En un momento dado
·1 Desember 2024
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·1 Desember 2024
Cuando se piensa en futbolistas del Barça que tuvieran un gran impacto a pesar de haber vestido la camiseta azulgrana durante poco tiempo, el de Edgar Davids es un nombre recurrente. El holandés aterrizó en el Camp Nou en el mercado de invierno de la temporada 2003-04, la primera del ciclo de Frank Rijkaard y Ronaldinho, cedido por la Juventus como paso previo para recalar en el Inter, y su efecto no pudo ser más positivo. Además de su contribución individual, la incorporación a mitad de curso fue la tecla que permitió al equipo encajar las piezas. Encontrar un camino. Permitió pasar del 1-4-2-3-1 a un 1-4-3-3 que acomodó a Xavi en uno de los interiores y abrió a Ronaldinho a la banda izquierda. Junto al brasileño, en la línea de ataque, el cambio de dibujo supuso un atajo para definir los perfiles de sus acompañantes: un delantero profundo y un extremo en la derecha más estricto que él a la hora de fijar la amplitud del ataque desde la orilla contraria. Sólo unos meses después, buena parte de los nombres que darían forma al mecanismo serían otros, pero con Davids, Cocu, Luis García y Saviola, el conjunto culer había dado con los moldes a partir de los cuales, luego, se lanzaría a por Deco, Edmilson, Giuly y Samuel Eto’o. No cambió el mecanismo, sino que lo reprodujo con mejores piezas.
En concreto, la fórmula de aquella delantera, sintetizada en un reparto que distinguía a un atacante que generaba la superioridad numérica en el mediocampo (Ronaldinho), a otro que estiraba al equipo y al rival desde la amenaza en el desmarque (Eto’o) y otro que lo abría hacia la banda (Giuly), es una receta que ya en otros momentos le ha servido al Barça para organizar las funciones de su ataque. Así arrancó también el Barça de Flick hasta que la ausencia de Lamine puso en cuestionamiento la distribución de los papeles, con el canterano siendo el principal elemento creativo desde la banda, Lewandowski aproximándose para el apoyo desde el centro, y Raphinha compensando los movimientos del polaco tirando desmarques a la espalda de la zaga rival. Primero eliminó la amplitud en el costado derecho poniendo ahí a Fermín ante la Real Sociedad y luego la profundidad de la punta izquierda ubicando en esa banda a Dani Olmo contra el Celta, hasta que entre semana, frente al Brest en Champions, todo pareció volver a encajar de nuevo.
Contra el conjunto bretón, Raphinha cambió de banda para que el equipo abriera el campo desde la derecha con un extremo, Fermín reemplazó al brasileño en la izquierda para sumar su energía en la presión y la llegada desde primera línea, al tiempo que el regreso de Dani Olmo al once permitió devolver a Pedri a la base de la jugada para dirigir la ofensiva culer. Amplitud en la derecha, piernas en la izquierda y apoyos en el centro. Además, mucha finura técnica en tres cuartos de campo para generar ocasiones de gol. De vuelta a la Liga y nuevamente sin Olmo, sin embargo, este fin de semana el reparto volvió a cambiar. Confirmado Pedri como el motor del juego azulgrana, contra la UD Las Palmas Raphinha se mantuvo en la derecha, pero como Fermín pasó a ocupar el interior de más altura, Pablo Torre entró en el once para jugar en banda izquierda dejando a los de Flick sin ruptura desde la línea más adelantada. Los de Diego Martínez pudieron adelantar líneas y defender sin girarse hacia su portería, salvo cuando el ataque del Barça daba tiempo a incorporarse a los laterales, al tiempo que los locales se condenaban a no poder aprovechar los metros que ofrecía su rival entre Cillessen y la defensa, y a tener que jugar en un espacio constreñido y trufado de adversarios.
Además, como la recuperación canaria prácticamente siempre tenía lugar con sus futbolistas mirando hacia Iñaki Peña, las contras visitantes partían de un contexto favorable que les permitió explotar la ausencia de Marc Casadó en el mediocentro del Barça. El cuestionamiento de los perfiles en el ataque barcelonista tuvo un segundo capítulo cuando, ante la necesidad de incrementar la profundidad de la delantera, Raphinha abandonó con mayor frecuencia la banda con tal de activarse como corredor desde el centro. Moviéndose por dentro, el brasileño aportó giro al juego del equipo, bien desmarcándose a la espalda de los centrales o bien recibiendo a la de los mediocentros, lo cual no sanó lo suficiente unos ataques que extrañaron a Lamine y Olmo para crear ocasiones de más calidad, pero sí sirvió para dotar de un mejor contexto a la transición ataque-defensa culer que, ahora, después de que su ataque girara a alguna de las líneas del rival, veía a Iñigo Martínez dominar desde la anticipación en campo rival. A la fase defensiva del Barça, no obstante, le quedaba un cabo suelto que, a la postre, resultó decisivo pues permitió a la UD Las Palmas adelantarse en el marcador.
Cuando la presión azulgrana no es fruto de una situación traspérdida sino que se activa desde un reinicio del rival, la estructura culer normalmente se define en los siguientes términos: los extremos tapan por dentro a los centrales rivales con recorridos que defienden el pase hacia fuera, Koundé y Balde se emparejan con los laterales, Lewandowski y los interiores hacen lo propio con los centrocampistas, e Iñigo, Cubarsí y el mediocentro cierran atrás, hombre a hombre, en un tres contra tres. La estrategia que siguió la UD Las Palmas ante esto fue la de explotar el falso disfraz de centrocampista de Lewandowski, que defensivamente se viste de medio para desgastarse menos sin balón, pero que más allá del posicionamiento inicial no mantiene comportamiento de centrocampista durante la jugada. Así, al tiempo que Campaña se aproximaba a sus centrales para abrir distancias entre Robert y su acompañante, Kirian Rodríguez, la pareja de baile de Lewandowski, ganaba altura ofensiva sin que el polaco lo siguiera. Junto al desempeño de Gavi como pivote y de Peña bajo palos, fue una de las tres principales debilidades que sufrió el Barça sin balón.
Con él sumó soluciones a partir de la entrada de Lamine al campo. El ataque ganó la calidad individual del canterano, y además recuperó el reparto de roles con el que potencia a sus piezas. También cuando el relevo en el carril zurdo lo tomó Ferran Torres para que Raphinha incorporara en el carril central el control y el giro en espacios reducidos que Fermín no había encontrado. Amplitud en la derecha, apoyos en el centro, profundidad en la izquierda, precisión técnica en la mediapunta y Pedri en la base.
– Foto: Alex Caparros/Getty Images