las vamos a reventar, zorras”. Con un palo de una “mopa” para atrancar la puerta, las árbitras lograron salvarse en lo que llegaba la Policía.

Peor suerte tuvo Abdessamad Mokhtar El Kharaifi, de tan solo 23 años, que sufrió una brutal agresión tras un partido de fútbol sala el pasado mes de marzo en Torija (Guadalajara). Un grupo de jugadores y aficionados le esperaron a la salida del pabellón, donde le propinaron una paliza, rompiéndole la mandíbula de una patada y provocándole un derrame en el ojo izquierdo, el cual casi pierde. “Tuve que pasar por quirófano, me han puesto cinco placas en la cara”, relató el propio árbitro.

“La situación está totalmente descontrolada, sobre todo en el fútbol base. Cada vez la intolerancia es mayor”, denuncia Saúl López Parga, delegado del Comité Arbitral Gallego en Monforte. Y añade: “La gente no entiende que las categorías inferiores son de formación a todos los niveles. Hay padres de prebenjamines indignados con los arbitrajes que reciben sus hijos. Ellos dicen que como pagan un arbitraje, tienen derecho a recibir un arbitraje excelente y maravilloso. No son capaces de entender que no hay nada más bajo que prebenjamines para empezar. Si los niños de cada diez pases fallan nueve, pues un árbitro no va a acertar todas las faltas”.

López Parga, además, denuncia la actitud de los padres y los clubes: “Veo inadmisible que, en partidos de niños de 10 años, un señor de 40 le diga a un árbitro de 13 que lo va a matar. Me parece inconcebible. He visto partidos en los que hay policías y, a no ser que hagas un requerimiento para que actúen, lo ven como algo normal”. Silvia, la madre del árbitro agredido en Monforte, añade sobre la actitud de los progenitores: “Lo peor son las madres. Me dan vergüenza ajena las animaladas que llegan a decir, tanto al árbitro como a los jugadores. A mí hasta me han hecho fotos y las han pasado por grupos de Whatsapp”.

Sobre las soluciones, hay dos visiones. López Parga apuesta por las multas: “Nadie actúa de oficio, parece que está normalizado. Cuando empiecen a tocar donde le duele a la gente, que es en el bolsillo, habrá menos problemas”. Silvia apunta a ser ejemplarizantes en el fútbol profesional, donde son ejemplos para toda la sociedad: “La solución pasa por empezar a condenar estos actos desde Primera: el Real Madrid, el Barcelona… Los padres imitan lo que ven. Hace falta mano dura. Si en el momento que tú insultas o agredes te echan del campo, o a tu hijo lo pueden echar del equipo, se acabarían las tonterías”.

La realidad en el fútbol profesional también es triste. Insultos y amenazas son el pan de cada jornada en Primera y Segunda. Uno de los ejemplos más graves fue el que vivió el hasta hace poco presidente de los árbitros, Medina Cantalejo. En 2022, la Policía tuvo que acudir al domiciliodel dirigente y ponerle bajo vigilancia ante las amenazas de muerte contra su familia que se detectaron en redes sociales. Este año, radicales del Espanyol colocaron una pancarta con la cara de Del Cerro Grande y una diana. “Llevamos tiempo alertando sobre la gravedad de los acontecimientos y sobre la deriva que están tomando, afectando no solo a nuestro desempeño profesional, sino también a nuestra vida personal y familiar, donde nos enfrentamos, de forma creciente, a distintos tipos de incidentes desagradables. Hoy ha sido una pancarta. ¿Y mañana, qué? ¿A qué estamos esperando?”, denunciaron los árbitros en un comunicado.

LaLiga elige a un entrenador para decidir quién pita en cada partido

El actual debate arbitral en España se centra en cuál debe ser el nuevo modelo que lidera Fran Soto, cómo reducir los errores en el campo y en el VAR, cómo unificar criterios y reducir las polémicas… Pero la nueva cúpula arbitral, instituciones como la RFEF, LaLiga y el CSD, clubes que continuamente caldean el ambiente e intoxican con ciertos comunicados o declaraciones desproporcionados,deberían también debatir cómo acabar con agresiones a jóvenes de 12, 16 o 23 años que sueñan con ser árbitros. Cómo evitar que vayan a hacer deporte y su trabajo con miedo. Cómo evitar que un joven acabe hospitalizado y con cinco planchas en la cara porque no les ha gustado su arbitraje. Todavía queda mucho trabajo.

Colaboracion AS

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