“Desde que se pone esta camiseta, el jugador de Boca tiene una responsabilidad” | OneFootball

Marcelo Gigante, emblema del vóley xeneize, repasa sus más de 40 años en el club, habla del presente del deporte, de la formación de juveniles y del rol del entrenador.

Para entrevistar a Marcelo Gigante hay que caminar. Por los pasillos de Brandsen 805, en la zona del comedor de la pensión, en alguna de las canchas del Benito Quinquela Martín… Siempre hay alguien que lo cruza para preguntarle por un partido, por un pibe o simplemente para saludarlo. No es solo su metro noventa y nueve ni su cabellera blanca lo que lo hace inconfundible. Es, sobre todo, su historia. Lleva más de cuatro décadas recorriendo los rincones del club, no solo como entrenador, sino también como vecino del barrio.

“Pasamos de los pisos de cemento al flotante. Si vos supieras lo que era el vestuario donde nos cambiábamos…”, recuerda entre risas. Y lo hace para marcar una transformación: “En el vóley se mejoró en muchos aspectos: la preparación física, la recuperación de lesiones, toda la tecnología aplicada al deporte, las estadísticas al instante…”.

Hoy está al frente del equipo masculino de Boca que disputa el Torneo Metropolitano, con la vista puesta en la Liga Nacional que arranca en octubre. “Queremos ser protagonistas”, afirma. “La clave es conseguir esos tres o cuatro jugadores que te lleven para arriba y ayuden al crecimiento de los pibes que venimos formando”.

Y ahí aparece una diferencia estructural con el fútbol. “Este es un deporte mucho más lógico. No es como en el fútbol, donde un equipo sin figuras te puede ganar. Acá necesitás puntos, y no cualquier jugador puede hacerlos”.

A la hora de hablar de estilos, no duda: “Claro que existen. Uno trata de jugar lo mejor que puede en función de lo que tiene. A mí me gustan los puntos cortos: un saque que complique la recepción rival, que te permita ir a bloquear y desarrollar un ataque agresivo”.

Pero si algo define a Gigante es su mirada pedagógica. Da clínicas en Bolivia, Perú, Colombia; estudia comportamientos y piensa la enseñanza como pocos. “Los chicos dejan de prestar atención cuando se aburren. En los jueguitos de la computadora o el teléfono dependen de sí mismos para alcanzar un nivel. En el deporte deberíamos convencerlos de eso: de que si insisten, si repiten, si perseveran, van a poder avanzar. La máquina, además, no les dice nada cuando se equivocan”.

—A diferencia del entrenador, que sí los corrige… —Tal cual. Pero tenés que darles la posibilidad de errar. Uno se equivoca cuando intenta algo más difícil de lo que hace habitualmente. Algunos técnicos dicen: entrenamos bien pero jugamos mal. No, no estás entrenando bien si hacés siempre lo mismo. Hay que tratar de superarse, de ir un poco más allá.

Con los profesionales, el enfoque cambia. “Ellos ya saben jugar. ¿Para qué le vas a decir ‘¡no toques la red!’ a un profesional? Ya conoce el reglamento. Hay que cuidar otras cosas: el descanso, las salidas, la alimentación. Los tipos que hoy juegan hasta los 40 años o más lo hacen porque se cuidan, porque duermen 10/11 horas, porque no toman alcohol, porque no suben cualquier cosa a las redes”.

Gigante también atiende a esos detalles. Porque su idea de formar no termina en el saque o el bloqueo. “Desde que se pone esta camiseta, el jugador de Boca tiene una responsabilidad. Representa al club más grande del país”.

Y eso, lo sabe bien, no se entrena solo en la cancha.