Declan Rice, Lauren Fryer... y Garbiñe | OneFootball

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La Galerna

·2 maggio 2024

Declan Rice, Lauren Fryer... y Garbiñe

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Antes de nada. Soy gordo, sufro obesidad. No sé si mórbida, pero los que me conocen saben que tengo bastantes kilos de más.

Esta semana ha saltado a la palestra el asunto de los gordos porque Lauren Fryer, la novia del jugador del Arsenal Declan Rice ha sufrido ataques furibundos en redes sociales por su sobrepeso. En este caso, el jugador y esposo ha salido al paso de todos esos comentarios diciendo que su mujer es el amor de su vida, cosa que, aun siendo más o menos obvio (está casado con ella) es de agradecer en este mundo que vivimos. Pero ella, ella ha tenido que quitar sus fotos de las redes sociales para no seguir siendo presa de los comentarios de la gente “correcta”, de la inmensidad de gente “delgada”.


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También una de las mejores tenistas españolas de la historia, Garbiñe Muguruza, ganadora de Roland Garros, Wimbledon y de las finales de la WTA, ha sufrido ataques porque la mujer, que ha decidido retirarse del tenis, se ha mostrado en una fotos y, ¡oh, pecado mortal!, ha ganado peso. Ya está otra vez en las redes la gente metiéndose con la chica. En ese caso ha respondido que se ha retirado del tenis para vivir la vida. Olé por ella.

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La gordofobia es la discriminación silenciosa porque nadie la pone en el foco. Y nadie la pone en el foco porque los gordos somos presas de todos. Me explico, el negro siente la discriminación del blanco, el inmigrante del nativo, el LGTBI+ del hetero, el facha del rojo, el rojo del facha. El madridista del antimadridista, el taurino del animalista, el gitano del payo y así… Pues bien, el gordo sufre la discriminación del blanco, del negro, del inmigrante, del nativo, del LGTBI+, del hetero, del facha, del rojo, del madridista, del antimadridista, del taurino, del animalista, del gitano y del payo, a los gordos nos discriminan todos.

El gordo es presa de los comentarios, las críticas, los chistes y los memes de todos. El gordo no puede comprar ropa en una tienda normal. Cuando voy a unos afamados grandes almacenes españoles cuyo nombre no es necesario referir porque todos nos acordamos de su triangulito verde, “buenas tardes, quiero comprarme un pantalón”. Mirada circunspecta del vendedor y… “tiene que ir a tallas grandes”. Primera discriminación. ¡¡Qué gaitas de tallas grandes!! Pues el precio de las tallas grandes es sensiblemente mayor que el de las tallas “normales” (cosa que no entiendo porque si es por tela, la ropa de los bebés es tan cara o más que la ropa de mayores y ahí lo de la tela no cuela). Aquí lo que te dicen es “eres gordo, pues paga”. Hay tiendas de una afamada cadena de la que es dueño un tocayo del último presidente de honor del Real Madrid anterior a Pirri en las que, directamente, casi no te dejan ni entrar. Ni se me ocurre entrar a una tienda de esa cadena porque ¿para qué? Aquí lo que te quieren decir es “eres gordo, ni entres, que me espantas al personal”.

La gordofobia es la discriminación silenciosa porque nadie la pone en el foco. Y nadie la pone en el foco porque a los gordos nos discriminan todos

Cuando vas a una feria o a un parque temático te hacen sentir como un peligro público, porque no te dejan montar en la mayoría de las atracciones… por gordo. Bien porque la estructura no aguanta tu peso (¿?), bien porque no te puedes abrochar el sistema de seguridad porque no cabes. El caso es que en el parque de atracciones, feria de pueblo o parque temático de campanillas te conviertes en el perfecto tenedor de ropas y/o mochilas del personal. Bueno, al menos sirves para algo. Vas a un restaurante (donde te tendrían que tratar como a un rey porque vas a consumir más que la media) y ponen las mesas con su asientos de tal forma que tienes que entrar de lado y cuando consigues entrar ahí debes estar sentado y comer con la opresión de la mesa en la barriga. No eres parte de la manada normal, eres un bicho raro. La gente te mira cuando intentas entrar en esa trampa de la mesa, hacen comentarios del tipo “mira el gordo ese” (los oímos, pero nos callamos, que conste).

