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La Galerna

·14 Agustus 2025

Mastantuono: de Azul a blanco

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Franco Mastantuono, Azul, Argentina, 14 de agosto de 2007. El futbolista presentado hoy con el Madrid nació apenas dos meses después de que el equipo de Capello ganase la liga del clavo ardiendo. Hoy cumple 18 años y como regalo ha firmado un contrato con el Real Madrid. Felicidades, Mastantuono.

Ataviado con bermudas beige, camiseta marrón Adidas y peinado de kiwi amarillo con guardabarros alrededor de las orejas, el joven pasó reconocimiento médico en el hospital Blua Sanitas Valdebebas. Le llenaron el pecho de ventosas, le miraron la garganta con un palito de madera un poco más ancho que el de un helado —probablemente contuvo una pequeña arcada—, y tras pedirle que dijera treinta y tres le dieron el OK de salud.


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Entonces se enfundó el traje de Reservoir Dogs, se ajustó el hoyuelo en el centro de la barbilla, la corbata, se anudó la voz de contrabajo y se adentró en la ciudad Real Madrid junto a Florentino Pérez. Todo era nuevo y conocido a la vez, lo había visto en innumerables ocasiones. El ritual de la firma, el posado con el presidente, con la camiseta, con los familiares, con las joyas de la corona detrás.

Pero hoy el guion cambió. El acto le deparaba una sorpresa. No solo se iba a fotografiar con las 15 Champions. Florentino lo condujo hasta un tríptico del jefe del fútbol: don Alfredo di Stéfano, también argentino, también de River, también con mentón hendido.

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Durante la presentación, Florentino afirmó que Di Stéfano estaría muy orgulloso de este momento que une de alguna manera al Real Madrid con River Plate. Seguramente, aunque quizá don Alfredo no lo exteriorizase más allá de un cuarto menguante de sonrisa. Es probable, sin embargo, que le espetase, entre afectuoso y cascarrabias, algo así como: «Mirá, pibe, la camiseta del Madrid pesa más que vos. Si no corrés, te va a aplastar».

El presidente concluyó la presentación con un «muchas gracias por querer estar aquí con nosotros» que levantó a Franco de su asiento para dirigirse sosegadamente en tromba a la afición. Recitó su discurso sin papeles. Para hablar, un argentino no necesita papeles. Del mismo modo que para aporrear romanos Obélix no necesitaba poción mágica.

Con la calma de quien confía en uno mismo y la firmeza de los cimientos de un búnker, Mastantuono, como buen bien nacido que es, dio las gracias a todos aquellos que le han ayudado a recalar en el club de Concha Espina. Lo hizo en la introducción de su parlamento, una apertura que consumió el 85 % de su oratoria. El 15 % restante lo empleó en prometer dejarse la vida por la camiseta del Real Madrid, el sueño que siempre tuvo, y en asegurar que será un hincha dentro de la cancha. Y ¡hala Madrid! Suficiente. Para qué más.

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Si don Pepe de Lleno, por favor— hubiese asistido a la presentación, probablemente se le habría escapado: «Yo solo creo en gol, en Mastantuono y en don Santiago Bernabéu».

Ya en la rueda de prensa, el ex de River contestó a la prensa con el aplomo de Gardel en un karaoke de afónicos. Mientras desprecintaba un botellín de agua, Mastantuono repitió que el Real Madrid es el club más grande del mundo, pero contuvo su sed y terminó de contestar a los periodistas antes de beber.

El momento que menos gustó fue cuando respondió «El mejor jugador del mundo para mí es Messi. Soy argentino». Hay a quien le ha sentado muy mal, pero esta afirmación deja patente que Mastantuono es franco y valiente. ¿Habrían preferido que se acobardara y mintiera? Lo que es evidente es que en el FC Barcelona no habría gozado de libertad para dar esa respuesta.

Desveló que la idea de lucir el número 30 fue suya. Así se lo solicitó a Florentino. 30, el doble de 15, es el objetivo de todo madridista para las próximas décadas. También el de Mastantuono, que nació en Azul, en Argentina, y ahora es blanco, en Madrid.

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