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·8 maggio 2025
Cuarto de siglo: dos años en el infierno

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Un 07 de mayo de 2000, el Atlético de Madrid, uno de los clubes más históricos de España, tocaba fondo. Tras una temporada caótica, tanto en lo institucional como en lo deportivo, se consumaba el que quizás ha sido el episodio más oscuro de su historia moderna: el descenso a Segunda División. Hoy, 25 años después, ese amargo recuerdo sirve no solo para medir el sufrimiento de entonces, sino también para valorar cuánto ha crecido el Atleti desde aquel golpe devastador.
La temporada 1999-2000 fue un cúmulo de despropósitos. A pesar de contar con una plantilla con nombres de peso como Jimmy Floyd Hasselbaink, quien, paradójicamente, fue el máximo goleador de la Liga con 24 tantos, el equipo nunca encontró estabilidad. La convulsión comenzó en los despachos: el club estaba intervenido judicialmente tras la imputación de Jesús Gil por irregularidades en la gestión. Aquello fue una bomba de relojería.
Hasselbaink en la temporada del descenso
En lo deportivo, hasta cinco entrenadores pasaron por el banquillo aquel curso: Claudio Ranieri, Marcos Alonso, Radomir Antić, entre otros. Ninguno consiguió reconducir la situación. El Atleti se hundía mientras su afición, inquebrantable, llenaba el Vicente Calderón con la esperanza de una salvación que nunca llegó.
El día del descenso quedó grabado en la retina de los colchoneros. El empate en Oviedo (2-2) sentenció su suerte, y los jugadores abandonaron el campo entre lágrimas. El Atlético de Madrid, campeón del Doblete solo cuatro años antes, era equipo de Segunda.
Pero incluso en las horas más oscuras nace la esperanza. En medio del drama, un chico de 16 años, un tal Fernando Torres, empezaba a llamar la atención en las categorías inferiores. Su debut oficial llegó poco después del descenso, y muy pronto se convirtió en el emblema de la reconstrucción. Torres no solo encarnó la ilusión de un nuevo comienzo; también simbolizó la conexión con la grada, con un club que necesitaba reencontrarse consigo mismo.
Torres el año de su debut
En Segunda, Torres brilló. Fue el líder de una generación que devolvió al Atlético a la élite en 2002. Su figura creció hasta convertirse en ídolo del club, ícono del fútbol español y referente internacional.
Para resurgir, el Atleti necesitaba algo más que talento joven. Y ese «algo» fue Luis Aragonés, el Sabio de Hortaleza. Ex jugador, ex entrenador y figura mítica en el club, volvió al banquillo para tomar las riendas en Segunda.
Luis Aragonés dirigió a la Selección tras salvar a su Atleti
Luis fue mucho más que un técnico. Fue un líder moral, alguien que entendía el alma del Atlético como nadie. Recuperó el espíritu combativo, organizó el caos y guio a los rojiblancos de regreso a Primera. Su papel fue clave para recuperar la dignidad de un club herido.
Hoy, 25 años después de aquella pesadilla, el Atlético de Madrid es otro club. Bajo la dirección de Diego Pablo Simeone desde 2011, el equipo ha ganado dos Ligas, una Copa del Rey, dos Europa League, ha sido finalista de la Champions League en dos ocasiones y se ha consolidado como uno de los gigantes del continente.
Simeone en 2011
El Metropolitano, un estadio moderno y vibrante, ha reemplazado al añorado Calderón. La institución ha crecido en infraestructura, en imagen y en resultados. Ya no se trata solo de resistir; ahora el Atleti compite, gana y exige.
El 25 aniversario del descenso no es solo una efeméride. Es un recordatorio de lo efímero del éxito y de la importancia de las raíces. Aquella caída a Segunda fue humillante, pero también purificadora. Permitió reencontrarse con la esencia del club: lucha, orgullo y resistencia.
Hoy, los colchoneros miran hacia atrás no con vergüenza, sino con orgullo. Porque el Atleti cayó, pero volvió.
Y volvió más fuerte que nunca.