El gran agujero del Atlético en Cornellà | OneFootball

La banda derecha rojiblanca vivió una noche para el olvido. La presión rival, unida a los errores propios, convirtieron ese costado en un coladero.

Nada funcionó en el Atlético de Madrid por la derecha frente al Espanyol. Ni la profundidad de Giuliano Simeone, ni la solidez de Marcos Llorente. Entre ambos firmaron unos números preocupantes: apenas 10 duelos ganados de 21 y un total de 24 pérdidas. El resultado fue un carril desprotegido que el conjunto local explotó con insistencia.

El caso más llamativo fue el de Llorente. El centrocampista madrileño nunca encontró su sitio. Errático con balón, lideró el apartado de pérdidas en el primer tiempo y transmitió inseguridad en cada acción. Su fragilidad quedó expuesta cuando Carlos Romero, lateral del Espanyol, le superó con facilidad en varias arrancadas. La amarilla que recibió tras un mal control, además, fue el inicio del desastre: esa falta derivó en el primer gol perico.

Giuliano Simeone

Giuliano, por su parte, apenas aportó en ataque. Sin desborde ni capacidad para fijar al lateral rival, sus intervenciones fueron escasas y previsibles. Cuando intentó ayudar en defensa, tampoco logró contener las llegadas de Romero, que encontró autopista por su costado. La falta de química entre ambos jugadores agravó un problema que ya se intuía en los primeros compases.

El Atlético perdió solidez en un punto clave del campo. El costado derecho, antaño sinónimo de velocidad y fiabilidad, se convirtió en Cornellà en el eslabón más débil. Un problema que urge corregir si el equipo quiere competir al máximo nivel en lo que resta de temporada.