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·12 dicembre 2024
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Central Córdoba derrotó a Vélez Sarsfield 1-0, en el estadio de Unión de Santa Fe, y se coronó campeón de la Copa Argentina, el primer título a nivel nacional del conjunto de Santiago del Estero (y también de la provincia). El equipo dirigido por Omar De Felippe reaccionó en el segundo tiempo y terminó logrando un triunfo inédito e histórico.
En el primer tiempo, El Fortín fue amplio dominador. Firme y sólido en defensa -con Valentín Gómez como gran figura, nuevamente-, tenaz en el mediocampo y con Maher Carrizo desbordante por la punta derecha. En el banco habían quedado Claudio Aquino y Francisco Pizzini, quienes en los últimos venían experimentando un notorio bajó futbolístico y físico. A Vélez solamente le faltaba ser preciso en la última jugada, un déficit reiterado desde hace varios partidos.
Tuvo una buena chance, con un pase filtrado de Braian Romero a Maher Carrizo, quien sacó un fuerte remate que tapó Luis Ingolotti. Y, también como viene reiterándose, un mal arbitraje volvió a perjudicarlo. Yair Falcón Pérez no sancionó una clara mano de Lucas Alacia, desde el piso, ante un remate de Elías Gómez, dentro del área.
Central Córdoba, en ese primer tiempo, no podía cortar el circuito de juego y la posesión de Vélez, ni tampoco afirmarse. Pero dispuso de una oportunidad clarísima cerca del final: una chilena de Matías Godoy que motivó una magnifica volada de Tomás Marchiori para desviar, a puro reflejo, con un manotazo.
En el entretiempo hubo cambios y en esas movidas, De Felippe le ganó a Gustavo Quinteros. En Central Córdoba ingresó el colombiano Luis Angulo y le dio atrevimiento, frescura y peligrosidad al ataque; en Vélez entró Claudio Aquino, quien tuvo una flojísima actuación, y salió Christian Ordoñez, quebrándose la solidez del mediocampo.
De entrada, hubo otro grosero error de Yael Falcón Pérez. Luis Ingolotti salió de su área y bajó y acomodó la pelota con la mano; pero el árbitro, insólitamente, no cobró la falta.
Muy poco después, a los 8 minutos, Central Córdoba le pegó un golpe de nocaut a Vélez. Matías Godoy, desde la derecha, tiró un centro -el propio delantero lo confesó al finalizar el partido- y la pelota se le coló por el ángulo superior, del segundo palo, a un sorprendido Marchiori.
A partir de ahí, Vélez se quedó sin reacción, sin variantes, sin rebeldía. Tiró centros sin dirección, ni convicción, circuló la pelota sin destino cierto, no aceleró, no buscó remates de media distancia, perdió los rebotes y los mano a mano. En los instantes finales presionó y atacó, pero sin claridad ni ideas. Aunque acarició el empate con un zurdazo de afuera de Valentín Gómez que pegó en el travesaño.
Central Córdoba tomó el control, reguló o intensificó de acuerdo a su conveniencia y supo sostener hasta el último minuto su impactante victoria. Y lo festejó alocadamente, como se debe y se merece. Un equipo que arrancó muy mal la temporada y que desde la llegada de Omar De Felippe repuntó hasta alcanzar esta heroica consagración que le brindó su primer estrella nacional y lo deposita en su debut en la Copa Libertadores.
Vélez, a cuatro días de la definición del Torneo que lo tuvo como puntero durante las últimas quince fechas, quedó muy golpeado anímica y físicamente y se le plantea el desafío de resucitar y retomar una senda ganadora que ostentaba orgulloso hace unas semanas atrás. La caída de su nivel, el impacto de esta final perdida y además la pelea, al final del partido entre familiares de futbolistas, hinchas y jugadores en la platea, son ítems que le hacen más complicado alcanzar el título o terminar el año con un fracaso. No habrá término medio para el Fortín.