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·10 luglio 2025
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Concretadas las salidas de Carlos Dotor y Carles Pérez, el Celta espera encontrar acomodo a los otros descartes, y uno de los objetivos marcados para este verano es el de encontrar equipo a Unai Núñez, cuyo contrato con el Celta, igual que en el caso del catalán, concluye el 30 de junio de 2027.
El destino más probable para Unai es el Athletic Club, donde ya militó el pasado verano en condición de cedido. En ese contrato de cesión se incluía una opción de compra que el club bilbaíno descartó ejercer, esperando hacerse con el futbolista en mejores condiciones. Su situación ahora es muy similar a la de Borja Iglesias. Como en el caso del santiagués, todo apunta a que regresará a su club de origen, y ambos clubes esperan conseguir un acuerdo lo más benficioso posible.
El Celta no tiene fama de gran negociador, por eso el Betis presiona y el Athletic disimula y silba intentando conseguir las mejores condiciones. Como en el caso del ariete, ambos clubes están condenados a entenderse, en una operación en la que, pase lo que pase, el Celta no saldrá bien en la foto, después de invertir cerca de 8 millones de euros entre el traspaso y el pago por la cesión del central de Sestao durante dos años.
El Celta ha filtrado a los medios que si la opción del Athletic no sale, el jugador podría encontrar acomodo como cedido en otros equipos de LaLiga. Una medida de presión para que el club bilbaíno se de prisa a la hora de cerrar a un futbolista con el que cuenta, aunque sea como cuarto central, y que encajaría muy bien en el club rojiblanco por su condición de canterano y jugador totalmente asentado. Además, en San Mamés el mercado se achica por las especiales características del club.
El Athletic no tiene muchas opciones en el mercado, al reducirse este a jugadores vascos, navarros o formados en esa zona. La primera opción es Aymeric Laporte, pero el traspaso es prohibitivo, por lo que la mejor opción es Unai Núñez. El Celta debería jugar esa baza para intentar que la salida de Unai Núñez haga el menor daño posible. La sensación es que, en este caso concreto, Marco Garcés debe ser lo más fiel posible a su filosofía de que hay tiempo de sobra para comer.