
La Galerna
·11 Juni 2025
Saltar es una ordinariez

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·11 Juni 2025
Buenos días, amigos. Dean Huijsen fue presentado ayer como nuevo jugador del Real Madrid. Las expectativas con el chico son máximas. ¿Quizá excesivas para alguien tan joven? Puede ser, pero es imposible no ilusionarse, como le pasaba ayer a Gonzalo Páramo en su artículo sobre el muy prometedor nuevo central blanco.
Como hemos visto en el Bournemouth, y más recientemente en la propia Selección Española, Dean saca el balón jugado como los ángeles, suponiendo que los serafines, querubines y etcétera se dediquen a esos menesteres. Es ambidiestro, domina la disciplina del pase en largo como nadie (lo cual aprovechan ya en nuestras fantasías jugadores como Vinicius y Mbappé), tiene un gran disparo y describe unas arrancadas en campo contrario, batiendo líneas rivales, que ni Manolo Sanchís en las batallitas de los madridistas boomers más recalcitrantes. Además, es rápido para ir al corte, dispone de carácter e intuición, y marca goles de cabeza sin levantar los pies del suelo. Saltar es una ordinariez y Dean, elegante como él solo, no necesita hacerlo para rematar o despejar.
Saltar es una extravagancia, y hablamos del hombre más natural y con más clase del mundo -la clase, por si no lo sabíais, es por encima de todo naturalidad-, y tiene un aplomo dentro y fuera del campo similar al que se gastarían un conde o un Franz Beckenbauer, valga la redundancia. Tener clase (como su homónimo Dean Martin) es estar varios palmos por encima de las cuitas groseras de los mortales que sudan, y Dean trasciende todo eso desde las alturas.
“Van a ser años bonitos”, sostiene el nuevo fichaje desde la portada de As. Ojalá. No se esmeró el chico en aportar a la prensa titulares impactantes, ni falta que le hace. Pero no por animadversión a la canallesca (lo cual sería por otro lado comprensible), sino nuevamente por pura distinción. Llenar la mañana de palabras fatuas habría sido algo impropio de su carácter. Tiene Dean la estatura, el noble porte y la aerodinámica indiferencia de la jirafa, con quien como vemos en la foto comparte cuello interminable. Dean se comió un espeto de sardinas el día que el Barça empezó a pagar a Negreira, y llegará al estómago cuando Lamine Yamal cumpla al fin 18 años (tiene 17 desde finales de los 90, aproximadamente).
Dice Dean, y lo refleja As, que su primer gran recuerdo como seguidor del Real Madrid es el gol de Sergio Ramos en Lisboa. Llama la atención, puesto que es un gol de cabeza con salto y solo el populacho esforzado y retacoso se dedica a esos menesteres, como ha quedado dicho. Dean habría marcado el mismo gol a Courtois (¡a Courtois!) sin levantar los pies del suelo, casi arrastrándolos, como si jugara en babuchas de andar por casa y batín de seda con paramecios. De hecho, Dean tiene un poco cara como de acabar de levantarse. Dan ganas de darle un café con leche, un zumo de naranja y una taza llena de Frosties, a despecho de que el parecer ese sea el desayuno de Iñako Díaz-Guerra, según confesión propia.
Dean, sí, habría marcado el gol de Ramos con un simple, casi displicente giro de cuello desde las alturas, y en lugar de celebrar como un poseso se habría dirigido a la grada en plan chill, como quien escucha una versión bossa-nova de Smells Like Teen Spirit y la comparte prestando un earbud al acompañante mientras ambos contemplan una puesta de sol ibicenca. Es curioso que Ramos sea su ídolo, porque no puede haber dos centrales más dispares dentro de la excelencia. Uno, racial y explosivo; el otro, frío y suave. Es un poco como enterarte de que David Niven era fan de The Offspring. Nos encantan los dos, pero no nos pega. Choca, pero no nos oponemos ni muchísimo menos. Al contrario. Estamos chill, como Dean.
Marca resalta las declaraciones de Dean en el sentido de que encajará bien con Xabi. Nuevamente, ojalá. Todo está por verse. “Es el club de mi vida”, dijo ayer también el interesado. Nos encanta su madridismo, como nos encandiló su modo de enfrentarse a los periodistas en su primera rueda de prensa, sin más señales de nerviosismo que morderse de vez en cuando los labios en discretas muecas para lubricar una boca probablemente seca. Tal vez Joan Gaspart pueda darle algunos consejos para humedecerla, aunque ni tanto ni tan calvo, por supuesto. Otra alternativa sería un spray con ácido málico y sabor a cítrico.
Por otro lado, Marca nos informa de que el Atleti ya está (para el Mundial de Clubes) en Los Angeles, ciudad donde se ha declarado un toque de queda de cinco días. Estamos en condiciones de confirmar que no hay ninguna relación causa-efecto entre ambos hechos.
La prensa cataculé está a sus cositas, que por un lado tienen que ver con Perisic (¡Perisic!) y por otra con Joan García. Nunca hemos ocultado nuestro disgusto con el presunto fichaje blaugrana del gran portero espanyolista. Primero, porque nos encanta, y segundo porque asusta atestiguar cómo el vil metal es capaz de horadar las convicciones más nobles. Nos contaban que Joan era anticulé de cuna, pero el pago del “clausulazo”, como lo llama Sport, va a obrar el milagro. De dónde saca un club en quiebra, como lo es la entidad cliente de Negreira, medios financieros para ir por ahí sacudiendo “clausulazos” es materia que delegaremos en los entendidos.
Aparte de lo de Perisic (¡Perisic!), en sus bajos cita Mundo Deportivo a Marcos Llorente. Según él, el que el Atleti fichara a Baena sería literalmente “un salto de calidad”. Creíamos haber dejado claro antes que saltar es propio de plebeyos, sin que (cuidado) el Atleti esté tampoco especialmente señalado en este sentido. Nos bastará con anticipar goles de cabeza de Dean en los que las plantas de sus pies estén aristocráticamente apalancadas al césped.
Pasad un buen día.