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La Galerna

·8 aprile 2025

3-0: Solo queda la épica

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Dos excelsos disparos de falta de Declan Rice y un latigazo de Mikel Merino consuman la goleada del Arsenal a un inoperante, decepcionante y triste Real Madrid en Londres.

Lo confieso: le tengo manía al Arsenal. Motivos personales. Hoy más si cabe.


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Cuando contaba con catorce tiernos años de edad, mis augustos padres, así como los progenitores de un amigo toledano, decidieron que pasáramos el verano en la noble villa inglesa de Birchington-On-Sea en el condado de Kent y así aprender mejor la lengua tanto de Shakespeare y Benny Hill. Nos alojaron con una adorable familia constituida por una oronda señora divorciada y un detestable niño de 9 veranitos, un prometedor hooligan, aún en miniatura. Qué recuerdos. Un sábado se fueron a una pedregosa playa de esas inglesas y nos echaron la llave por fuera. También nos desaparecieron pounds misteriosamente y todas nuestras sospechas recayeron siempre sobre aquel odioso infante maleducado que tenía su cuarto forrado con todas las estrellas noventoides del Arsenal: David Seaman, Ian Wright, Tony Adams y compañía.

No me faltaron ganas de hacerme socio del Millwall.

Desde entonces, la aureola loser que flota sobre los mal llamados gunners ha impedido que mi animadversión por estos londinenses haya crecido en demasía, incluso eliminación con solitario gol de Thierry Henry allá por los 2000 frente a un Madrid calamitoso mediante. Hoy sin duda me darían nuevos motivos. Volvía el Madrid a un gran escenario. Quisiera decir Highbury con aquella legendaria esquinita de las realizaciones televisivas, pero hablamos del Emirates, otro estadio regado con oro negro y gaseoso de los desiertos en la Premier League de jeques y multimillonarios.

Regresaba el Madrid tras el fiasco liguero ante el Valencia —para acumular otro— y con los laterales heridos. Ancelotti, fiel a la tradizione, lo fio todo a la experiencia del todavía maltrecho Alaba en la izquierda, y el poderío de Fede en la derecha. Con Modric y Camavinga al timón y los Cuatro Fantásticos arriba —hoy de fantásticos, poco— la mejor noticia de la alineación la protagonizaba el regreso de Courtois bajo los palos. Pronto demostraría por qué.

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Para sorpresa de nadie, el Arsenal salió con brío y el Madrid a verlas venir. Casi sin quererlo se encontró en los primeros compases con un fulgurante y franco contraataque que malogró Vinícius por abusar de su fantástico pase con el exterior. Durante mucho tiempo esta inocente aproximación fue el oasis en el yermo páramo madridista.

Con un Madrid Beti Jai y un Arsenal pelotari, los merengues repercutían cual frontón cada intentona inglesa, insistente en el balón parado. Fueron minutos de creciente confusión entre los de Carletto, que alcanzaron su momento culminante cuando Dankert y Dingert, una suerte de Dupond et Dupont germanos de la sala VOR, interpelaron un buen e irritante rato a un bosnio, el árbitro Irfan Peljto, por la mano inexistente de un canario, Raúl Asencio.

Para el Real, experto sufridor en estos lares balompédicos y latitudes del torneo que acumula dos doctorados expedidos en Manchester y en el Madrid comanche, lo del Arsenal todavía parecía poco. Aún así, acogotado, el campeón de Europa suspiraba por propinar un susto que le hiciera recuperar cierto respeto sobre el verde. Vini aprovechó un error y un resbalón para provocar alguna zozobra, Mbappé rondó el fuera de juego con peligro, y emergió Camavinga cual primigenio Cthulu robando pelotas extendiendo sus tentáculos. Incluso una danza de Bellingham en la línea de banda coronada con un profundo y preciso pase interior sobre Mbappé permitió al francés disfrutar de la mejor ocasión del partido hasta entonces.

Fue un absoluto espejismo.

Dos excelsos disparos de falta de Declan Rice y un latigazo de Mikel Merino consuman la goleada del Arsenal a un inoperante, decepcionante y triste Real Madrid en Londres

Raya repelió el disparo, pero Kylian, aunque duró poco, se vino arriba, culminando los mejores momentos del Madrid con un sombrero sobre Odegaard que se fue por ahí deambulando, despistado con aire funcionarial como si de un ministro socialista de Tecnología se tratara, apuntaba Francisco Sánchez Palomares, nuestro galernauta Paquito, en el chat de WhatsApp de La Galerna. Lo del Madrid sin embargo resulto tan efímero como deprimente. Pronto los londinenses, a lomos de un insistente Bukayo Saka, zarandearon al campeón.

Dos centros, tensos, rasos, jugosos para cualquier ariete, se pasearon sin rematador muy cerca del área chica, y Courtois respondió como acostumbra a un cabezazo malvado de Declan Rice, omnipresente, así como al posterior rechace de Martinelli. No fue el mejor prólogo para el calvario del segundo tiempo.

Pronto, a los 57 minutos, el Arsenal abriría el marcador con una buena falta directa ejecutada   —por el exterior de una barrera merengue algo escuálida— por Declan The Tractor Rice, everywhere cual mosca cojonera durante todo el partido. 1-0 para los londinenses a falta de algo más de media hora para el final, para alegría del vesicante locutor televisivo con voz de mezzosoprano gutural. Lo del Emirate obviamente era malo, pero pudo ser mucho peor.

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Y pudo serlo muy rápido.

Diez minutos después, con el Madrid, ahora sí medio grogui, el Arsenal protagonizaba tres ocasiones de gol en apenas 30 segundos. Primero fue Martinelli, la sacó Courtois, después fue Alaba bajo los palos a disparo de Merino y de nuevo Courtois, en pie ipso facto, otra vez ante otro latigazo de Mikel. En el córner posterior, Bellingham la volvió a despejar sobre la línea de gol de nuevo a disparo de Merino.

El preludio de un desastre que llegó, one more time, de otra fenomenal falta directa.

Si antes disparó por el exterior de la barrera, esta vez buscó, y desde aún más lejos, el palo del titán Courtois. Nada pudo hacer ante el golazo que clavó en la escuadra Declan Rice.

2-0, minuto 70 y el Madrid sin comparecer en el segundo tiempo.

La reacción de Carletto fue retirar a Modric, devolver a Valverde al centro del campo, y ordenar el ingreso de Lucas Vázquez. Decíamos en líneas precedentes que el Madrid era como el frontón de Beti Jai. Beti Jai significa “Siempre fiesta” en euskera. Pues eso.

También apuntábamos en líneas precedentes que podía ser peor y el caso es el que lo fue. Ya no medio grogui, sino completamente noqueado en lo que parece la triste confirmación de una aciaga temporada, el Madrid encajaba poco después el tercero tras un buen latigazo seco de Merino desde la frontal. El Arsenal se paseaba like Peter at home.

No hubo tiempo para mucho más (afortunadamente) salvo una lamentable y desastrosa segunda amarilla de Camavinga por mandar el balón al carajo en el descuento.

Ya sólo nos queda la épica.

Getty Images.

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