Muchos de ustedes saben que tengo una cuenta en la red social X algo potente (@RMadriddatos) y que cuando escribo algo pues tiene su pequeña relevancia. No es la primera ni la segunda ni la centésima vez que me veo abocado a bloquear al disidente de mi opinión que, por todo argumento, me dice “cállate, gordo” o lindezas peores. ¿Y en materia sentimental? Bueno… ahí ni hablamos… recuerdo hace años que me metí en una app de esas para encontrar pareja… Jajaja, cuando les enseñaba la foto, me decían 9 de cada 10 que “es que el peso…” sin conocerme ni nada, sin haber cruzado más de dos palabras conmigo. Eres gordo y por eso te tacho de mi lista de posibles amigos. Recuerdo en aquella época, ya os digo que hace años de esto, quedé con una chica después de haber hablado varias veces y que tuviera mis fotos… la cara que puso cuando nos vimos era un poema, se tiró toda la velada hablándome de dietas… vaya, que a la primera cerveza, me excusé educadamente para marcharme de allí.

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En los trabajos miran si estás gordo o no, “se exige buena presencia”, recuerden que dicen muchas ofertas de empleo, como si el estar gordo o delgado denotara tu capacidad profesional. Vas en el metro y te miran raro, vas en el autobús y te miran raro. Entras en un gimnasio y te conviertes en el centro de las miradas y de los comentarios. Hasta el monitor te mira con un “aquí hay trabajo”. El gimnasio, el paradigma de la discriminación por razón de peso… ya he decidido decir a mis amigos que me van a contratar como monitor de gimnasio, cuando me miran de arriba a abajo (lo hacen, se lo aseguro) les digo “sí, para la foto del ‘antes’”. Hala, chiste colocado y todos de risas, pero ahí lo dejo. Hasta tus familiares y amigos, que te quieren de corazón, cuando te ven, no te preguntan si estás bien o si las ventas de VETERANOS Y NOVELES (geoplaneta 2023) van bien, no, lo primero que te dicen es “estás más delgado” o “parece que has cogido peso”. Y eso lo dicen los que te quieren de verdad, imagínense el resto.

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El gordo sufre la mayor de las discriminaciones porque nos apartan todos. además, los que nos discriminan o nos critican lo hacen sin rubor e incluso con autoridad moral porque se escudan en “la salud”, con bula papal, vaya. ”Debes perder algo, chico, te lo digo por salud, no por otra cosa”. Pues ya te la ha colado… Ya sabemos nosotros que tenemos un problema de salud con la obesidad, y también sabemos el gran sacrificio que hay que hacer para poder corregirlo. Y también sabemos que tomar la verdadera decisión de adelgazar no es fácil. Son decisiones en la vida que no son sencillas porque implican cambiar por completo los hábitos de vida con los que llevas desde siempre.

Ya sabemos nosotros que tenemos un problema de salud con la obesidad, y también sabemos el gran sacrificio que hay que hacer para poder corregirlo

Soy boomer, estoy a punto de cumplir los “cincuenta y todos” (gracias, Marta, es genial) por lo que soy de una generación con padres que han pasado hambre en la posguerra. Que lo primero que hacían cuando tenían hijos era cebarlos porque si estabas gordo eso era “hermosura”. “¡Qué hermoso está el muchacho!”, exclamaban con aprobación las amigas/cuñadas/hermanas/vecinas de tu madre cuando te veían. Lo importante era que tuvieras reservas en el cuerpo por lo que pudiera pasar

Y así, nos han inoculado a algunos de nosotros unos hábitos que, efectivamente, no son correctos en la sociedad actual, pero que son muy difíciles de corregir. Y cuando estamos luchando en nuestro fuero interno contra esa verdad, cuando te tiras media vida haciendo dietas y la otra media viendo qué dieta hacer, que te venga un enterao de tres al cuarto a decirte lo que tienes que hacer y a insultarte utilizando simplemente el ilustrado argumento de la gordura no hace ni pizca de gracia. Pues sí, queridos lectores, la gordofobia no sólo existe, sino que es, quizás, la mayor de las discriminaciones. Y se sufre, se sufre mucho. Y duele, duele mucho.

Para terminar y como siempre, recordarles que ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en esta vida… ¡Hala Madrid!

Getty Images.

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